Los excesos et¨ªlicos de Yeltsin le distancian los reformistas rusos que le apoyan
Los reformistas rusos se han visto atrapados una delicada situaci¨®n debido a la ¨²ltima et¨ªfica del presidente Bor¨ªs Yeltsin, que, el viernes ech¨® por tierra sus esfuerzos diplom¨¢ticos en Estados Unidos al no estar en condiciones de bajar del avi¨®n en el aeropuerto de Shannon para reunirse con el primer ministro irland¨¦s, Albert Reynolds. Yeltsin ignor¨® ol¨ªmpicamente la advertencia de sus allegados, que anteriormente hicieron p¨²blico su descontento por la conducta del presidente durante su reciente visita a Berl¨ªn, probablemente con la constructiva intenci¨®n de obligar al l¨ªder a recapacitar.
Tras el bochorno del aeropuerto de Shannon, los reformistas se han convertido en rehenes sin una salida satisfactoria de la situaci¨®n creada. Despu¨¦s de que Yeltsin, durante la ceremonia de despedida de las tropas rusas en Berl¨ªn, a finales de agosto pasado, se lanzara, como un muchacho travieso, a dirigir una orquesta militar, el prestigioso peri¨®dico liberal Izvestia public¨® en primera plana un duro art¨ªculo de condena en el que se insinuaba que la conducta del presidente era producto del alcohol.Al mismo tiempo, un grupo de siete asesores escribi¨® a Yeltsin una carta en la que le criticaban por el rid¨ªculo hecho en Berl¨ªn y le advert¨ªan de que no deb¨ªa caer en ese tipo de situaciones. Precisamente esta carta, afirman algunos analistas, fue la causa de que Yeltsin dejara en Mosc¨² a varios de sus consejeros y no los llevara a Estados Unidos.
El viernes en Shannon, el primer ministro irland¨¦s Albert Reynolds esper¨® veinte minutos a que se abriera la puerta del avi¨®n del presidente ruso, pero para sorpresa general, el que apareci¨® fue el vicejefe de Gobierno, Oleg Soskovets, quien explic¨® que Yeltsin estaba ligeramente indispuesto, ten¨ªa la presi¨®n arterial alta despu¨¦s del agotador viaje de regreso de Estados Unidos y por eso no pod¨ªa entrevistarse con ¨¦l.
El mismo viernes por la noche, al llegar a Mosc¨², el presidente, con una risa incontenible, destroz¨® ante millones de espectadores la diplom¨¢tica explicaci¨®n de Soskovets. La frustraci¨®n y rabia del canal oficial ruso se reflej¨® en la forma de mostrar a Yeltsin, todav¨ªa claramente bajo los efectos del alcohol, con un ir¨®nico comentario como introducci¨®n. "Desgraciadamente, han aumentado los puntos desde los que nos llegan informaciones contradictorias. A las ya acostumbradas Chechenia y Abjazia, ahora se le han unido Shannon y Mosc¨²", dijo la presentadora del telediario nocturno.
"Simplemente me qued¨¦ dormido y mis guardaespaldas no dejaron pasar a los que me deb¨ªan despertar. Eso es lo que ha sucedido. ?Qu¨¦ le vamos a hacer!", dijo Yeltsin con la cara hinchada y muerto de risa, pulverizando los esfuerzos realizados en Estados Unidos por aumentar la confianza en la direcci¨®n rusa.
La afici¨®n a la bebida de Yeltsin ha sido denunciada repetidamente por los enemigos del presidente, pero sus partidarios le hab¨ªan encubierto hasta ahora, neg¨¢ndose a reconocer esta debilidad. Vlad¨ªmir Is¨¢kov, uno de los Jefes de la oposici¨®n, propuso en una ocasi¨®n- que un grupo de m¨¦dicos independientes examinaran al l¨ªder ruso para dictaminar si est¨¢ en condiciones de ejercer sus altas funciones.
Los reformistas podr¨ªan verse ahora tentados a utilizar la idea de Is¨¢kov, ya que la nueva Constituci¨®n rusa establece que en caso de "incapacidad persistente por razones de salud" las competencias del presidente, con ciertas restricciones, pasan al primer ministro. El jefe del Gobierno ruso, V¨ªktor Chernomirdin, tiene prestigio como ejecutivo serio. Mientras Yeltsin festejaba en el avi¨®n el fin de su viaje a Estados Unidos, Chernomirdin manten¨ªa importantes conversaciones con los dirigentes del Banco Europeo de Reconstrucci¨®n y Desarrollo y se reun¨ªa con el jefe del partido comunista, Guennadi Zuganov.
La incapacitaci¨®n del presidente es, sin embargo, una mala variante, ya que, tras adoptar esta medida, el primer ministro debe convocar elecciones en tres meses. Privados de Yeltsin, los reformistas se enfrentar¨ªan a su propia debilidad y a un previsible fracaso en las urnas, ya que carecen de un l¨ªder que los aglutine a todos. Claro que, adem¨¢s de esta- ¨ªa leg¨ªtima queda siempre la ileg¨ªtima, a saber, un golpe de palacio y un hombre fuerte que contin¨²e las reformas. Este, piensan algunos, podr¨ªa ser el general Alexandr L¨¦bed, pero la decisi¨®n es arriesgada y nadie garantiza que el duro militar -a quien se le atribuye la frase: "En este pa¨ªs de borrachos, he decidido ser abstemio"- est¨¦ por la labor de seguir el camino hacia el capitalismo.
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