Dal¨ª y Machado

Dos breves reflexiones tras un viaje al Ampurd¨¢n. Primero Dal¨ª, que sigue siendo un negocio genial. Cinco a?os despu¨¦s de su muerte, el Museo Dal¨ª de Figueras, en Gerona, es fiel reflejo del gran mercado puesto en marcha por el artista, con ayuda de la omnipresente Gala y toda una corte de avispados administradores y marchantes. Un mercado que empana y ensombrece desde hace tiempo el indudable talento del pintor. La entrada al museo cuesta 1.000 pesetas (y a¨²n hay quien se queja de las 400 del Prado) y, a cambio, el visitante no recibe ni un simple folleto para orientarse. En la Fundaci¨®n Dal¨ª, convertida tambi¨¦n en mausoleo del pintor, todo se vende previo pago en la abarrotada tienda del museo, desde botellas de vinagre hasta esmalte de u?as. Debe ser un intencionado gui?o surrealista, como el de no poner t¨ªtulos ni fechas bajo los cuadros.

Muy cerca de Figueras, apenas 50 kil¨®metros al norte, reposa casi en el olvido Antonio Machado: bajo la tierra del cementerio franc¨¦s de Collioure. El pasado 12 de septiembre, la tumba que acoge los restos del poeta y de su madre estaba sola. Sobre la l¨¢pida, aquellas flores artificiales que ya viera Serrat hace 20 a?os: claveles de pl¨¢stico, un par de placas con mejor intenci¨®n que buen gusto, y s¨®lo un detalle sentimental, un lazo con la bandera republicana enviado desde Ginebra.

?Ser¨ªa tan dif¨ªcil que alguna instituci¨®n de esas que tanto usan en beneficio propio el nombre y la obra de Machado hicieran algo para que siempre hubiera flores frescas sobre la tumba del poeta? Las venden junto al cementerio y cuestan casi lo mismo que la entrada al Museo Dal¨ª. No es culto al muerto ni comparaci¨®n forzada: tan s¨®lo un gesto de recuerdo y agradecimiento a cambio de tanta cita interesada y gratuita.-