El discreto encanto de las modas pasadas
Con las expectativas que nos brinda el Fondo Monetario Internacional, se hace dif¨ªcil entender por qu¨¦ un concierto de m¨²sica pop cuesta la friolera de 3.800 pesetas. Demasiado dinero para admirar a un petronio musical de los que ya no se fabrican. Consiguientemente, ligero pinchazo de audiencia para comprobar de cerca las arruguitas de Bryan Ferry y, como no, de su traje.Abri¨® boca una mujer, Leena, Conkest, practicante de un culto musical directamente emparentado con el de aquella cantante que se llam¨® Sade. Rodeada de un numeroso grupo multirracial, trat¨® de calentar al escaso personal presente con sugestivas melod¨ªas, a medio tiempo calentorro, que beb¨ªan en la fuente de mil danzas mestizas: soul, funk suave, jazz, reggae... El resultado fue previsible, aunque no desagradable. Habr¨¢ que escucharla en disco.
Bryan Ferry y Leena Conkest
Sala Aqualund. 3.800 pesetas. Madrid, 5 de octubre.
Hoy por hoy, Bryan Ferry es a la m¨²sica como el papel pintado al arte pict¨®rico. Es decir, est¨¢ ah¨ª, cumple su funci¨®n, no molesta y tiene el toque decadente de las modas pasadas. Posee, en suma, el discreto encanto de la obsolescencia. A pesar de la labor de los m¨²sicos contratados, que suelen ser de reconocida solvencia pero ralentizado aplique, desde el escenario, disfrazado de tienda mora, la elegancia inherente de las composiciones del ex l¨ªder de Roxy Music, incluidas las del ¨²ltimo disco Mamouna, se derramaron desde el escenario. La vocecilla fr¨¢gil y personal de Bryan descarg¨® palabras de amor y lujo en I put a spell on You, Your painted smile, Virginia plain -la primera canci¨®n de Roxy-, Love is the drug y Avalon, la canci¨®n que dej¨® m¨¢s colgado a nuestro h¨¦roe. Pero la mayor cantidad de aplausos se la llev¨® una versi¨®n de un cl¨¢sico de John Lennon, Jealous guy.
La belleza, aunque afieja, era indiscutible. El estilo, algo ajado, fue intachable. A Ferry le cae bien cualquier traje musical. Pero ?y si ya no han de llevarse los trajes? Buena pregunta en un momento de la historia de la cultura en el que ha de extraerse lo sobresaliente de las piedras.
Sendero de pasiones
?Por qu¨¦ negarle la belleza a lo obsoleto? Mister Ferry est¨¢ lejos de aquellos tiempos, casi 20 a?os, de los tiempos en los que el glam era la bandera de la modernidad. Cualquier intento de romper est¨¢ ahora muy lejos de sus posibilidades. No obstante, ¨¦l sigue ah¨ª. Marcando un sendero de pasiones sofisticadas que, tal vez, no tengan mucho sentido en un mundo en el que el gusto est¨¢ dictado por la televisi¨®n.Sin embargo, hace falta que alguien siga estableciendo los c¨¢nones de la elegancia. Para que los dem¨¢s no perdamos el norte. Ser¨ªa una tonter¨ªa pedirle autenticidad o que se convirtiera a la reci¨¦n recuperada doctrina del neo-hippismo est¨¦tico. Tal vez haya que recuperarle simplemente para saber d¨®nde se acab¨® el buen gusto. Esa es una raz¨®n m¨¢s que suficiente. Pero, adem¨¢s, tambi¨¦n est¨¢n sus ¨²ltimas colaboraciones en disco con antiguos colegas como Eno, Manzanera y McKay. Como siempre, Ferry es un avezado mensajero.
Babelia
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