Espa?a y la OTAN
La atenci¨®n que la OTAN ha prestado a la situaci¨®n de los pa¨ªses del Este est¨¢ haciendo olvidar, seg¨²n el autor, los riesgos que se presentan en el ¨¢rea mediterr¨¢nea, especialmente en el norte de ?frica.
El nuevo escenario estrat¨¦gico surgido de la posguerra fr¨ªa est¨¢ empujando a Espa?a a una creciente irrelevancia en el seno de la Alianza Atl¨¢ntica. Nuestro pa¨ªs, que nunca ha sido un socio relevante en t¨¦rminos de poder militar, est¨¢ viendo decrecer ahora su tradicional importancia geoestrat¨¦gica. Desde nuestro punto de vista, esto no tendr¨ªa demasiada importancia sino fuera porque, paralelamente, se est¨¢ produciendo una progresiva erosi¨®n de la Alianza como garant¨ªa de nuestros intereses esenciales de seguridad. La fijaci¨®n exclusiva de la OTAN en el este est¨¢ desatendiendo los riesgos y desaf¨ªos que surgen cada vez con mayor intensidad en el sur. Esta peligrosa tendencia dif¨ªcilmente podr¨¢ invertirse organizando reuniones informales de los ministros de Defensa aliados, sino elaborando una doctrina propia sobre la seguridad en el Mediterr¨¢neo, incrementando nuestro esfuerzo en defensa y comprometi¨¦ndonos en una mayor integraci¨®n en la estructura militar de la OTAN.El gran problema para la seguridad europea en estos momentos lo constituye, seg¨²n el criterio de la OTAN, la incertidumbre que pesa sobre el futuro de Rusia y, muy relacionado con ello, la inestabilidad existente en toda la Europa oriental tras el fracaso del comunismo., Existen otros problemas menores en zonas 1 adyacentes, como el C¨¢ucaso o el norte de ?frica, pero nada debe distraer a la Alianza de sus trascendentales objetivos en el este. Sin embargo, la OTAN se equivoca si pretende hacer frente a la nueva situaci¨®n con una estrategia unidireccional. Los retos de la seguridad aliada en este final de siglo requieren cada vez m¨¢s una estrategia multifrontal. Es m¨¢s, si en el este podemos encontrar a¨²n los problemas residuales del pasado, es cada vez m¨¢s claro que en el sur est¨¢n surgiendo ya los problemas del futuro.
No obstante, la mayor responsabilidad por la escasa atenci¨®n que presta hoy la OTAN al sur la tenemos los propios aliados mediterr¨¢neos. Mientras los que estamos en primera l¨ªnea frente a los nuevos riesgos nos empe?emos en negar su existencia, ser¨¢ muy dif¨ªcil que podamos convencer a los aliados del norte para que presten mayor atenci¨®n al sur. Un buen ejemplo de esto lo constituye el Gobierno espa?ol, quien insiste en denominar eufem¨ªsticamente a los riesgos emergentes como "nuevos desaf¨ªos" y se empe?a en aclarar adem¨¢s que los problemas en el norte de ?frica son esencialmente econ¨®micos, demogr¨¢ficos y pol¨ªticos, por lo que no es posible hacerles frente con medidas militares sino a base de cooperaci¨®n y di¨¢logo. ?se es el mejor argumento para que la OTAN pueda desentenderse completamente del problema.
No querer ser conscientes de los riesgos potenciales que est¨¢n surgiendo en el sur es uno de los m¨¢s graves errores que podr¨ªamos cometer. ?Estamos los europeos dispuestos a sacrificar buenas dosis de nuestro bienestar para solventar los grav¨ªsimos problemas de subdesarrollo existentes en el norte de ?frica? ?Puede permitirse un pa¨ªs como Espa?a, con el 24% de tasa de paro, pensar en dar trabajo a los millones de j¨®venes magreb¨ªes que se incorporan cada a?o al mercado laboral? ?Es posible garantizar el desarrollo democr¨¢tico de estos pa¨ªses y unas relaciones amistosas con ellos mientras subsistan estas dram¨¢ticas condiciones socioecon¨®micas? ?Es factible mantener la cooperaci¨®n econ¨®mica con un r¨¦gimen terrorista como el libio o con uno fundamentalista como puede terminar siendo el argelino?
Lamentablemente, no tenemos soluciones para los graves problemas de fondo que existen en la zona. Debemos estar preparados al menos para hacer frente a las repercusiones que esos problemas pueden proyectar sobre nosotros. Es absurdo pensar que los retos que hoy plantea el norte de ?frica tienen ¨²nicamente una respuesta militar, pero es indiscutible que en el marco de soluciones globales que es urgente dise?ar, incluyendo la potenciaci¨®n de cooperaci¨®n econ¨®mica y la creaci¨®n de foros de di¨¢logo mediterr¨¢neos, es imprescindible incluir un componente de defensa. No resultan ya suficientes meras referencias en los comunicados finales de las cumbres de la OTAN. Son necesarias medidas concretas, como la generaci¨®n de sistemas antimisiles capaces de neutralizar los efectos de la proliferaci¨®n de armas de destrucci¨®n masiva, una potenciaci¨®n de los medios de inteligencia aliados en la zona y una reestructuraci¨®n de los mandos aliados que reduzca la excesiva dependencia operativa de la Regi¨®n Sur respecto al hoy inexistente Frente Central. La OTAN contin¨²a siendo hoy el pilar fundamental en el que asentar la seguridad espa?ola y europea. Sin embargo, ser¨ªa un error considerar que por el mero hecho- de pertenecer a la Alianza nuestra seguridad est¨¢ garantizada autom¨¢ticamente. M¨¢s bien al contrario, la inclinaci¨®n de la OTAN hacia el este y la aparici¨®n de nuevos riesgos en el norte de ?frica puede suponer a largo plazo para nuestro pa¨ªs una p¨¦rdida progresiva de la fiabilidad de la Alianza como garant¨ªa ¨²ltima de nuestra seguridad. Esta reflexi¨®n cobra especial relevancia a la vista del grave deterioro de nuestras capacidades defensivas propias, lo que incrementa nuestra dependencia de la OTAN al tiempo que nos hace crecientemente irrelevantes para la Alianza.
La legitimidad espa?ola para exigir una mayor atenci¨®n de la OTAN hacia el sur se encuentra muy limitada por ser el aliado que realiza un menor esfuerzo en defensa, lo cual es tambi¨¦n se?al de nuestra relativa despreocupaci¨®n por la inestabilidad existente en el Magreb, as¨ª como por nuestra no pertenencia a la estructura militar integrada. Si queremos invertir la peligrosa tendencia de marginaci¨®n de los intereses de seguridad espa?oles dentro de la OTAN resulta imprescindible ser capaces de elaborar y vender una doctrina propia sobre los riesgos para la seguridad aliada en el Mediterr¨¢neo occidental, equiparar nuestro esfuerzo en defensa al del resto de nuestros aliados y propiciar una mayor interacci¨®n de nuestro pa¨ªs en la estructura militar de la OTAN.
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