El chocolate del lobo, 13.000 pesetas
Las terribles im¨¢genes que vemos todos los. d¨ªas sobre cat¨¢strofes en el Tercer Mundo nos consuelan y nos reconcilian con la boyante realidad de Occidente, pero no por ello podemos pensar que la vida por estos lares es sencilla.Si dec¨ªa el poeta hace cincuenta a?os que era un tonto, pero lo que hab¨ªa visto le hab¨ªa convertido en dos tontos, en nuestros d¨ªas deber¨ªa decir: "Soy un tonto, pero lo que estoy viendo me ha vuelto gilipollas perdido".
?Qu¨¦ derrotero de superviviencia escoger¨¢ nuestro cerebro para salir indemne frente a tanta informaci¨®n? ?C¨®mo podemos asimilar tanta desgracia sin renunciar a la conciencia?
Seguramente la evoluci¨®n l¨®gica acabar¨¢ convirtiendo los peri¨®dicos y servicios informativos de televisi¨®n en art¨ªculos de ficci¨®n. Perderemos la sintonizaci¨®n an¨ªmica que nos lleva a diferenciar emocionalmente los episodios reales de los ficticios, y as¨ª, una vez seamos totalmente ajenos al drama que nos rodea, podremos disfrutar de momentos de placidez en la m¨¢s perfecta y equilibrada idiocia.
Mientras, vivimos en un estado de contradicci¨®n permanente, comulgando con ruedas de molino, asintiendo como los perritos de cabeza de muelle que se llevan en la parte de atr¨¢s de los coches, y llamando al pan hey y al vino riau.
En este mientras, no deja de ser indignante c¨®mo algunas personas, ampar¨¢ndose en la impunidad del exceso informativo, act¨²an al margen de toda ¨¦tica, sin aceptar las reglas del juego que les ha convertido en dirigentes y sin el menor respeto a la verdad, a su propia palabra o a la sensibilidad de sus gobernados.
Para algunos, la grandeza de la democracia es que acepte a sus enemigos con el mismo talante que a sus amantes. A m¨ª me parece el gran defecto y el c¨¢ncer end¨¦mico que termina mat¨¢ndola. Una cosa es que deba perseguirse al enemigo de la democracia, cuesti¨®n a la que me opongo radicalmente, y otra muy distinta que las personas que tienen que salvaguardar la esencia del sistema se manifiesten enemigas del mismo.
Cuando se escriben guiones de ficci¨®n existe una regla de oro que hay que tener siempre presente: "Un personaje es lo que hace y no lo que dice". Sin embargo, muchos cargos p¨²blicos no respetan esta norma y pretenden que creamos que son como dicen ser mientras hacen lo que les da la gana. Ahora parece que el Ayuntamiento se gasta unos miles de pesetas en suscribirse a una revista antidemocr¨¢tica. ?Qu¨¦ importancia tienen esas pesetas en un presupuesto como el del Ayuntamiento de Madrid?
Ninguna, pero la suscripci¨®n delata al cliente. Recordando aquella regla de los guionistas que mencionaba anteriormente, ya conocemos el hecho; vamos a ver lo que dice el responsable: "Estamos suscritos a esta publicaci¨®n y a otras porque hay que estar abiertos a todas las opiniones". Es decir, el Ayuntamiento se suscribe por un af¨¢n pluralista, democr¨¢tico. Le preguntan ahora si se suscribir¨ªa al diario Egin, y responde: "No, porque no es de Madrid".
En esta segunda respuesta deja de imperar el af¨¢n cient¨ªfico para cobrar importancia la distancia a la que se encuentra la editorial. A ra¨ªz de las declaraciones de este edil, debemos entender que no existe ning¨²n criterio ideol¨®gico en la decisi¨®n y que el Ayuntamiento podr¨ªa suscribirse a una revista pornogr¨¢fica especializada en bestialismo con tal que se editara en Madrid.
Estos ediles se muestran muy malos en el arte de la improvisaci¨®n. No se atreven a decir la verdad, lo que piensan, y las primeras respuestas que acuden a su mente son tan rid¨ªculas que cuestionan la inteligencia del receptor. La mentira no es un arte sencillo;. hay que esforzarse un poco m¨¢s.
De todos modos, es un consuelo comprobar que estos se?ores piensan que si se manifestaran tal y como son perder¨ªan votos.
Mientras, ahora que est¨¢ de moda la formaci¨®n de comisiones, deber¨ªa crearse una para la "defensa de la democracia", que se encargara de apartar de la Administraci¨®n a los cargos que crean que Ias democracias ni son pac¨ªficas, ni son justicieras, ni son morales", tal y como se afirma en esa publicaci¨®n de la pol¨¦mica, y tambi¨¦n a los que sientan nostalgia por los logros de una dictadura en la que se fusilaba, se robaba sin control y se torturaba al disidente.
En fin, lo de menos es el gasto: las 13.000 pesetas es s¨®lo el chocolate del lobo disfrazado de cordero.
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