La bomba
De la India sab¨ªamos que era un lugar de turismo espiritual, al que acud¨ªan a purificarse una vez al a?o nuestros amigos m¨¢s delgados. Sab¨ªamos eso, y que en algunas ciudades ibas por la ma?ana a un artesano con un bolso de Loewe y por la tarde te hab¨ªa hecho siete iguales por dos duros. As¨ª que pod¨ªas volver de all¨ª con el alma limpia y guardada dentro de un bolso de Loewe. Ahora sabemos tambi¨¦n que el alcantarillado de sus ciudades es muy malo: sus cloacas, en una torpe imitaci¨®n del intestino, tienen demasiados recovecos, demasiadas curvas y revueltas, donde se quedan atrapados los cad¨¢veres de las ratas. Las paredes de las cloacas han de ser lisas y rectas para que el agua fluya sin dificultades, arrastrando en su torrente las deposiciones del Banco Mundial, de las que podr¨ªan vivir sin apuros una rep¨²blica planetaria de roedores.Hemos aprendido tambi¨¦n que en la India, aunque la vida no vale un duro, la gente la conserva a cualquier precio. Un campesino se carg¨® el otro d¨ªa a una familia porque la cre¨ªa apestada. Adem¨¢s, hemos visto a cientos de personas traslad¨¢ndose de un lugar a otro con la agilidad del que no tiene otra cosa que un pa?uelo. En las cat¨¢strofes a¨¦reas de Occidente algunos pasajeros han muerto por intentar recuperar la sansonite o el falso bolso de Loewe con el alma dentro.
Suele decirse de los apestados que son bombas humanas porque llevan dentro el microorganismo Infeccioso. La bomba humana se diferencia de la divina en que aqu¨¦lla no es m¨¢s que un amasijo de v¨ªsceras dentro de un cuerpo con eczema, mientras que ¨¦sta est¨¢ constituida por un bolso de fin¨ªsima piel curtida a mano, en cuyo interior late el alma de un occidental.
Las dos, tarde o temprano, estallan, pero no sabemos cu¨¢l mata m¨¢s.
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