Recurso de choque
EL ANUNCIADO recurso del ministerio fiscal contra la sentencia del caso N¨¦cora se ha convertido, en parte objetivamente, en parte intencionadamente, en una especie de terapia de choque ante la urgencia de atemperar la fuerte alarma social irradiada por ese fallo judicial. Objetivamente: la iniciativa del fiscal abre la esperanza de que el Tribunal Supremo revise la sentencia dictada por la Audiencia Nacional, algo que es acorde con el sistema de recursos establecido en las leyes procesales. Intencionadamente: el apresura miento del Gobierno en interesar del fiscal general del Estado la interposici¨®n del recurso proyecta sobre la iniciativa un halo de conveniencia pol¨ªtica que no empa?a, en absoluto, su plena legalidad.Es posible que la sentencia del caso N¨¦cora no haya aplicado correctamente los preceptos del C¨®digo Penal sobre el tr¨¢fico de drogas a algunos de los hechos declarados probados. El fiscal lo cree as¨ª en el caso de Ios capos del narcotr¨¢fico gallego que han sido absueltos y en el de algunos de sus subordinados que han sido condenados a penas consideradas benignas en relaci¨®n con su delito. Y hasta ser¨ªa posible, aunque no probable, que se pudiera apreciar alg¨²n defecto de forma que invalidara, en parte o en todo, la sentencia. No ser¨ªa, en ese supuesto, la primera vez que el Tribunal Supremo propina fuertes correctivos a la Audiencia Nacional en procesos con impacto social: el de la colza, por ejemplo. Pero nada de extra?o tiene que sea as¨ª, dada la complejidad y la gravedad de los asuntos delictivos que corresponde investigar y juzgar a la Audiencia Nacional en todo el territorio del Estado (terrorismo, narcotr¨¢fico, delincuencia organizada de todo tipo, delitos econ¨®micos...).
En la medida, pues, en que la esperanza de revisi¨®n de la sentencia del caso N¨¦cora se asiente en las previsiones legales est¨¢ plenamente justificada. Es el camino para dar satisfacci¨®n al hondo deseo de justicia que expresan, sin duda, la c¨®lera y la decepci¨®n causadas por la sentencia en, los colectivos sociales m¨¢s directamente afectados por la acci¨®n de los narcotraficantes. Pero esa esperanza no est¨¢ justificada, adem¨¢s de ser ilusoria, si se alimenta del secreto deseo de que el Tribunal Supremo no respete la normativa penal y procesal vigente en la misma medida, al menos, en que lo ha hecho la Audiencia Nacional.
Los detractores de la sentencia del caso N¨¦cora han puesto el ¨¦nfasis de su cr¨ªtica y descontento en el sistema de garant¨ªas. Han venido a lanzar el mensaje de que determinadas actuaciones delictivas s¨®lo pueden ser perseguidas eficazmente si se relaja dicho sistema. Si se abriera ese boquete en el Estado de derecho, es m¨¢s seguro que entrara por ¨¦l la masa de la delincuencia menor que ya atiborra las c¨¢rceles espa?olas que la ¨¦lite de la delincuencia organizada, siempre con mayores posibilidades de ser bien asesorada y defendida.
La sentencia del caso N¨¦cora s¨ª cuestiona, en cambio, el tipo de organizaci¨®n, la escasez de medios y la vetustez de procedimientos de la justicia espa?ola frente al desaf¨ªo de grupos delictivos perfectamente organizados y que disponen de los m¨¢s modernos medios t¨¦cnicos para realizar y camuflar sus operaciones. Las dosis de inoperancia que atenazan al sistema judicial se manifiestan m¨¢s n¨ªtidamente ante este tipo de actuaciones delictivas, infinitamente m¨¢s enrevesadas que el tir¨®n callejero o, incluso, el crimen pasional. ?Puede seriamente pensarse que los cinco jueces de instrucci¨®n y los otros tantos fiscales de la Audiencia Nacional se bastan para combatir eficazmente la delincuencia organizada de toda Espa?a?
La obligada lejan¨ªa, incluso geogr¨¢fica, con que en esas condiciones debe llevarse a cabo la investigaci¨®n judicial no se palia, ciertamente, con espor¨¢dicas y espectaculares visitas al lugar de los hechos. Tampoco la acusaci¨®n del fiscal puede alcanzar plenamente su cometido si apenas se basa en otra cosa que en el atestado policial. Esa forma de actuar puede ser v¨¢lida ante la delincuencia m¨¢s corriente, pero hace aguas por todas partes ante la de m¨¢s altos vuelos.
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