Los tres niveles de una ambigua alianza
Sin duda, la distribuci¨®n de competencias del actual Estado de las autonom¨ªas es un tema abierto, no ya por el paso del tiempo, sino sobre todo por la nueva e incierta arquitectura pol¨ªtica europea; el Gobierno tiene raz¨®n al se?alarlo. Puede tambi¨¦n -y los vascos, por ejemplo, tienen tambi¨¦n raz¨®n al se?alarlo- que los estatutos no hayan sido desarrollados suficientemente, si bien el vuelco dado a la organizaci¨®n pol¨ªtica local es absoluto (rel¨¦ase, por favor, La redenci¨®n de las provincias) y, matices aparte, muy positivo. Pero una cosa es cerrar t¨¦cnicamente la distribuci¨®n de competencias y otra la reclamaci¨®n nacionalista de otro marco pol¨ªtico constitucional. Es esa ambivalencia entre aceptaci¨®n y rechazo lo que enturbia las relaciones entre el PSOE y los nacionalistas generando una considerable confusi¨®n que se ha ido plasmando en tres estrategias que hoy se mezclan y confunden.En el primer nivel, el m¨¢s obvio (y que era dominante en los a?os 1978-1986 de construcci¨®n del Estado de las autonom¨ªas), los partidos nacionales se opon¨ªan a los partidos estatales, y viceversa. Los recursos contra las leyes org¨¢nicas se acumularon en el Tribunal Constitucional y se elabor¨® una ley (la LOAPA) para redise?ar el marco auton¨®mico. La din¨¢mica contin¨²a, por supuesto, pues los nacionalistas no dejan de reclamar contra "Espa?a", ya que de ello extraen su legitimidad y votos. Roca lo dijo antes del verano con frase ambigua: "El objetivo no es nada, el camino lo es todo".
En el segundo nivel (que emerge a mediados de los ochenta y se superpone con el primero) la oposici¨®n resulta encubrir un alto nivel de acuerdo pol¨ªtico. Alianza justificada en gran medida, pues el proyecto modernizador del PSOE ha encontrado en numerosas ocasiones el apoyo del proyecto modernizador de CiU o del PNV. Pero alianza perversa en ocasiones, pues si al PSOE le interesa la existencia de partidos nacionalistas que contengan un avance conservador, CiU o el PNV se al¨ªan con Madrid para frenar a sus fuerzas conservadoras (pero tambi¨¦n socialistas). De lo que, por supuesto, se resienten los socialismos catal¨¢n y vasco (por cierto, ?cu¨¢ndo entra esta pol¨ªtica en rendimientos netos decrecientes?) y que conduce a lo que los italianos han llamado la "lotizaci¨®n" del poder: manos libres en tu territorio a cambio de manos libres en el m¨ªo. Sin duda, una de las causas de la tangent¨®polis italiana, una sospecha permanente en Espa?a y hoy, desgraciadamente, una certeza ante el bloqueo parlamentario que impide el an¨¢lisis de los casos tragaperras, Casinos, Planasdemunt y otros.
Y hay finalmente un tercer nivel abierto por las elecciones de 1993: la colaboraci¨®n de los nacionalistas en el Gobierno de Espa?a. Por supuesto, que CiU (o el PNV) contribuya a la gobernabilidad de Espa?a es algo muy positivo. ?Acaso no son tambi¨¦n Espa?a? Pero que lo haga sin comprometerse seriamente muestra su desconfianza hacia aquello en lo que dice confiar, y exhibe la ambivalencia de su programa pol¨ªtico real. Pues ciertamente se justifica mal (aqu¨ª, pero tambi¨¦n all¨ª) que gobierne (directa o indirecamente) un partido como CiU que considera la Constituci¨®n -como ha dicho Pujol- "insuficiente". Y no se justifica que pueda gobernar un partido como el PNV, que se declara nada menos que "desleal" a la Constituci¨®n. Es cierto que unos y otros han dicho, antes y despu¨¦s, que acatan la Constituci¨®n; faltar¨ªa m¨¢s. Pero tambi¨¦n es cierto que unos y otros han dicho, dicen y exhiben en ocasiones lo contrario.
Estar sin estar, apoyar recelando, confiar desconfiando, todo ello es muy alambicado. Y es l¨®gico que los ciudadanos observen el juego y sus alianzas con recelo, como observaron en su d¨ªa la confusa confusi¨®n de la Operaci¨®n Roca. Por lo dem¨¢s, ?qu¨¦ ganan catalanes o vascos con esta ambivalencia que enturbia la confianza, pol¨ªtica (y econ¨®mica, no se olvide) en sus naciones? Por el contrario, s¨ª s¨¦ que ganamos todos cuando, como ha ocurrido en el Senado por parte de Jordi Pujol, no s¨®lo se dice sino que se exhibe aprecio y lealtad a la Constituci¨®n. La misma Constituci¨®n que le sustenta.
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