La guayabera blindada
En ciertos cuarteles (y la palabra no est¨¢ dictada por el azar) se ha expresado sorpresa al haber adoptado Fidel Castro para visitar Colombia una vieja prenda tropical. A m¨ª no me sorprendi¨® la sorpresa. Si Adolfo Hitler se hubiera aparecido en Cartagena de Indias usando su eterno terno nazi habr¨ªa habido, me parece, mayor revuelo. Nadie ha discutido a Hitler ni a Castro su genio para la propaganda. Los dos exclamaron ante un tribunal por un veredicto adverso: "La historia me absolver¨¢". Hifier jur¨® en 1939 no quitarse jam¨¢s su uniforme pardo y amenaz¨® con no cambiarse de ropa hasta que ganara la guerra. (Lo que hizo al bunker irrespirable).Fidel Castro, m¨¢s modesto, por lo menos se ha cambiado de. ropa esta vez. Ni el rey de Espa?a ni Felipe Gonz¨¢lez aparecen en las fotos molestos, sino divertidos por esta transformaci¨®n que no es una metamorfosis. Cuando ni?o vi en La Habana un espect¨¢culo turbador. Un actor vestido de frac, pero s¨®lo de medio cuerpo, la otra mitad vest¨ªa un vestido largo. Daba media vuelta el actor y era un caballero, otra media vuelta y era una dama. Las carteleras presentaban al actor (o a la actriz) como un transformista. Desde entonces r¨ªo hab¨ªa visto semejante transformaci¨®n teatral, pero recuerdo que el p¨²blico aplaud¨ªa.
A pesar de la guayabera al sol y el regocijo en el tr¨®pico (el Rey y su presidente re¨ªan, como se dice, a mand¨ªbula batiente) todav¨ªa creo, honestamente, que Felipe Gonz¨¢lez es un dem¨®crata, no importa cuanto haga para hacerme creer lo contrario. Su pol¨ªtica (hacia Cuba, hacia Castr¨®, hacia el exilio cubano) es en la pr¨¢ctica equivocada y en teor¨ªa anacr¨®nica. Trata a Castro como un mal menor para Espa?a cuando es la fuente de todo mal para los cubanos, sobre todo para los que han quedado en Cuba. Castro es una caja de Pandora con barbas que se abri¨® hace rato por su boca. Gonz¨¢lez dice querer para Cuba una transici¨®n pac¨ªfica, sin reconocer que en Cuba Franco no ha muerto todav¨ªa y ha fusilado a todos los posibles Su¨¢rez.
En vez de organizar guateques (la palabra misma es cubana) en dos Continentes Gonz¨¢lez har¨ªa bien en advertir en serio y en su patio a los empresarios espa?oles en su comercio casi carnal con Castro. Como ocurri¨® en 1902, en la primera independencia, ahora en la segunda liberaci¨®n todas las empresas extranjeras ser¨¢n confiscadas y subastadas al mejor postor cubano. Todos los negocios que ahora ultiman con Castro mi?ones intermediarios correr¨¢n un peligro futuro. Cualquier trato que se lleve a cabo con el ilegal comandante ser¨¢ igualmente ilegal. Los negocios completados por la sociedad, ONCE, Por ejemplo, ser¨¢n los m¨¢s visiblemente confiscables. Los ciegos espa?oles rentaron hace poco el hotel Habana Libre a un falso intermediario, Fidel Castro. Ese hotel es un claro ejemplo de lo que pasa cuando se tiene trato con ladrones: tanto la venta como la compra ser¨¢n ilegales. El decir, se negocia con un fence. (El diccionario Collins llama al fence un receptor de cosas robadas). Ese hotel no le pertenece a Fidel Castro ni a su familia. El otrora llamado Habana Hilton fue construido en 1958 con 14 millones de pesos (que entonces eran otros tantos d¨®lares) del fondo del Retiro Gastron¨®mico. (Hab¨ªa edificios de otros retiros: de arquitectos, m¨¦dico, odontol¨®gico, casi todos levantados alrededor de La Rampa). Es decir, del sindicato de camareros, chefs, barmen y maitres d'h¨®tel. El secretario general de ese sindicato, Alfredo Rancano, durante a?os un fiel fidelista ahora exiliado, ha iniciado una acci¨®n legal ante los organismos internacionales competentes contra los presuntos usuarios del hotel. Es de advertir que acciones legales similares (Bacard¨ª, Partag¨¢s, La Corona: todas viejas firmas cubanas) han sido ganadas por los leg¨ªtimos due?os. (Habr¨ªa que advertir tambi¨¦n a Tabacalera). Esta operaci¨®n manipulada por Castro es, a ojos vistas, una estafa. Los ciegos reales han sido mal llevados por los ciegos pol¨ªticos.
El cine y el cinismo pol¨ªtico nos han acostumbrado a ver a los tiranos como un espect¨¢culo. ?No es Zelig, el m¨¢s logrado de los personajes de Woody Allen, notorio por mezclarse tanto con los famosos como con los infames? Mussolini, por ejemplo, sal¨ªa de una ¨®pera con arias y arios. Fidel Castro, hay que advertirlo, vest¨ªa guayabera en La Habana antes de ascenderse a s¨ª mismo a comandante en jefe en la Sierra. Pero cuando lo conoc¨ª en 1948 (ya desconfiaba de los escritores, aun biso?os) llevaba un traje cruzado color beige y como Hitler en M¨²nich iba de cuello y corbata. La formalidad era entonces un uniforme para ocultar sus intenciones de gangster y debajo del saco cruzado camuflaba una pistola calibre 45, el arma de reglamento de la UIR, la organizaci¨®n letal en que militaba.
Trotsky sol¨ªa decir que Stalin era un gangster y la comparaci¨®n pareci¨® siempre dudosa. No lo es decir que Fidel Castro es un gangster. ?Que se codea con los grandes de Espa?a? Tambi¨¦n lo hac¨ªa Al Capone con los notables de Chicago. Los gangsters (ver a Bugsy Siegel) suelen ser sociables. Fidel Castro encaja por ejemplo entre las amistades de Luis Rold¨¢n, a quien el corresponsal de un diario de Madrid asegura haber visto en La Habana, paseando su tenue disfraz bajo las palmas reales. (Ver Vesco).
Pero la foto de Fidel Castro ri¨¦ndose con el rey que r¨ªe ante un riente Felipe Gonz¨¢lez me pareci¨® un truco fotogr¨¢fico hecho por uno de los fot¨®grafos oficiales de Castro. He aqu¨ª al hombre que no hace mucho hab¨ªa insultado al rey, cuestionando su reinado, poniendo en duda su dinast¨ªa, riendo ahora con el rey y el otro presidente como si no tuvieran otra cosa que hacer en el mundo que hacer chistes que ya ven¨ªan hechos.
Castro no ha tenido nunca sentido del humor, sino de la sorna y el escarnio. Tal vez el rey pens¨® que no hab¨ªa que hacer mucho caso a un bastardo que hab¨ªa fracasado en crear una dinast¨ªa, empe?o que hasta un Anastasio Somoza consigui¨®. Las risas de Gonz¨¢lez ser¨¢n de ocasi¨®n. Pero, ?c¨®mo compartir carcajadas con un ser obsceno? Fidel Castro, visto por el rey o por el presidente de Espa?a, dem¨®cratas ambos, es obscenidad que lleva en el poder total treinta y cinco a?os y para miles de cubanos dura m¨¢s all¨¢ de la muerte. Siempre he visto la relaci¨®n de Gonz¨¢lez
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La guayabera blindada
Viene de la p¨¢gina anteriorcon Castro como una amistad funesta. Antes lo era para Espa?a, ahora lo es para Cuba. En esa foto colombiana vi lo que Agust¨ªn Lara llam¨® "la ¨²ltima carcajada de la cumbancha". En Cuba una cumbancha es lo que en la Espa?a racista se llama una merienda de negros.
La fuga hacia el mar de los cubanos propulsados por el desespero muestra c¨®mo Fidel Castro es capaz de jugar con los cubanos al gato y los muchos ratones acorralados entre una roca y un lugar inc¨®modo. Primero persigue y mata a los que se embarcan para abandonar la isla sin su c¨¦dula real. No importa que sean mujeres y ni?os. Luego los deja fugarse en masa, ahora como peones del chantaje al presidente Clinton. "Suspende el embargo", amenaza Castro, que habla de bloqueo, "o te inundo la Florida con mi escoria" (o gusanos o ratas o alima?as). Es decir, no trata al pueblo cubano como seres humanos, sino como camada con anzuelo. Luego, cuando consigue no su prop¨®sito sino la promesa de ese prop¨®sito, los fugitivos dejan de serlo y las playas quedan desiertas y peligrosas como antes. Este cinismo en gran escala recuerda c¨®mo Hitler jug¨® con la vida de los jud¨ªos (no hay m¨¢s que mencionar el llamado "barco de la muerte" con refugiados alemanes enviados a Cuba en 1938) antes de exterminarlos en masa.
Muchos comentaristas ingleses han usado la misma frase para describir la situaci¨®n actual del pueblo de Cuba. Dicen que los cubanos (y no s¨®lo los n¨¢ufragos) se hallan between the devil and the deep blue sea. Quieren decir que est¨¢n entre alternativas igualmente indeseables. Debo regresar a la met¨¢fora original que, como todas las relaciones po¨¦ticas, tiene que ver m¨¢s con la ruda realidad. El refr¨¢n ingl¨¦s dice que (los cubanos) est¨¢n atrapados entre el diablo y el infinito mar azul. ?Ah Cuba! Tan lejos de Dios y tan cerca de Mefistofidel.
Cuba fidelista es un Estado totalitario y un fracaso total. S¨®lo funcionan la polic¨ªa y la propaganda: la polic¨ªa para el interior, la propaganda para el extranjero. La revoluci¨®n hace rato que no existe. Naufrag¨® entre las mentiras de Castro y Castro mismo no existe. S¨®lo existe el ruido que hace y el eco ben¨¦volo o nost¨¢lgico. Desdichadamente ese eco in lontano se escucha a¨²n entre las democracias.
Goebbels dijo: "La gente creer¨¢ m¨¢s f¨¢cilmente una mentira grande que una peque?a". Esa gran mentira es la historia de Cuba reescrita por Castro sin papel ni tinta. En 1959, en uno de sus primeros discursos, asever¨® as¨ª el M¨¢ximo con m¨¢ximas: "Nos divorciaron de la verdad para casarnos con la mentira". Se refer¨ªa a Batista, pero pod¨ªa estar hablando de s¨ª mismo. De las muchas mentiras que ha propagado ninguna m¨¢s infame que haber dicho (y hecho creer) que Cuba era un burdel y un casino para turistas americanos. Es decir, una Tijuana del rico.
No hay casinos ni prostituci¨®n cubana en Miami, pero nunca hab¨ªa habido en Cuba como ahora una prostituci¨®n generalizada y galopante. (Las prostitutas se llaman a s¨ª mismas jineteras). Hay putas dondequiera y el Gobierno admite que hay no s¨®lo putas, sino putos y puticas. Muchas de las mujeres son profesionales, pero no putas profesionales, sino graduadas de universidad, gente decente hecha indecente por la miseria. Un periodista ingl¨¦s refiri¨® que se encontr¨® con una familia non-sancta toda "haciendo la calle". La abuela, la madre y la hija de doce a?os se prostitu¨ªan por lo que tuviera el turista: dinero, ropas, la entrada a un restaurante. Pero la prostituci¨®n no se limita a La Habana. Este periodista relat¨® que vio en Varadero casi ni?as que le propon¨ªan una felaci¨®n por un d¨®lar. Por dos d¨®lares le vend¨ªan el cuerpo.
Todo ? se debe, dir¨¢n los panegiristas de ocasi¨®n, al cruel embargo norteamericano. Antes ven¨ªan turistas escogidos que iban derecho a la Casa Marina (la due?a del burdel era una gallega llamada Marina), ahora viene la morralla de Espa?a quedada detr¨¢s de que se quejaba P¨ªo Baroja. Recuerda William Shirer en su Diario de Berl¨ªn: "La t¨¦cnica del F¨¹hrer consiste en que una mentira es mucho m¨¢s ¨²til que mil verdades". De Fidel Castro considerado como un perfecto propagandista d`apr¨¦s la lettre.
El frac en Carne y fantas¨ªa dictaba las relaciones ins¨®litas de quien se lo pon¨ªa. La guayabera, qui¨¦n lo dir¨ªa, hace historias como un frac fant¨¢stico. El depuesto y encarcelado presidente venezolano Carlos Andr¨¦s P¨¦rez fue presidente, electo hace a?os. Todav¨ªa m¨¢s atr¨¢s en su carrera canalla fue ministro del Interior con R¨®mulo Betancourt y el hombre que aniquil¨® inclemente la guerrilla que Castro hab¨ªa organizado contra Venezuela. Fue una campa?a cruel y sangrienta que le permiti¨® a P¨¦rez postularse para presidente ("Democracia con energ¨ªa" fue su lema) y ganar las elecciones. S¨®lo unos meses m¨¢s tarde entr¨® el presidente a palacio vestido de punta en blanco. En su oficina anunci¨® a sus secretarias: "?Ven ustedes esta camisa? Pues no es una camisa, es una guayabera. Me la regal¨® Fidel, que mand¨® a hacerla a mi medida". Todos sabemos ahora cu¨¢l es la medida del ex presidente P¨¦rez, encausado por estafa.
En algunos reductos liberales adoptan la guayabera como una bandera blanca. Son los que apuntan con un dedo te¨®rico y se?alan a los Estados Unidos para decir que deben levantar el embargo (ya no repiten con Castro "el criminal bloqueo") a Cuba. Aducen que esa naci¨®n tiene relaciones con China y Vietnam para comerciar libremente. Esos candidatos, hombres de punta en blanco, nunca recuerdan que Mao muri¨® y muri¨® Minh. Fidel Castro, infortunadamente, no les hace compa?¨ªa todav¨ªa en uno de los c¨ªrculos dantescos.
La guayabera es una prenda tradicional cubana y era la vestimenta m¨¢s dem¨®crata: la llevaban tanto los obreros como los terratenientes. Ahora sirve de disfraz a un azote de la democracia. Antes cuando un pol¨ªtico usaba la guayabera con fines populistas se le llamaba manengue. ?Qui¨¦n nos iba a decir, se?ores del jurado, que Fidel Castro, un enemigo del pueblo, iba con los a?os a resultar un manengue por dos d¨ªas? Una caracter¨ªstica del diablo es que utiliza a menudo m¨²ltiples disfraces para hacer el mal. Pero el mal compone muy bien los dos primeros actos para terminar siempre en el fracaso del ¨²ltimo acto. ?Quieren ustedes un ejemplo o dos? Puedo inclusive repartir fotos.
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