Orejas

El dicho "Pasa en las mejores familias" acaba de recibir confirmaci¨®n universal. La familia mundial por antonomasia, esto es, la real de Inglaterra, se ha visto dolorosamente equiparada a la plebe con el descubrimiento, aireado por el propio heredero, de que pap¨¢ le hac¨ªa la pu?eta, como cualquier progenitor borde, con observaciones del tipo: "Vaya orejas. Ten cuidado al doblar las esquinas, no sea que eches a volar con la corriente de aire y crean que vamos a bombardear el Ulster". Qu¨¦ horror. Por cosas as¨ª surgen los asesinos en serie; menos mal que a Carlos le dio por fastidiar al personal en temas secundarios, como la arquitectura pastelera de la que se hizo adicto.En estos d¨ªas de tensa campa?a, electoral vasca, el chismecillo que llega del norte de Europa constituye un elemento de reflexi¨®n. Por ejemplo, ?no habr¨ªa sido mejor para el electorado nacionalista oficial que su padre Arzalluz, en vez de halagarle los bajos instintos, le hubiera infundido una cierta inseguridad, meti¨¦ndose con sus orejas (o con sus orejeras). Posiblemente. Eso hubiera planteado una necesidad, que tambi¨¦n se da en las mejores familias, y que Carlos de Inglaterra ha acometido gallarda, aunque tard¨ªamente: matar al padre para empezar a ser.

Pero quisiera ahondar en berenjenales auton¨®micos. Ci?¨¦ndome al caso del hombre que a¨²n no puede reinar, habr¨ªa que a?adir que, con sus denuncias sobre una infancia infeliz y un matrimonio sin amor, no s¨®lo ha puesto a la monarqu¨ªa brit¨¢nica al borde del abismo, sino que su propia madre ha bajado el list¨®n de exigencia en materia de sombreros: el modest¨ªsimo modelo que se ha puesto para visitar Rusia resulta a todas luces insuficiente para detener el chaparr¨®n, en el caso de que Yeltsin le vomite encima el excedente de vodka ingerido la noche antes.