Esther Paniagua: "Dios tambi¨¦n est¨¢ en Bab el Oued"
"Dios tambi¨¦n , est¨¢ en Bab el Oued". Con esta frase, la religiosa Esther Paniagua Alonso hab¨ªa rechazado horas antes de su asesinato la sugerencia realizada por las autoridades consulares para que abandonara la residencia de este barrio, uno de los feudos islamistas m¨¢s importantes de la capital, y trasladar la peque?a comunidad de las agustinas misioneras a otra zona m¨¢s segura de la ciudad.
De esta manera, sor Esther se, despidi¨® del c¨®nsul Bernardino Le¨®n y del embajador, Javier Jim¨¦nez Ugarte, quienes en la ma?ana del domingo hab¨ªan acudido a las instalaciones del hospital Beni-Nen, en las afueras de Argel, donde la religiosa trabajaba en el departamento de medicina interna. Era una visita de cortes¨ªa, pero la hermana Esther hab¨ªa tenido especial cuidado para convertirla en una entrevista plagada de reivindicaciones con las que suplir las deficiencias del centro sanitario, desde medicamentos a un aparato especial para efectuar las colonoscopias. La lista era inmensa. Como de costumbre."Todo esto est¨¢ muy bien, pero ustedes v¨¢yanse de Bab el Oued", implor¨® con rudeza por en¨¦sima vez el c¨®nsul, bregado en la diplomacia m¨¢s dura. Fueron sus ¨²ltimas palabras. Luego, el diplom¨¢tico se instal¨® con el embajador en el interior del veh¨ªculo blindado y, custodiados por los geos, regresaron a la residencia de la Embajada de Espa?a. Ella se qued¨® en el barrio.
El embajador volvi¨® a ver a sor Esther en el dep¨®sito de cad¨¢veres del hospital militar de Ain Naya. Cinco horas m¨¢s tarde. Sobre el m¨¢rmol, el rostro de la religiosa espa?ola emanaba tranquilidad. Ten¨ªa un solo disparo en la cabeza y hab¨ªa perdido sus gafas. Parec¨ªa m¨¢s bella que nunca, asegur¨® conmovido Jim¨¦nez Ugarte tras haber reconocido el cad¨¢ver y haber dejado en la unidad de cuidados intensivos a la otra religiosa espa?ola, Mar¨ªa ?lvarez Mart¨ªn. Estaba ya herida de muerte. Ella tambi¨¦n ten¨ªa otra bala en la cabeza.
De dos en dos
Todo sucedi¨® muy deprisa, a eso de las 18.00 horas, cuando las. cuatro religiosas de la comunidad de Bab el Oued abandonaron su vivienda, sita en la antigua capilla de San Jos¨¦, para dirigirse a la de San Luis, convertida en la parroquia del barrio y dirigida por una congregaci¨®n de monjas francesas. La misa, como todos los domingos, era a las 18.30 horas. Salieron de la casa las de dos en dos, respetando as¨ª instrucciones de seguridad dadas por la Embajada de no caminar nunca en grupos numerosos. Delante iban Esther y Mar¨ªa. Detr¨¢s, Lourdes y Mar¨ªa Jes¨²s.
"Llegamos hasta el edificio de la capilla de San Luis. Ellas torcieron la esquina y las perdimos de vista. En este instante o¨ªmos como dos disparos. Eran dos disparos. Lourdes y yo retrocedimos. Tuvimos miedo. Pero luego decidimos continuar nuestra marcha. Unos muchachos de apenas 15 a?os nos lo impidieron, nos obligaron a entrar en un portal y nos tuvieron all¨ª escondidas dentro de la casa. Hasta que pas¨® todo", explicaba ayer Mar¨ªa Jes¨²s, la provincial de la comunidad, quien se encuentra provisionalmente en Argel en visita pastoral.
El cuerpo de sor Esther cay¨® en la entrada del recinto religioso, en el patio, en medio de un charco de sangre. Su compa?era estaba malherida a su lado. Las dos con un tiro en la sien. En la puerta de hierro de la capilla de San Luis se pod¨ªa ver a¨²n ayer el agujero de un impacto de bala. Nadie recuerda nada, salvo un veh¨ªculo con tres j¨®venes apostados cerca del templo.
Bab el Oued, apenas a dos kil¨®metros del centro de la capital, qued¨® por unos instantes paralizado. Las calles cercanas a la capilla, vac¨ªas de gente, mientras los veh¨ªculos policiales y las ambulancias hac¨ªan sonar sus sirenas. Atardec¨ªa ya en Argel y algunos comerciantes aprovecharon los momentos de p¨¢nico para bajar sus persianas y refugiarse en casa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.