Un paso m¨¢s
HOY SE firma, en una solemne ceremonia y en presencia de Clinton, el tratado de paz entre, Jordania e Israel. Es el primer tratado formal dentro del proceso -iniciado en la Conferencia de Madrid- de supera ci¨®n del estado de guerra, cuyo objetivo final es esta blecer un sistema de seguridad y cooperaci¨®n en toda la regi¨®n de Oriente Pr¨®ximo. Es cierto que, en ese proceso tan complejo, el tratado entre Jordania e Israel es el menos dificil de los muchos pasos a dar. Sin embargo, su firma es imprescindible para afrontar otros retos mayores y paliar reveses en otros frentes.Pese a los momentos tr¨¢gicos generadores de ingente tensi¨®n como el reciente atentado de Ham¨¢s en Tel Aviv, los avances que se han dado en Oriente Pr¨®ximo desde aquella reuni¨®n de Madrid son impresionantes. Arafat est¨¢ ya en Gaza, gobernando un territorio a¨²n ¨ªnfimo, pero con la perspectiva admitida por los israel¨ªes de celebrar a corto plazo unas elecciones en Cisjordania para crear un Gobierno. La polic¨ªa palestina comienza a funcionar. Hechos impensables hace apenas un a?o.
Tambi¨¦n en el basti¨®n del m¨¢ximo irredentismo anflisrael¨ª de la zona, Siria, se oyen voces que apuestan claramente por una negociaci¨®n seria con Israel. El hecho de que Clinton haya decidido hacer el viaje de Damasco para entrevistarse con Asad es indicativo. El presidente norteamericano efect¨²a esta gira por Oriente Pr¨®ximo en v¨ªsperas de unas elecciones en su pa¨ªs que pueden decidir su suerte. Lo hace convencido -y con razones para ello- de que Oriente Pr¨®ximo es uno de los terrenos en los que es m¨¢s probable un ¨¦xito que mejore la maltrecha situaci¨®n del Partido Dem¨®crata. Si va a Damasco es porque tiene indicios claros de que hay all¨ª una disposici¨®n real a la apertura. Su presencia ayudar¨¢ sin duda a materializarla. La cuesti¨®n ahora est¨¢ en encontrar una f¨®rmula que permita a Israel dejar los altos del Gol¨¢n de una manera que no ofenda a la mayor¨ªa de la poblaci¨®n israel¨ª y con garant¨ªas para su seguridad.
Pero es en el terreno en el que m¨¢s han avanzado los esfuerzos pacificadores donde surgen ahora problemas agudos: en Palestina. Como respuesta al atentado de los terroristas de Ham¨¢s, el -primer ministro Rab in ha decretado medidas que afectan gravemente a toda la poblaci¨®n palestina. Al cerrar la frontera entre Gaza e Israel ha dejado sin trabajo a miles de palestinos condenados al hambre. Es muy cuestionable que esta decisi¨®n de impermeabilizar la frontera vaya a frenar al terrorismo. Por el contrario, puede sembrar la desesperaci¨®n entre los j¨®venes y empujarlos a las filas de los grupos radicales violentos, contrarios al proceso de paz. La procedencia de estas represalias duras y por lo que parece poco meditadas es discutida por algunos ministros del Gobierno israel¨ª.
Ayer se produjo en este campo de las relaciones entre los palestinos e Israel un hecho de enorme importancia. Las negociaciones bilaterales se han reanudado en El Cairo y las delegaciones de Israel y de la OLP han acordado tomar medidas conjuntas para combatir el terrorismo y evitar que se repitan acciones, como la matanza de Tel Aviv. En la lucha contra el terrorismo, Israel y la OLP tienen por primera vez en la historia intereses comunes. Israel no debiera ignorar por ello la necesidad del propio Arafat de poder presentar otros logros a su pueblo para enfrentarse con ¨¦xito a las fuerzas radicales. En ese orden son decisivos los aspectos econ¨®micos y la liberaci¨®n de algunos de los palestinos a¨²n presos en c¨¢rceles israel¨ªes.
La gran dificultad con la que choca Rabin, por su parte, es la presi¨®n creciente del Likud, la, derecha israel¨ª, que considera traici¨®n casi todos los pasos encaminados hacia soluciones pac¨ªficas. Esta derecha se apoya sobre todo en los colonos de los territorios ocupados, fuera de la frontera estricta de Israel; saben que la paz exigir¨¢, en un plazo m¨¢s o menos corto, su retorno al territorio israel¨ª. Existe la amenaza de que la derecha enemiga de Rabin logre ampliar sus fuerzas con su demagogia contra la paz y la inestimable ayuda de los terroristas de Ham¨¢s. Si en las pr¨®ximas elecciones ganase el Likud, las posibilidades de llevar adelante el proceso de paz se reducir¨ªan al m¨ªnimo. O a la nada. Arafat y Rabin necesitan ¨¦xitos y tienen intereses comunes. ?Qu¨¦ m¨¢s l¨®gico entonces que una colaboraci¨®n r¨¢pida y eficaz?
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