M¨¢s cerca del chimpance
La relevancia de algunos descubrimientos trasciende los estrechos l¨ªmites de la comunidad de los especialistas y contribuye a alterar y conformar nuestra cosmovisi¨®n, la imagen que nos hacemos del universo en que vivimos y de nuestra posici¨®n en ¨¦l. Tal es el caso del reciente hallazgo en Aramis (Etiop¨ªa) de los f¨®siles de hom¨ªnidos m¨¢s antiguos encontrados hasta ahora.. Hace tiempo que los antrop¨®logos aceptan nuestro parentesco con los chimpanc¨¦s, pero los prejuicios antropoc¨¦ntricos les inducen a desear que ese parentesco sea lejano y a convertir el deseo en presunta realidad. La cercan¨ªa del parentesco es funci¨®n del tiempo que hay que recorrer hacia atr¨¢s hasta llegar a ancestros comunes. Por eso los antrop¨®logos deseaban y supon¨ªan que los ancestros comunes de humanos y chimpanc¨¦s quedar¨ªan bastante alejados en el tiempo, al menos 20 millones de a?os, y que los chimpanc¨¦s estar¨ªan m¨¢s emparentados con los otros monos que con nosotros. Ese consenso fue roto por la irrupci¨®n de los bi¨®logos moleculares en el estudio de nuestra genealog¨ªa.
En 1963 Morris Goodrnan public¨® los resultados de sus comparaciones inmunol¨®gicas de las prote¨ªnas de diversos primates, que mostraban que los chimpanc¨¦s est¨¢n m¨¢s emparentados con nosotros que con los orangutanes. En 1967 Vincent Sarich y Allan Wilson midieron la distancia entre los nudos del ¨¢rbol filogen¨¦tico, recurriendo tambi¨¦n al an¨¢lisis de prote¨ªnas, y llegaron a la conclusi¨®n de que los humanos se hab¨ªan separado de los chimpanc¨¦s y los gorilas hace s¨®lo cinco millones de a?os. Esto provoc¨® un gran esc¨¢ndalo. Los paleoantrop¨®logos tradicionales rechazaron los resultados moleculares y siguieron defendiendo que la bifurcaci¨®n se habr¨ªa producido hace m¨¢s de veinte millones de a?os, aduciendo que el Sivapithecus (un primate del Mioceno del que se hab¨ªan encontrado en Pakist¨¢n mand¨ªbulas y dientes f¨®siles de hace 14 millones de a?os) estaba ya en la l¨ªnea filogen¨¦tica humana y no en la de los chimpanc¨¦s o gorilas. Sin embargo, el descubrimiento de nuevos f¨®siles a principios de los ochenta ha mostrado que el Sivapithecus no era un hom¨ªnido, sino un orangut¨¢n arcaico, lo que ha motivado la aceptaci¨®n cada vez m¨¢s general de los resultados de Sarich y Wilson. M¨²ltiples comparaciones moleculares posteriores han confirmado que la rama filogen¨¦tica humana se separ¨® de la de los gorilas y chimpanc¨¦s hace s¨®lo entre cinco y seis millones de a?os. Pero esta hip¨®tesis, basada en el estudio de mol¨¦culas actuales, aguardaba a¨²n el refrendo de los f¨®siles.
El reciente descubrimiento (por Tim White y otros) de los dientes y partes del cr¨¢neo, la mand¨ªbula y algunos huesos del ya bautizado Australopithecus ramidus en estratos de hace 4,5 millones de a?os nos acerca a la fecha de la predicci¨®n molecular de separaci¨®n de ambos linajes. En efecto, aunque el A. ramidus comparte con Lucy (A. afarensis) algunos caracteres hom¨ªnidos, otros son m¨¢s pr¨®ximos a los chimpanc¨¦s. En cualquier caso, se trata de una especie muy pr¨®xima en el tiempo al punto de divergencia entre nuestro linaje y el de los chimpanc¨¦s. Los chimpanc¨¦s, con los que compartimos el 99% de nuestros genes, se separaron de nosotros hace s¨®lo cinco millones de a?os.La paleoantropolog¨ªa de los huesos, ha acabado por confirmar las predicciones (o mejor dicho, las retrodicciones) de la biolog¨ªa molecular. Y nosotros hemos ganado en autoconsciencia y en conocimiento de la familia. Cada vez sabemos mejor qui¨¦nes somos. No somos los hijos de los dioses, sino los primos de los chimpances.Jes¨²s Moster¨ªn es Catedr¨¢tico de L¨®gica, Historia y Filosofia de la Ciencia (Universidad de Barcelona).
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