Lechugas at¨®micas
Resulta que aqu¨ª mismo hubo hace 24 a?os un accidente nuclear del que no ten¨ªamos noticia. Por lo visto, el 7 de noviembre de 1970, unos se?ores del Centro de Energ¨ªa Nuclear Juan Vig¨®n estaban trasvasando 700 litros de orines radiactivos de una lechera a otra cuando se les derram¨® sobre el Manzanares una cantidad indeseable de esa leche nuclear que fue a parar a las huertas de los alrededores. As¨ª que estuvimos comiendo no s¨¦ cu¨¢nto tiempo lechugas y tomates radiactivos. Este peri¨®dico entrevist¨® el otro d¨ªa a algunos de los campesinos de las huertas afectadas y dec¨ªan cosas incre¨ªbles. Uno de ellos, por ejemplo, afirm¨®: "Se llevaron barro de las caceras (canales de riego) y meses despu¨¦s se coment¨® que el agua hab¨ªa bajado con ¨¢tomos".A lo mejor quiso decir que ven¨ªa con m¨¢s ¨¢tomos de los autorizados, porque los ¨¢tomos, que yo sepa, est¨¢n por todas partes. Cada uno de nosotros, de hecho, somos un conjunto at¨®mico, de ah¨ª que estallemos cuando se nos prende el fulminante de la paciencia. Por eso lo mantuvieron en secreto, para que no estall¨¢ramos, porque en aquella ¨¦poca explot¨¢bamos por cualquier cosa. Faltaban cinco a?os para que se muriera Franco, aunque entonces ya est¨¢bamos resignados a su inmortalidad. Digo yo que igual lo mat¨® una de esas lechugas radiactivas, porque en El Pardo se com¨ªan muchas verduras para guardar el r¨¦gimen.
La vida es imprevisible., En el a?o 72 yo tuve dolores de cabeza a los que los m¨¦dicos no encontraban explicaci¨®n. Me recetaban, optalidones con caf¨¦, que me gustaban mucho, porque el optalid¨®n de entonces aliviaba el rencor de clase. Ahora, como ya no hay lucha de clases, es dificil explicar este rencor, pero se trataba de una sensaci¨®n at¨®mica que te crec¨ªa en el pecho cuando te estabas afeitando para ir a trabajar, y ya no se te quitaba en todo el d¨ªa, a menos que te tomaras un par de optalidones con el primer caf¨¦. A m¨ª, el optalid¨®n no me suprim¨ªa del todo el dolor de cabeza, pero me pon¨ªa bondadoso y me hac¨ªa comprender los sufrimientos del capital para arrancarme la plusval¨ªa: en aquellos a?os ¨¦ramos muy quisquillosos con nuestra plusval¨ªa. Ahora hay gente que est¨¢ loca por entreg¨¢rsela al primero que pasa, pero en los setenta ten¨ªamos muy desarrollado el sentido de la propiedad y la defend¨ªamos con u?as y dientes; hasta hab¨ªa sindicatos clandestinos a los que pod¨ªas recurrir si alg¨²n desalmado te daba un tir¨®n y te quitaba el bolso con toda la plusval¨ªa dentro. Qu¨¦ tiempos.
Junto a los dolores de cabeza, me sali¨® tambi¨¦n un bultito en la ingle con el que me acostumbr¨¦ a convivir porque me daba verg¨¹enza ense?¨¢rselo al m¨¦dico. Yo, con franqueza, siempre pens¨¦ que los dolores de cabeza y el bulto de la ingle eran cosas psicosom¨¢ticas, porque tengo un temperamento un poco nervioso, pero ahora pienso que pudo ser por culpa de las lechugas radiactivas, porque en mi casa ¨¦ramos muy de derechas y tambi¨¦n tom¨¢bamos verduras para guardar el r¨¦gimen. Lo malo de estas cosas es que te enteras cuando ya no tienen remedio, por eso hay que desconfiar siempre, sobre todo de las autoridades. Las autoridades tienen una tendencia a mentir que yo no s¨¦ de d¨®nde les viene, porque por lo general proceden de buenas familias. Digo esto porque el agua de los grifos de algunas zonas de Madrid tuvo esta semana un sabor indeseable y un olor algo f¨¦tido. El Canal se ha apresurado a decir que no tiene importancia, que se la puede usted beber, aunque sea con asco. Pero cualquiera les cree. 0 sea, que si le duele a usted la cabeza o le salen bultitos en la ingle no lo atribuya a los nervios. Quienes est¨¢n mal de los nervios son las autoridades. Y de la plusval¨ªa olv¨ªdese: la tiene De la Rosa dentro de un calcet¨ªn, en Suiza.
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