Oiga, ?son ustedes independiente?
Amparo Rivadulla, una lectora de Oviedo, ha escrito a la Defensora del Lector una breve y directa carta: "Leo EL PA?S desde hace muchos a?os, pero tambi¨¦n oigo la radio y hojeo otros peri¨®dicos de vez en cuan, do. De un tiempo a esta parte oigo y leo variadas acusaciones sobre la falta de independencia de EL PA?S. He pensado que lo mejor. es preguntarles directamente: ?son ustedes periodistas independientes? Agradecer¨ªa una respuesta, porque, como dijo un d¨ªa por la radio un gracioso, pol¨ªtico, 'esta situaci¨®n me pone fuera de s¨ª".?Es ¨¦ste un tema que deba tratar un departamento de defensa del lector? Creo que s¨ª. La Defensora del Lector estima que la lectora quiere, con raz¨®n, o¨ªr directamente a los periodistas que elaboran este peri¨®dico d¨ªa a d¨ªa.
Salvo que se crea que los periodistas son meros empleados, sin responsabilidad en lo que escriben o elaboran, es razonable pedirles su respuesta. Precisamente, una de las cosas m¨¢s curiosas en esta batalla es ese olvido de la parte de responsabilidad que tienen las redacciones en los contenidos de los medios de comunicaci¨®n para los que trabajan.
La Defensora del Lector cree que la independencia de cualquier medio reside en la empresa que lo edita, pero tambi¨¦n, y fundamentalmente, en la capacidad y honestidad de los periodistas que lo escriben y elaboran y en el empe?o que pongan en exigir el respeto de sus normas profesionales. Por tanto no se puede acusar a un medio de manipular la informaci¨®n, sin estar lanzando tambi¨¦n una grave acusaci¨®n contra los profesionales que trabajan en ¨¦l.
Todo el mundo deber¨ªa saber que los medios de comunicaci¨®n est¨¢n continuamente sometidos a toda clase de presiones, internas y externas. Aqu¨ª, en Estados Unidos y en Beluchist¨¢n. Lo que hace a un medio de comunicaci¨®n independiente no es negar que existen esas presiones. (como defensora del lector les aconsejo que desconf¨ªen inmediatamente de quien lo niegue), sino establecer las normas y mecanismos para poder rechazarlas.
Las presiones pueden llegar a trav¨¦s de grupos externos (Gobiernos, partidos pol¨ªticos, en el poder o de oposici¨®n, bancos, sindicatos, empresas, anunciantes, grupos religiosos) o internos (la propiedad, el director de un peri¨®dico -que puede tener sus propios y quiz¨¢ poco confesables intereses-, un jefe intermedio, un ilustre colaborador o un simple e interesado redactor). Obviamente, unas ser¨¢n m¨¢s fuertes que otras. Lo importante, lo que permite defender los intereses de ustedes, los lectores, es que existan mecanismos para garantizar que esas presiones no se plasman en el producto que compran cada d¨ªa. Y que esos mecanismos est¨¦n aceptados por empresa y Redacci¨®n.
?Qu¨¦ mecanismos son ¨¦sos? Los que se establecen en el Estatuto de la Redacci¨®n de EL PA?S: Art¨ªculo 3.2. EL PA?S se esfuerza por presentar diariamente una informaci¨®n veraz, lo m¨¢s completa posible, interesante, actual y de alta calidad, de manera que ayude al lector a entender la realidad y a formarse su propio criterio.
Art¨ªculo 3.3. EL PA?S rechazar¨¢ cualquier presi¨®n de personas, partidos pol¨ªticos, grupos econ¨®micos, religiosos o ideol¨®gicos que traten de poner la informaci¨®n al servicio de sus intereses. Esta independencia y la no manipulaci¨®n de las noticias son una garant¨ªa para los derechos de los lectores, cuya salvaguardia constituye la raz¨®n ¨²ltima del trabajo redaccional. La informaci¨®n y la opini¨®n estar¨¢n diferenciadas.
Esto que acaban de leer es el n¨²cleo duro", el alma, del Estatuto. Constituye un compromiso entre el Consejo de Administraci¨®n, la Junta General de Accionistas y la Redacci¨®n, y fue aprobado en junio de 1980.
El principal mecanismo es, pues, primero y antes que todo, uno que permita asegurar la veracidad de lo que ustedes leen. M¨¦todos, de trabajo, cotidianos, rutinarios y de obligatorio cumplimiento, que exijan comprobar, contrastar y verificar honestamente la informaci¨®n.
No crean ustedes que es una entelequia. En absoluto. Cualquier profesional honesto sabe qu¨¦ normas tiene que respetar para lograrlo. Sabe que para contar algo es imprescindible haberlo visto personalmente o tener varias fuentes solventes que lo confirmen. Cualquier periodista sabe que si no respeta esa norma, o , si mezcla arteramente informaciones con opiniones, o permite que le intoxiquen, est¨¢ atentando contra el principio de veracidad. Lo sabe ¨¦l mismo, y !o saben sus colegas, aunque quiz¨¢ consiga distraer o confundir en ocasiones a sus lectores u oyentes.
La Defensora del Lector tiene poco que a?adir. Simplemente, recordar que el Estatuto de la Redacci¨®n de EL PA?S y el Libro de estilo obligan a trabajar con dos objetivos profesionales: la veracidad (asegurarse por todos los medios a su alcance de que es verdad lo que se publica) y la honestidad (que consiste en creer -insisto, creer verdadera, personal y apasionadamente-, que los ¨²nicos intereses que est¨¢n obligados a defender son los de los lectores). La Redacci¨®n de EL PA?S debe, tenerlos presentes d¨ªa a d¨ªa, simplemente porque es su obligaci¨®n profesional. Los lectores pueden compartir o no la l¨ªnea editorial, o parte de ella, pero la honestidad de un peri¨®dico se mide a trav¨¦s de las informaciones que publica. Un peri¨®dico ser¨¢ tan honesto como honestos, veraces, peleones y profesionales sean las personas que se encargan de escribirlo. y editarlo. Y, sinceramente, este peri¨®dico, EL PA?S, est¨¢ lleno de hombres y mujeres honestos. Lleno de periodistas honestos.
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