Greenpeace ha perdido un mill¨®n de socios en todo el mundo y 150 millones de pesetas anuales
La organizaci¨®n ecologista m¨¢s potente afronta su mayor crisis en la asamblea general
La organizaci¨®n ecologista Greenpeace se parece estos d¨ªas a las grandes multinacionales a las que critica con tanto ¨ªmpetu: la recesi¨®n econ¨®mica le ha golpeado duramente. Su asamblea anual, reunida en Tabarca (norte de T¨²nez) desde el s¨¢bado hasta ma?ana, alberga fuertes discrepancias sobre c¨®mo recortar gastos y personal y qu¨¦ estrategias y campa?as adoptar en el futuro. Tras a?os de expansi¨®n, la crisis le ha pillado desprevenida, embarcada en ambiciosas y complejas operaciones. En lo que va de d¨¦cada, Greenpeace ha perdido uno de sus seis millones de socios.El principal baj¨®n de ingresos y socios se ha producido en EE UU, donde influy¨® tambi¨¦n la decidida postura de Greenpeace contra la guerra del Golfo -contienda que contaba con gran apoyo popular en aquel pa¨ªs-.
1989 fue el ¨²ltimo a?o de ganancias -310 millones de pesetas de super¨¢vit-. En 1991, el batacazo: 500 millones de pesetas de p¨¦rdidas; despu¨¦s, los n¨²meros rojos -unos 150 millones anuales- se han repetido. La reducci¨®n de gastos que se propondr¨¢ en T¨²nez, hasta donde se han trasladado 105 militantes, responsables de la oficina nacional y representantes de la organizaci¨®n, supone un recorte del 10% del personal -unos 110 puestos de trabajo- y la contenci¨®n de gastos en salarios y campa?as.
Sobre las medidas a tomar, hay dos posturas divergentes. La oficina central de Amsterdam y la junta directiva (siete personas) difieren en c¨®mo acometer la crisis: si reducir en 450 millones de pesetas el presupuesto para el a?o que viene. Esto implicar¨ªa incluso cerrar alguna oficina nacional en los pa¨ªses menos rentables, con menos socios. O si echar mano del fondo de reserva para que nada sea tan doloroso y dar un plazo de dos o tres a?os hasta conseguir que algunas delegaciones nacionales consigan ser autosuficientes. Esta posici¨®n es la defendida por la junta directiva y la presidenta, la alemana Uta Bellion. En esas reservas hay varios miles de millones, incluidos los 1.600 que tuvo que darles el Gobierno franc¨¦s como indemnizaci¨®n por el hundimiento del Rainbow Warrior, en 1985, seg¨²n informa France Press.
Oficina en Espa?a
La oficina de Espa?a, abierta hace 10 a?os, se ha librado por ahora de la crisis. "Hemos tenido todos los a?os un crecimiento lento, pero continuado. Nunca nada espectacular, pero eso nos ha evitado sustos", dice Mar¨ªa Luisa Toribio, de la oficina de Madrid. "Nosotros para el a?o que viene podemos mantener el presupuesto y los puestos de trabajo". En las tres oficinas espa?olas trabajan 31 personas; el presupuesto es de 270 millones. La cuota m¨ªnima de un socio espa?ol es de 5.000 pesetas anuales.Junto con los ajustes de n¨²meros, se han intensificado las disparidades sobre c¨®mo hacer las cosas. Los ¨¢nimos est¨¢n templados. Para unos hay que centrarse m¨¢s en el car¨¢cter internacional de la organizaci¨®n; para otros, las oficinas nacionales y las campa?as locales deben ganar presencia.
Para unos hay que concentrar las protestas en los pa¨ªses industrializados; para otros, hay que diversificarlas por todo el mundo, sin olvidar el Tercer Mundo. Adem¨¢s, las voces cr¨ªticas sobre el volumen y tono de las campa?as cada vez son m¨¢s altas; y son muchos los que consideran que deben concentrarse en menos campa?as y m¨¢s efectivas, y seguir acentuando el tono positivo y m¨¢s amable de Greenpeace frente a su imagen catastrofista.
Y en algo se parece tambi¨¦n la organizaci¨®n Greenpeace a los grandes foros mundiales en los que salen a relucir las diferencias entre pa¨ªses ricos y pobres. En el seno de la organizaci¨®n tambi¨¦n han surgido protestas porque Estados Unidos, Reino Unido, Alemania y Holanda acaparan el poder de decisi¨®n ya que son los pa¨ªses que m¨¢s aportan a Greenpeace Internacional. Como prueba de esa desigualdad, s¨®lo 11 de los 30 pa¨ªses en que est¨¢ Greenpeace tienen voto en el consejo anual. Espa?a es uno de ellos. "Reconocemos", dice Mar¨ªa Luisa Toribio, "que hay que mejorar la participaci¨®n".
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