A vueltas con la muerte
El cuervo es ante todo una pel¨ªcula p¨®stuma, -Brandon Lee, hijo de Bruce Lee- encontr¨® la muerte durante el rodaje que la publicidad vende sin recato ampar¨¢ndose en el nombre del difunto, y cuyos m¨¦ritos son m¨¢s que discutibles. Basada en un tebeo de un ex marine atormentado, James O'Barr, el filme muestra, en un brutal pr¨®logo, el asesinato de un chico y una chica, defenestraci¨®n del primero incluida, a manos de una pandilla de delincuentes urbanos. Todo el resto ser¨¢ la historia de la venganza del chico -acert¨®: es Lee-, que regresa de la muerte para arrebatar la vida a quienes asesinaron a su prometida, casualmente el d¨ªa de su boda.La leyenda, pues, est¨¢ servida: una pel¨ªcula que habla de la muerte y el m¨¢s all¨¢, protagonizada por un difunto cuyas im¨¢genes fueron procesadas por ordenador para poder terminar el montaje, es un reclamo fuerte. Pero lo que las im¨¢genes del filme muestran es m¨¢s banal. En primer lugar, porque la m¨¢xima preocupaci¨®n de su director, Alex Proyas, un egipcio-australiano especialista en videoclips y cine publicitario, es provocar el impacto en el espectador, pero sin detenerse demasiado en hacer cre¨ªbles las numerosas incongruencias del gui¨®n. En segundo lugar, porque, como ocurre con harta frecuencia en los ¨²ltimos tiempos -de Dick Tracy a La Sombra, por poner un par de ejemplos, la materia prima ficcional que aporta un tebeo a la imagen en movimiento no es condici¨®n sine qua non para el buen funcionamiento de la pel¨ªcula resultante es m¨¢s, suele ser la principal pega.
El cuervo
Direcci¨®n: Alex Proyas. Gui¨®n: DavidJ. Schow y John Shirley, seg¨²n el tebeo de James O' Barr. Fotograf¨ªa: Dariusz Wolski. M¨²sica: Graeme Revell. Producci¨®n: Edward R. Pressman y Jeff Most para Miramax, EE UU, 1994. Int¨¦rpretes: Brandon Lee, Ernie Hudson, Michael Wincott, David Patrick Kelly, Angel David. Estreno en Madrid: Liceo, Lope de Vega, Benlliure, Aluche, Palafox, Ideal, Vaguada Parquesur, Multicines Pozuelo, Las Rozas Multicines.
Y finalmente, porque, el filme parece considerablemente pobre en recursos y efectos, condici¨®n fundamental para el buen desarrollo de un cine como ¨¦ste, lo que le deja excesivamente prisionero de una mec¨¢nica narrativa en la que s¨®lo importa reconocerse en la violencia del h¨¦roe, y muy poco el resto. Es probable que este manique¨ªsmo del tebeo de partida, dibujado en blanco y negro, interese a un p¨²blico joven. Pero cuando sus personajes se echan a andar, hablan y se mueven, las debilidades estructurales de la historia quedan al aire y se hace previsible y aburrida, un aburrimiento que ni siquiera los decibelios de la banda sonora o las im¨¢genes-choque del videoclipista Proyas logran hacer digerible.
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