Los otros obispos
Izuzquiza, de Per¨², y Taban, de Sud¨¢n, dos prelados que rompen moldes
Mar¨ªa Izuzquiza y de Taban no viven ning¨²n palacio arzobispal ni reciben honores. Taban usa de despacho la sombra de un ¨¢rbol, cualquier rinc¨®n, dice, que halle tranquilo en medio de una guerra civil. Ambos luchan por los derechos humanos, lo que les acarrea la enemistad del poder, y los dos utilizan un todo-terreno que facilita su tarea. Ambos pasaron recientemente por Madrid.A Izuzquiza, le han acusado de las cosas m¨¢s peregrinas. Y ¨¦l se asombra: "Si soy de lo m¨¢s pac¨ªfico". De defender a la comunidad j¨ªbara de los aguarunas cuando hace unos a?os supuestamente mataron a cuatro expedicionarios franceses; de defender las plantaciones de coca dentro de su vicariato; de ponerse del lado de Sendero Luminoso frente al Gobierno peruano. Hasta le ha llegado a escribir el Papa por estos problemas. ?l lo achaca todo a maquinaciones en una zona en la que no existe el sano y justo h¨¢bito de investigar cuando se producen atropellos a los derechos humanos o incluso asesinatos. En cualquier caso Jos¨¦ Mar¨ªa lzuzquiza, 69 a?os, madrile?o de padre vasco, obispo en Ja¨¦n (en la selva peruana, en la frontera con Ecuador) desde 1985, es un personaje curioso y atractivo que defiende con tanto ah¨ªnco tanto a su gente como a sus bosques.
Guerra civil
Paride Taban, 65 a?os, nacido en el sur de Sud¨¢n, es un obispo n¨®mada. La guerra civil entre islamistas del norte y cristianos del sur convirti¨® a su di¨®cesis en una masa de decenas de miles de refugiados harapientos. Todos tuvieron que abandonar la ciudad sure?a de Torit, donde Tabain ten¨ªa su sede episcopal, para escapar a las represalias de las tropas gubernamentales, que, en julio de 1992, lograron recuperar el control de la localidad tras tres a?os de dominio de la guerrilla del Ej¨¦rcito Popular de Liberaci¨®n de Sud¨¢n (SPLA)."Ya no tengo iglesia, ni palacio episcopal, ni cama propia; s¨®lo tengo un coche todoterreno con el que sigo a mi gente all¨ª donde se mueven en busca de paz y de comida".
Su compromiso con los derechos humanos, directamente proporcional al carisma que ha adquirido entre la poblaci¨®n civil, ha convertido a Taban en un personaje inc¨®modo para todos los bandos en lucha. "La pol¨ªtica del Gobierno de Jartum con el sur es peor que el apartheid que la minor¨ªa blanca impuso en Sur¨¢frica; la raza negroafricana se siente amenazada en Sud¨¢n porque, para lograr su asimilaci¨®n, la minor¨ªa ¨¢rabe no escatima la tortura, los bombardeos, la discriminaci¨®n, la exclusi¨®n de la educaci¨®n, leyes que proh¨ªben comerciar a todo el que no sea del norte, la apropiaci¨®n de los bienes y recursos de nuestra tierra, la opresi¨®n e, incluso, como en los tiempos precoloniales, la captura indiscriminada de negros para utilizarlos como esclavos".
Su denuncia de los m¨¦todos brutales del r¨¦gimen integrista musulm¨¢n lo convirtieron en persona non grata en su propio pa¨ªs. "Ya no tengo ni pasaporte", dice con una sonrisa y ense?ando la acreditaci¨®n del Vat¨ªcano que le permite desplazarse por el mundo. "Tengo razones suficientes para pensar que volver a pisar territorio bajo control del Gobierno supondr¨ªa para m¨ª una condena a muerte con ejecuci¨®n inmediata", dice. Estas se?as no implican que sus relaciones con las diferentes facciones de la guerrilla surista est¨¦n libres de conflictos. "Cuando los guerrilleros se apoderaron de Torit me encarcelaron junto a decenas de personas. Nos acusaban de colaborar con el Gobierno por no haber querido abandonar la ciudad; no comprend¨ªan que mi misi¨®n es la de permanecer hasta lo ¨²ltimo con mis ovejas, al margen de las simpat¨ªas y fobias pol¨ªticas".
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