Antenas en la selva
Jos¨¦ Mar¨ªa Izuzquiza, jesuita, brega de un lado para otro, entre la selva del Alto Mara?¨®n y la ceja (seja, dice ¨¦l; all¨ª donde la selva se sube a los Andes). En coches todo-terreno o a lomos de una mula. Con una salud de hierro -"nunca he tenido paludismo"-; por una zona como Galicia de grande, con 350.000 habitantes, de los que 40.000 son nativos, j¨ªbaros con los que nunca ha tenido problemas. "Tienen su cultura, sus costumbres. Pero ya no reducen cabezas ni nada de eso" aclara. Se siente feliz, dice, de llevar 25 a?os all¨ª. "En este tiempo s¨ª que han cambiado muchas cosas, ya lo creo. Antes no hab¨ªa ni tel¨¦fono; ahora tenemos hasta fax. Y cinco canales de televisi¨®n. Es curioso; en la selva les est¨¢n metiendo el mundo moderno con una antena".Le fascina ese mundo de las telecomunicaciones. Para ayudarse en su trabajo se ha dotado de "una radio emisora cultural". Los problemas t¨¦cnicos los soluciona ¨¦l. "Estudi¨¦ f¨ªsica, hice un m¨¢ster en Detroit (EE UU) y antes de ser obispo fui profesor en la Universidad de Lima. Eso, y que soy, muy aficionado a la electr¨®nica, me sirve para la radio, para el mantenimiento de los transmisores. Ahora tengo ayuda de un objetor que ha venido de Espa?a y es ingeniero de telecomunicaciones. Han venido ¨¦l y dos m¨¦dicos, y va a llegar tambi¨¦n un arquitecto para ayudarnos en las obras. Yo ya le he advertido que no va a poder hacer grandes proyectos, que all¨ª todas las construcicio nes son muy sencillas".
Si de hierro es su salud, no es de un material menos endeble su temperamento. "Las acusaciones contra m¨ª no me quitan el sue?o; le dan sal a la vida.
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