La Universidad y la Escuela de Cine

De la mano de la Academia de Cine Espa?ola, cuya presidencia acaba de asumir Jos¨¦ Luis Borau, reaparece el proyecto intermitente de resucitar la Escuela de Cine. La Comunidad de Madrid ha ofrecido la Peineta y la Sociedad General de Autores de Espa?a (SGAE) es muy probable que ofrezca el ajuar y la pasta. Coincide todo ello con el momento en que se dan los primeros pasos en la construcci¨®n de la Ciudad de la Imagen y las comunidades aut¨®nomas se disponen a asumir sus competencias en materia universitaria. Buen momento, pues, para la reflexi¨®n.La Consejer¨ªa de Educaci¨®n de Madrid va a poder encarar ahora un viejo conflicto, generado a comienzos de los setenta, cuando los promotores de la mal llamada Facultad de Ciencias de la Informaci¨®n entendieron que ¨¦sta era incompatible con la Escuela de Periodismo. La huelga de aquel nido de rojos que era la Escuela de Cine aconsej¨® su liquidaci¨®n, mientras se ofrec¨ªa a los delatores la gesti¨®n de elevar los estudios del cine al rango universitario. Aquella decisi¨®n descabellada y miope condenaba a la universidad a la misi¨®n imposible de tener que alfabetizar, profesionalizar y doctorar al mismo tiempo.

Cuando los promotores constataron la imposibilidad de realizar sus aspiraciones personales, dejaron el proyecto a los pies de los caballos. Desde entonces la dif¨ªcil convivencia de la universidad y la profesi¨®n del cine ha estado dominada, en una y otra parte, por un sinf¨ªn de complejos.

Y el remedio es sencillo, pero requiere un gran coraje pol¨ªtico, que (mucho me temo) no se le va a permitir al consejero de Educaci¨®n de Madrid. El aprendizaje de la lectura de los textos audiovisuales responde hoy a imperiosas necesidades de formaci¨®n b¨¢sica de todos los espa?oles, que s¨®lo ser¨¢ posible, si el sistema educativo, cerrado y paralizado por la esclerosis burocr¨¢tica y la demagogia pol¨ªtica, comienza a comportarse como un sistema abierto a la comunicaci¨®n, a la cultura y al mercado.

El desarrollo del cine depende de su inclusi¨®n en los objetivos de una rigurosa pol¨ªtica cient¨ªfica, educativa, cultural e industrial. O... ?es que la cinematogr¨¢fica es una industria que, por alguna raz¨®n especial, dispone de patente de corso y ha de excluirse del I+D? La Ciudad de la Imagen puede ser el parto de los montes, si no existen ideas claras y coraje pol¨ªtico para algunas decisiones radicales:

- la creaci¨®n de un centro llamado de dise?o curricular y did¨¢ctica de los medios audiovisuales en orden a su experimentaci¨®n en una red limitada y controlada de centros piloto de la CAM para su aplicaci¨®n al conjunto de la ense?anza secundaria en sus primeros cursos en un plazo m¨¢ximo de cinco a?os;

- la creaci¨®n de una Facultad de la Imagen o de la Comunicaci¨®n Audiovisual. Veinte a?os de existencia compartida con los estudios de periodismo en la mal llamada Facultad de Ciencias de la Informaci¨®n demuestran la inutilidad (si no el perjuicio) de esa convivencia;

- la aplicaci¨®n de una pol¨ªtica de n¨²merus clausus y una proporci¨®n de cr¨¦ditos pr¨¢cticos que conviertan a la facultad en experimental, lo que requiere nuevo planteamiento presupuestario, metodolog¨ªas de ense?anza personalizada y pr¨¢cticas de laboratorio, que habr¨ªan de completarse en los medios de comunicaci¨®n de la CAM.

Sin esto la Escuela de Cine s¨®lo servir¨¢ para profundizar en viejas heridas, ceder a tentaciones de injustificada segregaci¨®n elitista, encrespar corporativismos trasnochados y seguir condenando a la universidad a enmascarar las verdaderas estad¨ªsticas del paro juvenil.