El cambio del cambio
Los estadounidenses votan un Gobierno m¨¢s peque?o, con un presidente m¨¢s resolutivo y un Congreso m¨¢s agresivo
![Antonio Ca?o](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fbeac12ba-699c-4d3e-89c6-e30be1d9a86c.png?auth=74fed457e58f28ed1f5682cefdc437f0ffd7a482e0124e2212ab78e056c83af2&width=100&height=100&smart=true)
Cambio es hoy, como fue en 1992, la palabra de moda en Washington. El mismo lema que llev¨® a Bill Clinton a la presidencia hace dos a?os le ha servido ahora a los republicanos para obtener un triunfo hist¨®rico, cuyas consecuencias tambi¨¦n pueden ser profundas. Conclusi¨®n: el cambio del que habla el electorado no tiene nada que ver con el que el presidente ha tratado de poner en marcha hasta ahora.El cambio del que habla el electorado est¨¢ orientado hacia un Gobierno m¨¢s peque?o, menos intervencionista y que gaste menos dinero; est¨¢ relacionado con la recuperaci¨®n de valores tradicionales; est¨¢ fundamentado en el rechazo a pr¨¢cticas pol¨ªticas elitistas que, frecuentemente, se vinculan con los dem¨®cratas; y est¨¢ promovido por el deseo de hacer m¨¢s eficaces los ¨®rganos de poder, con un presidente m¨¢s resolutivo y un Congreso m¨¢s agresivo. En definitiva, el cambio del que habla el electorado recuerda mucho m¨¢s a la revoluci¨®n conservadora desencadenada por Ronald Reagan en los ochenta que a la pol¨ªtica progresista de Bill Clinton.
Los comentaristas norteamericanos no se ponen de acuerdo todav¨ªa sobre si el mensaje enviado por los votantes el martes pasado es un enfado pasajero que puede corregirse en 1996 o se trata de un movimiento para reinstalar a los conservadores en el poder por un largo periodo de tiempo. En realidad, una cosa u otra depender¨¢n de lo que dem¨®cratas y republicanos hagan hasta la fecha de la pr¨®xima elecci¨®n.
Antes de eso, es necesario tener en cuenta algunas de las claves de los ¨²ltimos comicios:
Bill Clinton. Al menos un tercio de los votantes confes¨® que su decisi¨®n estuvo influida en parte por la conducta del presidente. Los electores sienten que Clinton ha traicionado la etiqueta de nuevo dem¨®crata con la que se present¨® en 1992. Entienden que, al final, Clinton fue el cl¨¢sico dem¨®crata de mucho gasto p¨²blico, mucho programa social y demasiada orientaci¨®n a la izquierda, Cuanto haya de verdad en esa apreciaci¨®n es discutible, pero no hay duda de que esa es la imagen que el p¨²blico ha recibido en estos dos a?os.
La reforma sanitaria. Parad¨®jicamente, esa iniciativa, que tantos dividendos le dio al presidente, ha actuado ahora contra ¨¦l, porque los republicanos han tenido ¨¦xito al presentarla como una prueba de que los dem¨®cratas s¨®lo saben arreglar las cosas con m¨¢s burocracia y con m¨¢s dinero del Estado.
La econom¨ªa. Nadie puede dudar de que el estado de la econom¨ªa norteamericana es envidiable. Pero, por un lado, el tipo de crecimiento que se ha producido ha dejado todav¨ªa desamparadas a miles de familias. Y, por otro, cuando la gente se ha visto con m¨¢s dinero en el bolsillo ha reaccionado contra aquellos de los que sospecha que quieren sac¨¢rselo con impuestos, es decir, los dem¨®cratas.
El Partido Dem¨®crata. Demasiados a?os con el control del Congreso hab¨ªan convertido a los dem¨®cratas en el s¨ªmbolo de los intereses creados, los privilegios y los abusos de poder, es decir, de todo aquello que los ciudadanos norteamericanos odian de Washington. No ha sido una votaci¨®n contra los pol¨ªticos pol¨ªticos tradicionales, sino contra los dem¨®cratas. Todos los candidatos republicanos que se presentaban a la reelecci¨®n han revalidado sus mandatos, mientras que los dem¨®cratas tienen su m¨¢s baja representaci¨®n parlamentaria en m¨¢s de 50 a?os.
El Sur. Aqu¨ª s¨ª puede anticiparse un cambio de significado hist¨®rico. Una zona del pa¨ªs que era considerada hasta ahora basti¨®n inexpugnable de los dem¨®cratas, ha quedado repartida a partes iguales, con cierta ventaja republicana. Los cl¨¢sicos dem¨®cratas conservadores, afiliados a ese partido pero con la ideolog¨ªa del contrario, parecen haber dejado paso ya a los republicanos con carn¨¦.
L¨ªmites a los mandatos parlamentarios. Esa propuesta, defendida por los republicanos, se ha convertido para el electorado en la mejor garant¨ªa de que los congresistas no lleguen a convertirse en pol¨ªticos profesionales. Los dem¨®cratas, unos con buena fe -defendiendo un principio constitucional-, otros con la ¨²nica intenci¨®n de defender sus cargos, se han opuesto demasiado contracorriente a esa iniciativa.
Valores morales. No es el presidente Clinton, que ha defendido repetidamente la unidad y fortaleza de la familia, el principal responsable de ello, pero el electorado siente que los dem¨®cratas desprecian y ridiculizan los valores morales que p¨²blicamente defienden con tanto af¨¢n los republicanos.
Crimen. El Gobierno ha vendido mal sus logros en este terreno. Los ¨ªndices de delincuencia est¨¢n modestamente bajando en casi todo el pa¨ªs, pero los norteamericanos se sienten m¨¢s inseguros que nunca y no quieren pol¨ªticos que ofrezcan pa?os calientes para resolver ese problema.
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