CARNAVAL ARTESANO
Cada fin de semana, 300 artesanos se re¨²nen en el asfalto del Vedado, a la altura de la avenida de los Presidentes, para dar vida a un proyecto comunitario que se ha abierto paso entre obst¨¢culos y laberintos burocr¨¢ticos hasta demostrar que en Cuba hacen falta j¨®venes y no funcionarios para comerciar. Se llama el Carnaval de la Calle G, y cada s¨¢bado es visitado por 20.000 cubanos que pasean por este rastro, donde hay tenderetes, tallas de madera, mu?ecas de yemaya y hippies criollos que trabajan la plata y el cobre. Todo comenz¨® hace dos a?os, cuando al delegado del Poder Popular (concejal) de la zona, Alexis Cruz, se le ocurri¨® aprovechar el paseo y los jardines de la avenida de los Presidentes para organizar una peque?a feria que fuese a la vez tienda, centro de exposiciones y lugar de recreo para los j¨®venes. Pese a que desde el primer momento el proyecto fue rentable y el Estado no tuvo que hacer ning¨²n gasto, y que adem¨¢s se cre¨® una nueva opci¨®n cultural en la ciudad, la iniciativa no gust¨® a algunos por su autonom¨ªa, y el carnaval fue cerrado en dos ocasiones. Alexis, un abogado de 28 a?os, pidi¨® entrevistas con funcionarios y lleg¨® hasta a abordar en una calle al mism¨ªsimo presidente del Parlamento Ricardo Alarc¨®n, hasta que, finalmente, el problema se resolvi¨®Hoy, el Carnaval de la Calle G mueve cientos de miles de pesos, de los cuales el Estado se lleva mensualmente 76.000 en concepto de impuestos. Los 343 artistas y artesanos que forman parte del proyecto aportan voluntariamente parte de sus beneficios para alimentar un fondo que se destina a sufra gar los gastos de mantenimiento, publicidad y la rea lizaci¨®n de conciertos, pe?as infantiles y muestras de artesan¨ªa. Sin embargo, a pesar de su proyecci¨®n comunitaria y de los beneficios que genera tanto para los artistas como para el p¨²blico, el Carnaval de la Calle G a¨²n no es visto con buenos ojos por algunos funcionarios de cultura, como Ernesto Rego, presidente de la Asociaci¨®n cubana de Artesanos y Artistas, que ven c¨®mo la feria atrae cada vez m¨¢s simpat¨ªas y le hace competencia a entidades estatales como el Palacio de la Artesan¨ªa, las galer¨ªas de arte o las tiendas de turismo, que hasta ahora monopolizaban en Cuba la comercializaci¨®n de la artesan¨ªa. "La mejor muestra de que nuestro trabajo es buenono es que los mejores artesanos de La Habana quieren participar en nuestra feria antes que entregar sus mercanc¨ªas a una tienda del Estado, que vende sus productos a precios desorbitantes", dice Alexis. Pese a los obst¨¢culos, los organizadores del Carnaval de la Calle G est¨¢n seguros de que su proyecto va a triunfar, y ahora preparan una exposici¨®n de m¨¢s de mil piezas para Canc¨²n, invitados por una galer¨ªamexicana.-
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