?Cu¨¢nto dinero es mucho dinero?
Ninguna cantidad es excesiva para un jugador de la NBA
Hubo un tiempo, no muy lejano, en el que un salario de un mill¨®n de d¨®lares (130 millones de pesetas) era mucho dinero para un jugador NBA. El mill¨®n era la frontera entre el jugador simplemente muy bueno y el jugador excepcional. En nuestros d¨ªas, se ha llegado a aceptar que ninguna suma que se pague a una superestrella es demasiado enorme.Nadie parpadea, siquiera, ante la lluvia incesante de millones de d¨®lares que se manejan hoy en el mercado de jugadores. El alero de los Nets de Nueva Jersey, Derrick Coleman, disfruta de un contrato de 90 millones de d¨®lares (11.700 millones de pesetas). Chris Weber, novato del a?o la temporada anterior, a¨²n no ha jugado un solo partido esta temporada con los Golden State Warriors. Weber quiere revisar su contrato, que vale 60 millones de d¨®lares (7.800 millones de pesetas) y pretende subir hasta los 10.000 millones de pesetas. El jugador novato, de 21 a?os, elegido en primer lugar del draft el pasado mes de junio, Glenn Mad Dog Robinson, no particip¨® en los campus de pretemporada con su equipo, los Milwaukee Bucks, puesto que negociaba su primer contrato profesional; su petici¨®n era de 100 millones de d¨®lares (13.000 millones de pesetas).
Finalmente, despu¨¦s de unas dur¨ªsimas negociaciones entre los Bucks y Charles Tucker, agente de Robinson, el joven alero se conform¨® con 72 millones (10.000 millones de pesetas), pagaderos durante el pr¨®ximo decenio. Es el contrato m¨¢s importante jam¨¢s firmado por un novato en la NBA. Y, por supuesto, un contrato jam¨¢s firmado por el 97% de los veteranos.
Durante las tensas negociaciones entre Glenn Robinson y los Bucks, el propietario de los Milwaukee, Harb Kohl, lanz¨® a la prensa duras acusaciones contra Robinson y su agente. La gerencia de los Bucks dibuj¨® un cuadro complejo en el que Robinson aparec¨ªa como un atleta negro solamente preocupado por el dinero. Hubo momentos en que la ruptura parec¨ªa inminente. Al final los 10.000 millones obraron como b¨¢lsamo y ambas parte firmaron felices. Pero el propio Kohl dej¨® ciertos interrogantes en el aire. Algunos jocosos: "?Cu¨¢ntos Testarrosas (Ferrari) puede conducir una persona? ?Detr¨¢s de cu¨¢ntos yates quiere el jugador hacer esqu¨ª acu¨¢tico? ?Quiere Robinson que le venda la franquicia y de ese modo me pague el sueldo a m¨ª?". Otros mucho m¨¢s serios: "?D¨®nde est¨¢ el l¨ªmite? ?C¨®mo se puede pagar a un jugador un salario mayor que el valor de la franquicia?". Sin lugar a dudas, Robinson es uno de los mejores aleros de la Liga, pero ?qu¨¦ logros ha conseguido Mag Dog para merecer el me jor primer contrato de la historia de la NBA? La respuesta es ninguno.
La liga NBA est¨¢ entrando en un territorio peligroso. Firmando y pagando contratos de duraci¨®n y cantidad sin precedentes, los clubes de NBA han creado un nuevo ¨¢rea salarial y, lo que es peor, han cmenzado a enriquecer a jugadores que no merecen residir en ese ¨¢rea, al menos todav¨ªa. Glenn Robinson tiene una hoja de servicios demasiado breve todav¨ªa para justificar el estratosf¨¦rico contrato que, en t¨¦rminos de duraci¨®n y dinero, los Bucks le han firmado.
El argumento t¨¦cnico que ofrece el club es irrefutable. Milwaukee se asegura al jugador durante toda su carrera, impidiendo as¨ª que se convierta en agente libre. Pero incluso esta estrategia, razonable desde el punto de vista de un club, se est¨¢ volviendo contra algunos equipos. Una dolencia cr¨®nica en la espalda de Larry Johnson, que puede llegar a limitar el rendimiento del jugador, planea sobre las cabezas de los Charlotte Hornets, comprometidos hasta el a?o 2005 con su jugador franquicia a raz¨®n de 1.000 millones de pesetas por temporada. La espalda de Derrick Coleman, la estrella de los Nets, tampoco parece estar mucho mejor. Esa espalda vale otros 1.000 millones por temporada.
?Es por lo tanto razonable firmar contratos a jugadores novatos basados en el potencial y no en el rendimiento? Los clubes de NBA har¨ªan bien en identificar a qu¨¦ tipo de jugador van a ofrecer estos mega-contratos. Primero, las habifidades baloncest¨ªsticas del jugador no deber¨ªan ser suficientes.
Un jugador debe ser capaz de elevar a su equipo al nivel de campe¨®n, o por lo menos, debe ser capaz de llevar aficionados al campo. Segundo, el jugador tiene que exhibir un alto grado de profesionalidad y una ¨¦tica de trabajo ejemplar, ¨¢reas en las que los jugadores archimillonarios como Derrick Coleman, Larry Johnson o Shawn Kemp, no tienen una buena nota. Mike Dunleavy, entrenador y gerente de los Bucks, confirma de manera rotunda estos razonamientos: "Si vamos a pagar esta barbaridad de dinero a Glenn Robinson, quiero que el jugador se deje el alma en la cancha una noche tras otra".
Las negociaciones entre los Bucks y Robinson quedaron reducidas a dos conceptos: opciones y credibilidad. Robinson ten¨ªa las opciones; si no hubiera firmado, habr¨ªa podido ser de nuevo escogido por otro equipo, que le hubiera pagado tanto o m¨¢s de lo que ped¨ªa a los Bucks.
La credibilidad de Milwauke estaba en tela de juicio; si hubieran dejado marchar a Robinson, aparecer¨ªan como un club incompetente incapaz de juntar un n¨²mero m¨ªnimo de jugadores con talento que les permitiera salir del pozo de la NBA. Los Bucks prefirieron mantener intacta su credibilidad como operadores en la NBA y firmaron el contrato m¨¢s caro jam¨¢s pagado a un novato en la historia de la Liga. Para muchos observadores, los Bucks han pagado mucho dinero. Pero, ?cu¨¢nto dinero es mucho dinero?
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