Las dudas de Estocolmo
Durante los m¨¢s de 20 a?os que dur¨® la enfermedad de Nash, la teor¨ªa de juegos prosper¨® y es dif¨ªcil encontrar un art¨ªculo importante en ese campo que no se refiera a su trabajo. Pero los matem¨¢ticos y los economistas que tuvieron que ver con las deliberaciones secretas dicen que el Nobel no era ni mucho menos una cosa segura.A mediados de 1985, el comit¨¦ del premio se plante¨® seriamente la posibilidad de premiar la teor¨ªa de juegos. (El Premio Nobel P¨®stumo de Econom¨ªa no est¨¢ contemplado en la voluntad de Alfred Nobel, pero se cre¨® en recuerdo de ¨¦l en 1968).
Cinco a?os despu¨¦s, el comit¨¦ estuvo haciendo pesquisas secretas no s¨®lo sobre la aportaci¨®n de Nash, sino sobre su estado mental. No hay ninguna regla oficial que diga que el ganador debe viajar a Estocolmo para recibir el premio en persona, o dar un discurso y pronunciar unas cuantas verdades profundas y palabras de gratitud ante el rey en el banquete. Y desde luego, tampoco hay ninguna regla que diga que el ganador debe tener un puesto universitario o haber mantenido una carrera activa aparte de la aportaci¨®n merecedora del Nobel.
Pero nadie gana premios sin votos activos en su campo. Para la mayor¨ªa de los j¨®venes te¨®ricos de juegos, que instaron a que se le diera el premio, Nash era un semidi¨®s. Sin embargo, Kuhn desempe?¨® un papel esencial. Tambi¨¦n te¨®rico de juegos, dej¨® claro ante el comit¨¦ que ser¨ªa una grave injusticia que la enfermedad de Nash le costara el premio.
Certidumbre
A principios de septiembre, Kuhn tuvo la certeza de que el premio ser¨ªa para Nash cuando le pidieron que preparara un curr¨ªculo de ¨¦ste y proporcionara algunas fotograf¨ªas. A sugerencia del profesor, Princeton cre¨® el t¨ªtulo de Colaborador Invitado de Investigaciones para que Nash tuviera lista una respuesta ante la inevitable pregunta sobre su actual ocupaci¨®n.
La reacci¨®n ante el anuncio fue de j¨²bilo. "El principal mensaje para el mundo es que la Academia dice que las enfermedades mentales son como el c¨¢ncer, nada especial", dice Ariel Rubinstein, un te¨®rico de juegos de la Universidad de Tel Aviv. "Es fabuloso".
?Qu¨¦ har¨¢ Nash ahora? A los 66 a?os, ha pasado ya la edad en que la mayor¨ªa de los matem¨¢ticos realizan sus mejores trabajos. Pero los investigadores con los que ahora habla dicen que est¨¢ interesado en los principales problemas no resueltos y que ha aprendido a utilizar el ordenador de formas muy ingeniosas.
"Todas las verdades que Nash descubri¨® fueron muy sorprendentes", dice Simon Kochen, otro matem¨¢tico de Princeton. "Nash es un hombre que sorprende a la gente".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.