Democracia y Corrupci¨®n
La corrupci¨®n pol¨ªtica y los grandes esc¨¢ndalos financieros son la noticia diaria en la sociedad espa?ola de hoy. Corrupci¨®n y conductas il¨ªcitas o criminales que tienen, en la imputaci¨®n, nombres y apellidos que individualizan a personas concretas que se ofrecen a la indignaci¨®n y al desconcierto p¨²blico.Pero cuando los casos se repiten y son de la magnitud de los que hoy se est¨¢n enjuiciando, y la sospecha se extiende a colectivos enteros, como los partidos pol¨ªticos o determinados sectores econ¨®micos, cabe preguntarse si estos males no afectan a partes m¨¢s amplias de nuestra sociedad.
Una sociedad, la espa?ola, la de hoy, ¨¦sta a la que pertenecemos como sujetos activos y pasivos, en la que desde hace tiempo triunfa la moral del dominio, el ansia de poder alcanzado por cualquier medio, y me refiero al poder que da el puesto pol¨ªtico y tambi¨¦n, y sobre todo, al que da el dinero. Una sociedad, la nuestra, la espa?ola de ayer y de hoy, en la que no se consider¨® ni se consideran virtudes ejemplares la honestidad y el cumplimiento de la ley, quiz¨¢ porque no se consideraba que la ley persigue el bien de todos. Una sociedad que ayer y hoy entronizaba como ¨ªdolos a los triunfadores, sin pedir demasiadas cuentas de c¨®mo se hab¨ªa obtenido el triunfo. Una sociedad que, por lo general, no practica la solidaridad (o la caridad con el pr¨®jimo) con los que no son familia o amigos, es decir, con los que no son "de los nuestros".
Esta sociedad en la que los medios de comunicaci¨®n, o muchos de ellos, han ensalzado a protagonistas de la vida p¨²blica que hoy est¨¢n sometidos a juicio en los tribunales de justicia o al de la opini¨®n p¨²blica, es o ha sido, desgraciadamente, el medio apto para que se hayan dado los casos que hoy se denuncian con tanto ah¨ªnco.
Debo decir que yo no creo que toda la sociedad espa?ola participe de los caracteres que he descrito; pero s¨ª creo que estos caracteres negativos est¨¢n m¨¢s extendidos de lo que debieran y de alguna manera a todos nos conciernen y nos afectan. Tambi¨¦n s¨¦ que otras sociedades de nuestro entorno tienen parecidos o iguales defectos.
Las sociedades humanas han necesitado desde siempre la figura del chivo expiatorio. La v¨ªctima propiciatoria en la que transustanciamos los sentimientos de culpabilidad, los oscuros miedos, nuestra parte maldita, porque su sacrificio consigue la expiaci¨®n y limpieza de las Culpas colectivas.
Algo parecido me parece que puede ocurrirnos a los espa?oles de este momento. Nuestra sociedad, profundamente herida por los casos de corrupci¨®n pol¨ªtica (una herida que va a ir a m¨¢s que el tiempo de las elecciones y que estar¨¢ envenenando nuestra vida p¨²blica se cierra en falso), desconcertada por los casos p¨²blicos de ruinas y derrumbamiento de los mitos financieros y econ¨®micos, puede caer, si se deja llevar por la ira y no supera el desconcierto, en buscar el chivo exp¨ªatorio de lo que ocurre en las instituciones y en el propio sistema opl¨ªtico.
Olvidar¨ªa, muchas veces lo qeremos olvidar, que la corrupci va con e lmbre, con la sociad de los hombres, igual que [,fanatismo, la intolerancia, la cueldad y el crimen. Igual que n el hombre y en sus sociedades - da la b¨²squeda de la justicia, de la tolerancia, de la caridad, del amor a la libertad, de la solidaridad con otros hombres, otras ramas y otros pueblos.
No es la democracia, el sistena democr¨¢tico, tan reciente en Espa?a, ni las instituciones entes abstractos, ni los partidos pol¨ªticos los culpables de lo que ocurre. Al contrario, democracia po¨ªtica y libertad, a la que son esenciales los pol¨ªticos y sus partidos, ( la libertad de expresi¨®n, son el mejor medio para contrarrestar y quiz¨¢ poner coto a los males que envenenan nuestra vida p¨²blica. El mal est¨¢ en que no hemos sabido, pol¨ªticos, ¨¦lites econ¨®mias, medios de informaci¨®n y ciudadanos, contrarrestar esa moral de dominio, ese menosprecio a la. ley y al principio de legalidad en. rl ¨¢mbito p¨²blico, mercantil y privado, y esa tendencia a tomar al pr¨®jimo como un medio para. nuestros fines, y el papanatismo o la malicia de quienes han puesto como ejemplos e ¨ªdolos a quienes estaban conculcando principios morales y normas legales.
Y la soluci¨®n no est¨¢ en la condena airada de los que ya est¨¢n en la picota p¨²blica, y no me refiero, claro. est¨¢, a las condenas que pueden dictar los tribunales de justicia en uso de sus facultades y aplicando la le, cum studio et sine ira. Posiblemente no hay soluci¨®n o remedio singular al ambiente que ha generado corrupciones y esc¨¢ndalos, y s¨ª una paciente y continua aplicaci¨®n de varios remedios -sabiendo de antemano que ninguno es infalible ni por s¨ª lo suficiente. Pienso que entre esos remedios est¨¢ el que los espa?oles hagamos sincera autocr¨ªtica y rica de nuestros defectos carencias. Pienso que hay que buscar una soluci¨®n y una estricta disciplina en la financiaci¨®n y gastos de los partidos pol¨ªticos; y rodear de, crecientes garant¨ªas de transparencia y publicidad todo tipo de contra los administrativos y p¨²blicos, y tambi¨¦n asegurar la transparencia en la actuaci¨®n de gran renci des sociedades nacionales e internacionales. Se podr¨ªa hacer una lista larga y exhaustiva. No es lo que me propongo ahora. Mi objetivo es pedir que todos asumamos la parte peque?a, mediana o grande de responsabilidad por lo que ocurre; decir que todos, desde la responsabilidad de cada uno, debemos esforzarnos en serenar el crispado ambiente actual; porque hay algunos culpables, pero hay muchos m¨¢s que no lo son.
Para que la, sociedad espa?ola pueda luchar contra la corrupci¨®n, contra las formas claras o solapadas de infracci¨®n de las leyes, contra la moral de dominio, y la lucha descarnada por el poder y su utilizaci¨®n abusiva por los varios centros sociales donde hoy el poder radica, que no es s¨®lo el pol¨ªtico, y para que pueda hacer que todos esos centros se dediquen a la tarea de desarrollar este pa¨ªs y aumentar la riqueza, la moral social y la justicia, el mejor camino es el de la democracia pol¨ªtica; consolidar sus instituciones; extender y respetar los derechos fundamentales del individuo, y aumentar la libertad de cada uno, individuos y organizaciones, con los l¨ªmites siempre de la ley y de la libertad del otro, del pr¨®jimo. Sin libertad y democracia, la corrupci¨®n y los abusos de la ley y del poder contin¨²an, pero no se habla de ellos. En las dictaduras, al silencio de la voz amordazada se le llama orden y paz.
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