Chicos malos y chico bueno
Boadella y sus juglares, Els Joglars, fueron realmente rebeldes y fieros cuando reptesentaron La torna durante la ¨¦poca del poder militar, fueron prohibidos y encarcelados y algunos pudieron huir; hasta que se estableci¨® el poder civil, y pudieron constituirse de nuevo. La torna, en su idioma catal¨¢n, es el trocito de carne que se a?ade a la balanza para hacer el peso; en aquel caso la met¨¢fora se aplicaba al anarquista Puig Antich, ejecutado de m¨¢s -todos estaban ejecutados de m¨¢s; toda ejecuci¨®n es injusta, aunque ahora renace un empe?o civil en mantenerla dentro del C¨®digo Militar- junto a otros condenados. Junto a aquello, su rebeld¨ªa hacia el poder civil por una recompensa civil no es m¨¢s que una nostalgia de chicos malos. Realmente, ?para qu¨¦ quieren el premio ellos? No se les da por h¨¦roes (entonces, la condecoraci¨®n era una m¨¢scara con la boca sellada por dos trazos rojos; lo llevaba todo el mundo, y fue su aportaci¨®n pl¨¢stica a la griter¨ªa por la libertad de expresi¨®n), sino por buenos creadores de teatro: el mejor que se hace en Espa?a sale de Catalu?a, entre los mejores est¨¢ el de Boadella y sus creadores, y dentro de ¨¦l est¨¢ una rebeld¨ªa que lo mismo juega en su tierra que en la de todos. No les conviene, dicen. Hacen bien. No les conviene compartirlo: los cat¨®licos -que les han perseguido por juzgados, con bombas y amenazas, con algunas otras agresiones- dir¨¢n que es satanismo; a ellos les parecer¨¢ de perlas. ?Es demasiado tarde? Sin duda: ha habido muchos otros a los que deb¨ªan haber precedido. Tampoco les parece bien compartirlo precisamente con Guillermo Heras, que ha sido durante a?os, y hasta ahora mismo -con esta ministra- director del Centro de Nuevas Tendencias. Es verdad, tampoco es justo, aunque el jurado quiere redondear as¨ª el premio a la vanguardia. Guillermo Heras ha dirigido la sala Olimpia sin romperla ni mancharla, sin despertar inter¨¦s en nadie; completamente vac¨ªa muchas veces, salvo cuando han llegado a ella verdaderos grupos atractivos por s¨ª mismos. Se ha encargado de una misi¨®n imposible: que la vanguardia est¨¦ dentro del dinero y las normas del Estado. El teatro, en general, es una cr¨ªtica de la sociedad, y del Estado cuando puede, y hasta en la clandestinidad si llega el caso. Querer incluirlo en ¨¦l es una muestra de barbarie ministerial. Els Joglars dicen de ¨¦l que es un funcionario sumiso, o algo parecido. Hay excelentes funcionarios culturales, y Guillermo Heras ha sido uno de ellos, pese al equ¨ªvoco de su trabajo. Ha sido y es un excelente director de escena m¨¢s de una vez; pero tampoco much¨ªsimas m¨¢s. Sus escritos te¨®ricos han sido siempre una muestra de la confusi¨®n entre el estatalismo y. la pol¨ªtica, entre la ministerialidad y la cultura. Su mejor premio ha sido su salario, que se ha ganado con su trabajo regular, y poder dirigir a su gusto y tener un teatro a su disposici¨®n. Tambi¨¦n hacen falta los chicos buenos, y ¨¦ste ha sido, probablemente, el m¨¢s travieso de los chicos buenos: pero nada m¨¢s.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.