?Guardaos felicidad!

Acabamos de asistir, en un hermoso paraje de la serran¨ªa segoviana, en un d¨ªa venturosamente soleado, a una sencilla ceremonia de matrimonio civil que, aparte de la simpar belleza de la novia, ha conmovido el esp¨ªritu de los all¨ª presentes.El alcalde del pueblo, hombre de piel curtida por su trabajo como pastor, como evidenciaban los profundos surcos en su rostro, vestido con traje negro y camisa blanca, sin corbata, con la mayor afabilidad comenz¨® a leer ante los contrayentes y testigos, como es preceptivo, los art¨ªculos 66, 67 y 68 del C¨®digo Civil de forma pausada, denotando alguna dificultad. en la pronunciaci¨®n correcta de algunos vocablos cultos relativos a los derechos y deberes de los c¨®nyuges; cuando he aqu¨ª que al llegar al ¨²ltimo de dichos art¨ªculos se produce el milagro de la mutaci¨®n sublime: el alcalde se?ala a los

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c¨®nyuges su obligaci¨®n de vivir juntos y de "guardarse felicidad...". Es decir, les exhorta a una b¨²squeda m¨¢s comprometida y humana, de una mucho m¨¢s vibrante necesidad que la simple "fidelidad" que con pobre visi¨®n teleol¨®gica prescribe el art¨ªculo 68 de nuestro vigente C¨®digo civil.

La sabidur¨ªa popular vuelve a corregir a nuestros sesudos jurisconsultos aportando su savia de la razonabilidad y de sentido com¨²n. Y adem¨¢s, ?cu¨¢ntos matrimonios podr¨ªan haberse salvado de haber seguido tan supremo consejo!-