"El espa?ol est¨¢ a disgusto con la vida y no sabe por qu¨¦"
Pintor, poeta y ensayista, Ram¨®n Gaya (Murcia, 1910) es uno de los creadores espa?oles m¨¢s libres, independientes y solitarios del siglo y, tal vez por, ello, menos conocido. Miembro de la generaci¨®n del 27, fundador y ¨²nico ilustrador de la revista Hora de Espa?a -probablemente el proyecto cultural m¨¢s interesante de la guerra civil-, derrotado en 1939, exiliado en M¨¦xico y en Italia, Gaya nunca ha dejado que la adversidad empa?ase su genio art¨ªstico. Hoy, en su casa de Madrid, que es donde trabaja -"detesto esos estudios de ahora que parecen factor¨ªas"-, el pintor comenta con humor y un punto de piedad: "La ¨²nica relaci¨®n entre la Espa?a de antes y la de ahora es la mala uva. El espa?ol est¨¢ a disgusto con la vida y no sabe por qu¨¦. Por eso todo el mundo acusa a los dem¨¢s de sus pro pios defectos".Ram¨®n Gaya est¨¢ de actualidad por la reciente publica ci¨®n del tercer tomo de sus Obras completas (Pre-Textos), que recoge sus diarios. Sin embargo, y pese a que lee cuatro peri¨®dicos al d¨ªa y es un cin¨¦filo empedernido, no quiere hablar del presente cultural espa?ol. S¨®lo hace una concesi¨®n: "Lo ¨²nico que veo en televisi¨®n son los partidos de tenis. En ellos se expresa en profundidad el ser humano. Es un juego fr¨¢gil, pero la persona est¨¢ en una ex tremosidad de s¨ª misma, cambia de ¨¢nimo infinidad de veces en cuesti¨®n de segundos".
Habla despacio, con modestia. En Ram¨®n Gaya se siente al artista, al hombre de sensibilidad especial, como dicen que ocurr¨ªa antiguamente con los toreros, al que renuncia a todo y hace frente a la soledad para consagrarse a su obra. "Lo dram¨¢tico del artista es que tiene que crear algo que es muy dif¨ªcil de, vivir. En mi ¨¦poca, los creadores viv¨ªan sobre todo su obra y poco la vida; hoy, parece que los artistas han renunciado a su obra para llevar vida de ejecutivos".
En su ensayo Vel¨¢zquez, p¨¢jaro solitario, Gaya escribi¨® : "En el creador, tan peque?a es la vanidad como grande el orgullo". ?Por qu¨¦? "La vanidad es in¨²til, pero el orgullo es noble, necesario, el orgullo de trabajar con sinceridad, de estar cumpliendo con algo de buena fe, de ser decente". Probablemente sea este compromiso con la decencia -"que no tiene nada que ver con la que predican los curas" aclara- la raz¨®n de su olvido. El pintor reh¨²ye hablar de la guerra civil -"no sirvo para historiador"-, de su internamiento en un campo de concentraci¨®n franc¨¦s, y jam¨¢s ha rentabilizado, como han hecho otros, su exilio. Ram¨®n Gaya perdi¨® a su mujer en el bombardeo de la estaci¨®n de Figueras por la aviaci¨®n alemana y la mayor parte de su obra. "La guerra hay que dejarla como se deja la bolsa de la basura. Para m¨ª fueron, a?os robados miserablemente, pero para otros no fue una tragedia, sino una oportunidad, que les dio un sentido que no ten¨ªan".
El exilio en M¨¦xico supuso para Gaya, adem¨¢s de las dificultades propias del destierro la p¨¦rdida del paisaje. "All¨ª la naturaleza era un espect¨¢culo, que lo borraba todo, que te quitaba de en medio. Mis amigos estaban entusiasmados, pero yo no lo encontraba cre¨ªble. Para m¨ª, el paisaje es como un fondo, no un ser pr¨®xiino". Tampoco presumi¨® nunca de su valor de soldado: "Me daba verg¨¹enza o¨ªr lo que contaban los exiliados en los caf¨¦s. Hab¨ªa heroicidades magn¨ªficas, pero muchas veces eran heroicidades de tres perras". De su vuelta a Espa?a, a principios de los sesenta, el amigo de Bergam¨ªn, Cernuda, Zambrano y Chacel..., recuerda que todo hab¨ªa cambiado, "todo menos el mar que lo encontr¨¦ muy espa?ol".
Han pasado muchos a?os desde que conociera a Picasso en Par¨ªs, fuera amenazado por trotskista o desde?ado por el establishment cultural. No importa. Ram¨®n Gaya sigue creyendo que "la est¨¦tica es posteerior a la ¨¦tica", sigue pintando Y escribiendo en su modesto p?so del viejo Madrid.
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