Dubl¨ªn, sin Gobierno
LA DIMISI?N de Albert ReynoLds como jefe del Gobierno de Irlanda se ha producido en el peor momento. Poco tiempo antes se hab¨ªan dado pasos trascendentales para poner fin al conflicto de Irlanda del Norte, sangrante desde hace d¨¦cadas. Los republicanos del IRA decretaron un alto el fuego indefinido y poco despu¨¦s hicieron lo mismo los grupos armados protestantes. Con ello se abr¨ªa una nueva etapa en la historia d¨¦ Irlanda: cierto que quedaban por debatir y resolver problemas de enorme dificultad sobre el futuro estatuto legal de las dos partes de la isla, y las relaciones entre ellas. Pero es obvio que en una situaci¨®n de paz, sin acciones terroristas, el clima se modifica radicalmente y crecen las posibilidades de superar las dificultades, por grandes que ¨¦stas sean. Ahora bien, ese alto el fuego se pudo obtener en gran parte gracias a la cooperaci¨®n de los jefes de Gobierno del Reino Unido e Irlanda, Major y Reynolds, entre los cuales se hab¨ªa establecido una comunicaci¨®n eficaz, tan necesaria para los gobernantes cuando se trata de abordar cambios de dimensi¨®n hist¨®rica. La dimisi¨®n de Reynolds supone ahora, cuando menos, un retraso en la negociaci¨®n irlandesa. Los esbozos preparados en Londres y Dubl¨ªn sobre el futuro estatuto deb¨ªan hacerse p¨²blicos en principio el 15 de diciembre, pero en la actual coyuntura es dif¨ªcil que se cumpla ese plazo.
Sin embargo, no hay motivo para pensar que el Partido Laborista haya forzado la dimisi¨®n de Reynolds con la intenci¨®n de dificultar el proceso de paz. Ser¨ªa incongruente para un partido que siempre ha sido partidario de la negociaci¨®n. En realidad, las causas de la dimisi¨®n de Reynolds no son balad¨ªes: los laboristas han actuado movidos por su af¨¢n de poner coto a un clericalismo omnipotente que desprecia las leyes.
Al nombrar como presidente del Tribunal Supremo al ultraconservador Whelehan, Reynolds premiaba a un magistrado que hab¨ªa saboteado la extradici¨®n de un sacerdote acusado de varios casos de abusos sexuales con ni?os. Los laboristas ten¨ªan, as¨ª pues, buenas razones para oponerse al autoritarismo de Reynolds.
?Qu¨¦ ocurrir¨¢ ahora? El partido tradicional del nacionalismo irland¨¦s, el Fianna Fail, con una gran tradici¨®n de gobierno, ha adoptado una actitud inteligente. En un plazo breve ha elegido al antiguo ministro de Hacienda, Bertie Ahern, para sustituir a Reynolds al frente del partido, y probablemente tambi¨¦n al frente del Gobierno. Ha sido una decisi¨®n un¨¢nime, lo cual indica que se inclina hacia la continuidad; esto es, rehacer la alianza con los laboristas. Ser¨ªa a todas luces la mejor soluci¨®n para que el proceso de paz pueda continuar con el m¨ªnimo de retrasos.
Es cierto que existe la posiblidad te¨®rica de que los laboristas intenten formar Gobierno, dejando al margen al Fianna Fail y reagrupando al Fine Gael y otros peque?os partidos. Sin embargo, en la coyuntura actual, parece l¨®gico que los irlandeses den la proridad a f¨®rmulas que favorezcan ante todo la continuidad del proceso de paz. Tambi¨¦n a los dem¨¢s europeos la paz en Irlanda nos interesa: en gran medida. Desde ese punto de vista es important¨ªsimo que el Fianna Fail siga asumiendo una gran responsabilidad en los pasos por venir del proceso de paz. Incluso por su historia -en su patrimonio est¨¢ un Eamon De Valera que de sempe?¨® un gran papel en momentos cruciales de la Rep¨²blica- es muy conveniente que el Fianna Fail est¨¦ en el Gobierno llamado a firmar los documentos de la nueva estructura irlandesa que salga de las negociaciones entre las diversas partes. Por todo ello, cabe esperar que el Partido Laborista facilite la soluci¨®n que puede ser m¨¢s r¨¢pida: que se reconduzca un Gobierno con el Fianna Fail y los laboristas.
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