Un tel¨¦fono y unos millones
El Santa Clara, un ejemplo de supervivencia en la jungla del ciclismo
Para tener un equipo ciclista -un espacio publicitario m¨®vil que asalta desde las pantallas de televisi¨®n- s¨®lo se necesitan dos cosas: un tel¨¦fono y algo de dinero para gastar. Lo dem¨¢s vendr¨¢ por a?adidura si se evitan los vicios del derroche innecesario que acarrea la triste carencia y si las aspiraciones deportivas van a la par.Lo del tel¨¦fono, a ser posible m¨®vil, es sencillo: alguien al otro lado tomar¨¢ decisiones, citar¨¢, convocar¨¢ y negociar¨¢. Lo del dinero parece m¨¢s complicado, pero tampoco es necesario demasiado para sobrevivir en la jungla, un lugar en el que no s¨®lo hay sitio para el Banesto -m¨¢s o menos 1.500 millones de pesetas de presupuesto- y similares: tambi¨¦n se puede ser el Santa Clara.
El equipo m¨¢s barato de cuantos operan en Espa?a logr¨® actuar en las principales carreras con unos 150 millones de pesetas, la d¨¦cima parte que los potentados de Indur¨¢in. Y repite para la pr¨®xima temporada, reforzado, adem¨¢s, por otro patrocinador, la cadena de electrodom¨¦sticos Master. No es que los corredores del Santa Clara se hicieran muy conocidos por sus victorias el a?o pasado. De hecho s¨®lo lograron un triunfo, gracias a uno de sus rusos -Valery Baturo- y en una prueba menor en Portugal. Pero algo debieron de sacar en limpio: sus maillots blancos se entrevieron, sobre todo por la cola, en alguna carrera, su nombre se oy¨® de vez en cuando por las radios y alguna foto se public¨® en los peri¨®dicos. O sea, que de alguna forma result¨® rentable el invento.
Recortar gastos
La madre del cordero consist¨ªa en recortar gastos por donde fuera y empezando por la mano de obra. M¨¢s de la mitad de los corredores eran rusos j¨®venes salidos de la escuela de Samara. Casi todos, neoprofesionales. El director del equipo, el vallisoletano Jos¨¦ Luis N¨²?ez, fue a Samara, los vio y se los trajo a Espa?a. Como todo su calendario de competici¨®n se redujo a la pen¨ªnsula Ib¨¦rica, el problema de la vivienda se solucion¨® con facilidad: un chalet en la provincia de Valencia sirvi¨® de residencia com¨²n para los rusos y el norteamericano del equipo, Jonathan Vaughters. Los dem¨¢s, espa?oles y tambi¨¦n neoprofesionales, viv¨ªan en sus propias casas.Otro de los gastos importantes de un. equipo es el material m¨®vil, los coches y furgonetas para trasladarse durante las carreras y de una a otra. Los grandes equipos, los que acaparan casi toda la atenci¨®n p¨²blica, se benefician de convenios con los fabricantes a cambio de resonancia publicitaria mutua. Alejado de este circuito privilegiado, el Santa Clara recurri¨® a los veh¨ªculos m¨¢s modestos y hasta ech¨® mano de las furgonetas de la propia f¨¢brica de porcelanas. Todo en aras de ajustar lo gastado a lo disponible.
El ensamblado empresarial ten¨ªa, sin embargo, una coartada cient¨ªfico -deportiva. En la creaci¨®n del Santa Clara intervino el doctor Calabuig, de la Cl¨ªnica UnIversitaria de Navarra, uno de los m¨¦dicos que reconocen anualmente a Indur¨¢in y sus compa?eros del Banesto. La idea publicitada fue que el chalet de Valencia no se trataba s¨®lo de una f¨®rmula barata de alojamiento sino que funcionar¨ªa como un verdadero laboratorio deportivo, dotados de los medios m¨¢s adelantados para pruebas de esfuerzo y estudios similares lugar para realizar an¨¢lisis cient¨ªficos y espacio de concentraci¨®n y control del rendimiento y de la progresi¨®n.
Tampoco es que se fichara s¨®lo corredores neoprofesionales porque eran m¨¢s baratos. Pocos corredores profesionales asentados aceptar¨ªan correr toda una temporada -unas 60-70 carreras- por un bruto de s¨®lo mill¨®n y medio de pesetas -un sueldo unas 200 veces inferior al de Indur¨¢in, cuyos solos emolumentos dar¨ªan para formar un par de santa claras-, que es el m¨ªnimo establecido por el sindicato de ciclistas para el primer a?o de profesionalismo, aunque aumentar¨¢ en el segundo, que los contratantes tienen obligaci¨®n de firmar. S¨®lo ciclistas aficionados con la ¨²nica aspiraci¨®n de llegar alg¨²n d¨ªa a ser profesionales pod¨ªan someterse a ese nivel de ingresos. Incluso, seg¨²n fuentes ajenas al Santa Clara, la Seguridad Social -otra obligaci¨®n. empresarial- corr¨ªa a cargo de los propios corredores, que cotizaban como aut¨®nomos, quedando fuera de las prestaciones por desempleo.
Un asunto novedoso
Pero eso son elementos accesorios. Seg¨²n N¨²?ez, el esp¨ªritu generador del Santa Clara fue un asunto casi revolucionario: se trataba de demostrar que hab¨ªa otras formas de entrar en el profesionalismo, que la formaci¨®n de un corredor no ten¨ªa por qu¨¦ seguir el trillado camino de integrarse en un equipo establecido, con su jerarqu¨ªa de figuras, veteranos y gregarios."La aventura, ha sido dura pero ha merecido la pena", cuenta el catal¨¢n Jordi Gilabert, uno de los corredores del Santa Clara. "El salto ha sido muy fuerte, hemos pasado de disputar 30 carreras al a?o a correr el doble y ha habido malos momentos. Pero la experiencia ha funcionado y en 1995 rendir¨¢ sus frutos".
Gilabert y sus compa?eros han echado de menos el gusto de la victoria, el saber que su trabajo en la carretera cund¨ªa. "No es lo mismo correr con compa?eros de gran nivel, sabiendo que alguno puede ganar, que hacerlo d¨¢ndote cuenta de que lo importante es terminar y acumular kil¨®metros y experiencia".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.