El miedo esc¨¦nico
Dentro estaba la alegr¨ªa. Lo supo tras abrir aquel primer partido como entrenador y probar el sabor de una fruta que madura a los noventa minutos. Conoc¨ªa de sobra las rutas del ¨¦xito, el pasillo que lleva de la frustraci¨®n al gozo, los segundos en que se mide la distancia que separa la tristeza de la euforia en el f¨²tbol, porque lo hab¨ªa experimentado en toda su intensidad cuando vest¨ªa la camiseta del Real Madrid y ganaba partidos en los minutos de descuento. Pero nunca hab¨ªa visto en un estadio olas tan enormes que inundaran una isla entera durante varios d¨ªas."A partir de aquel momento se gener¨® una gran sugesti¨®n social. Primero fue el p¨²blico y despu¨¦s toda la sociedad. Un fen¨®meno que nunca supe explicarme del todo. Hab¨ªa visto al principio a un equipo que parec¨ªa condenado a morir y que viv¨ªa en un profundo estado depresivo. Y en poco menos de una semana pas¨® a sentirse ganador, confiado, seguro. Pod¨ªa comprender que eso les pasara a los futbolistas, porque hab¨ªa una relaci¨®n directa entre el discurso del cuerpo t¨¦cnico y sus actitudes a la hora de jugar. El otro salto no s¨¦ c¨®mo se dio. C¨®mo es posible que las sensaciones se den la vuelta de una manera tan violenta en pocos d¨ªas. Nunca hab¨ªa vivido algo similar, ni en Argentina, ni en Espa?a. Ni siquiera el Mundial de M¨¦xico 86 le serv¨ªa de precedente".
"En el Mundial la selecci¨®n argentina empez¨® francamente mal y termin¨® francamente bien. Jugamos el primer partido contra Corea sin saber si ¨¦ramos capaces de ganarlo, y cuando jugamos la final contra Alemania sab¨ªamos que era muy dif¨ªcil que la perdi¨¦ramos. Y eso ocurri¨® en un mes. Pero aqu¨ª, en menos tiempo, se origin¨® un ambiente ilusionante, explosivo, que favoreci¨® mucho nuestro trabajo. Bajo ese clima se multiplicaban escenas, an¨¦cdotas, situaciones muy emotivas, Como ir a comprar pan y que el panadero me dijera: 'El domingo le ganamos al Barcelona'. Porque ¨¦se era nuestro pr¨®ximo rival, nada menos que el equipo que estaba en mejor forma de toda Europa y que ven¨ªa a vernos para jugarse la Liga con nosotros. Con nosotros, que nos jug¨¢bamos nada menos que la vida".
El Barcelona llevaba hasta ese momento una trayectoria demoledora y las cr¨®nicas reflejan que despu¨¦s de pasar por Tenerife lo ganar¨ªa todo: la Liga y la Copa de Europa. Pero dicen que a las islas es adonde llegan los n¨¢ufragos... "?Y por qu¨¦ no?". Con esta insensata pregunta y un punto de apoyo hab¨ªa visto mover y agitar los ¨¢nimos derrumbados de su equipo. Mucho antes, Valdano, con la emergente Quinta de El Buitre y los dem¨¢s cachorros de una camada legendaria en la historia del Madrid, la de la d¨¦cada de los ochenta, se hab¨ªa hecho la misma pregunta: "?Y por qu¨¦ no?".
Un por qu¨¦ no que activaba como una descarga el¨¦ctrica todas las reservas de hombrada y hero¨ªsmo de aquel club m¨ªtico que lleg¨® a sentirse invencible. Invencible, por ejemplo, frente a la mejor versi¨®n del Anderlecht, vencedor en la ida por 3-0, pero eliminado a la salida por 6-1 en 1984. "?Y por qu¨¦ no?", en el ¨¦xtasis de la apuesta psicol¨®gica, ante un Borussia Moenchengladbach que, pese a ganar el primer partido por un escandaloso 5-1, ca¨ªa, a la vuelta, en la cuneta del Bernab¨¦u arrollado por cuatro goles a cero. Y el ¨²ltimo, de Santillana, en los postreros segundos, ese tiempo muerto que es cuando m¨¢s saben las victorias y m¨¢s duelen las desgracias.
La ley del ?por qu¨¦ no? se cumpli¨® inexorablemente frente a lo m¨¢s ilustrado de Europa durante dos a?os de delirio que hoy reflejan las vitrinas del casi secular estadio Santiago Bernab¨¦u.
Aquel grito de esperanza era un aldabonazo a la conciencia colectiva que, ejecutado de modo martilleante por Jos¨¦ Antonio Camacho, ten¨ªa efectos contagiosos e.. el resto de la plantilla. A Juanito, otro de los art¨ªfices de las famosas remontadas, se le ocurri¨® una vez, en un campo italiano, una frase para sentenciar la suerte de
los visitantes que se acercaban al Bernab¨¦u, lema que Valdano anot¨® y un d¨ªa reprodujo: "Noventa minutos en el Bernab¨¦u son molto longo ". El propio Valdano bautiz¨® felizmente el fen¨®meno cogiendo prestadas dos palabras de Garc¨ªa M¨¢rquez: miedo esc¨¦nico. De este modo titul¨® un ensayo b¨¢sico en su faceta period¨ªstica que public¨® en 1986 en Revista de Occidente: "Cada mi¨¦rcoles europeo, un carnaval a destiempo, ruidoso y orgullosamente disfrazado de blanco, nos espera en nuestro feudo con una confianza casi irresponsable en nuestras posibilidades. Resultados escandalosamente desfavorables fueron superados frente a gloriosos representantes de potencias futbol¨ªsticas como Alemania, Italia o B¨¦lgica, gracias a actuaciones poco menos que milagrosas, pero que son enteramente explicables apelando a elementos que van m¨¢s all¨¢ de lo estrictamente futbol¨ªstico. Las razones t¨¦cnicas, t¨¢cticas e incluso f¨ªsicas que dan a un equipo su fisonom¨ªa, que hacen su estilo, responden, en primer lugar, a las peculiaridades de. cada jugador y, en segundo t¨¦rmino, a las pretensiones del entrenador. Se depende de hombres que cumplen funciones temporales y, por tanto, cambiantes. Pero un equipo es, sobre todo, un estado de ¨¢nimo, y el Real Madrid ha sabido cuajar un car¨¢cter tan peculiar y cimentado que ha terminado por convertirse en lana marca registrada que el p¨²blico exige, obligando al jugador, y que se va perpetuando en el tiempo. As¨ª pues, aun entendiendo que los grandes equipos se hacen a partir de grandes jugadores, hay aspectos puramente emocionales de importancia trascendental en el desarrollo de un encuentro futbol¨ªstico. Sabemos que el escudo del Real Madrid no tiene el poder de las hadas para hacer ganar sin esfuerzo, capacidad y organizaci¨®n, y tampoco dejamos que la confianza se desboque emprendiendo una carrera loca hacia la suficiencia y la sobreestimaci¨®n. Sacrificio, orden y un. equipo en tecnicolor son atributos indiscutibles de un grupo preparado para las grandes exigencias, que valora y utiliza la confianza ortop¨¦dica de 90.000 entusiasmados deseos que, al mismo tiempo, cuelgan en cada jugador adversario una mochila cargada de inseguridad, timidez y miedo. ?sas son las cient¨ªficas razones del llamado "milagro". Para saltar por encima de todos los miedos hay que saber para qu¨¦ se juega y valorar las actuaciones a partir del juicio propio, sin dejar que sean los dem¨¢s quienes den, con sus gritos, pitidos y aplausos, la referencia de triunfo y fracaso. Quien lo logre no se graduar¨¢ necesariamente como futbolista, pero dar¨¢ un importante paso para llegar a ser hombre. Claro que para desplazar angustias prefabricadas y colocar el f¨²tbol en el sitio que su condici¨®n de juego reclama hacen falta entrenadores pedagogos, y ¨¦stos, evidentemente, todav¨ªa no han llegado al f¨²tbol".
Eso lo firm¨® en 1986. Ahora estamos en 1992.
Como tantos estadios espa?oles, el Heliodoro Rodr¨ªguez L¨®pez carec¨ªa de e se bagaje de proezas para meter el miedo en e cuerpo al inmediato contrincante, el Barcelona. Pero en las al forjas del flamante entrenado hab¨ªa algunos remedios casero para una emergencia como aquella. ?Y por qu¨¦ no?
"El horizonte siempre est m¨¢s all¨¢", dec¨ªa Atahualpa Yupanqui. Y se lo hicimos saber
los jugadores. Les dijimos que cada vez que gan¨¢bamos lleg¨¢bamos a un sitio, pero que la victoria siempre hab¨ªa que renovar la para seguir avanzando. Durante la semana y en la misma charla t¨¦cnica del ¨²ltimo d¨ªa, n hicimos otra cosa que faltarle a respeto a la celebridad del visitante. Les vamos a ganar, y adem¨¢s les vamos a ganar jugando mejor que ellos. Les vamos a atacar, les vamos a achicar, les vamos a presionar muy adelante.. En fin, comenzamos a jugar aquel partido desde el martes Ese d¨ªa recuerdo que me acerqu¨¦ a ?scar (Dertycia) y le coment¨¦ "Ten¨¦s que buscar una foto d Koeman y pon¨¦rtela en la mesa de noche". Hab¨ªamos sido compa?eros y yo sab¨ªa que a ¨¦l le gustaban mucho esas cosas. "Porque vos el domingo vas a se una pesadilla para Koeman cuando ellos tengan la pelota porque no se la vas a dejar tocar y cuando la tengamos nosotros porque, no te va a poder agarrar". Esas eran las armas que emple¨¢bamos como un resorte an¨ªmico para el equipo ante e gran reto al que se enfrentaba..
Pero hab¨ªa otro factor que tener en cuenta.
La palabra es euforia. "No hice nada por detenerla, porque en circunstancias de apremio es un fuente de energ¨ªa que no tenemos por qu¨¦ desaprovechar. Adem¨¢s en aquel momento era imposible desactivarla. As¨ª que decidimos usarla, tambi¨¦n t¨¢cticamente. S4 trataba de provocar un gran contagio en los primeros minuto para hacer valer la autoridad de local. Presi¨®n, ataque, espect¨¢culo y conmoci¨®n popular. Tambi¨¦n period¨ªstica. Creo que mi presencia anterior en los medios ya hab¨ªa creado una familiarizaci¨®n con m imagen, y por eso, quiz¨¢, hay sido m¨¢s efectiva la alquimia, comunicaci¨®n. Eso, actualmente tiene un indiscutible peso social pero no gana partidos".
Aquellos d¨ªas lo llamaban d( Argentina para saber de ¨¦l. "Esto feliz por estar metido otra vez en medio de la fiesta; algo acelerado por todo lo vivido, pero bien". Y motivado para la cita siguiente.
Valdano contaba -dec¨ªamos- con la euforia como ventaja.
"Dije a los jugadores que e ambiente de euforia e ilusi¨®n que habla en la calle era un patrimonio que les pertenec¨ªa a ellos, que lo hab¨ªan creado, y que no deb¨ªa asustarles porque era energ¨ªa a nuestro favor. Les advert¨ª que el partido ser¨ªa largo, que pasar¨ªan muchas cosas y que ten¨ªamos que jugarlo con un m¨¢ximo de concentraci¨®n, porque ¨ªbamos a salir
enfrentarnos posiblemente al mejor equipo del mundo... Estuvimos de acuerdo en que hab¨ªa que matarse, porque la lucha que hab¨ªamos empezado era muy noble pero s¨®lo admit¨ªa una entrega total. Repet¨ªamos: 'Ante la duda coraje'. Esto lo reitero siempre hasta la saciedad. Y ped¨ªamos madurez. Madurez para salir tanto de la frustraci¨®n como del ¨¦xito a lo largo de aquel partido en e que de nuevo nos jug¨¢bamos el descenso".
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