Presi¨®n
La temporada pasada, a falta de varias jornadas para la finalizaci¨®n del campeonato, Johan Cruyff vaticin¨® que el Deportivo no aguantar¨ªa la presi¨®n y acabar¨ªa sucumbiendo. Daba la impresi¨®n de que el holand¨¦s trataba de jugar a la desesperada las ¨²ltimas bazas que le quedaban para optar a su cuarta Liga consecutiva. Lamentablemente para el Depor, todo el mundo comprendi¨® las palabras del t¨¦cnico del Barcelona reflejadas en el rostro de Djukic, uno de los jugadores. m¨¢s sobrios y elegantes de la Liga, mientras resoplaba intentando eliminar los nervios, segundos antes de fallar el penalti m¨¢s importante de la historia de su club. No hab¨ªa por qu¨¦ reprocharle nada. En el fondo, nadie quer¨ªa estar en su lugar.En el f¨²tbol, para doblar la esquina no solamente hace falta disponer de la capacidad futbol¨ªstica propia, sino adem¨¢s superar la tensi¨®n interna y externa creada por esa situaci¨®n. Eso es la presi¨®n, un a?adido al deporte de alto nivel que por momentos cobra m¨¢s importancia que el desarrollo de las cualidades, de cada deportista en s¨ª.
Admitida esa compa?era de viaje, no queda otro remedio que aprender a convivir con ella, y, m¨¢s importante que eso, aprovecharse de ella. Positivizar la presi¨®n es ganar en concentraci¨®n, sentido de la responsabilidad y, sobre todo, en confianza. Lo ideal es buscar el equilibrio que nos permita actuar bajo tensi¨®n, pero reflejados al mismo tiempo. Saber aplicar esta autopresi¨®n evita tambi¨¦n los riesgos de caer en una excesiva monoton¨ªa por efecto de la rutina, inevitable en un deporte en el que se disputan partidos durante 10 u 11 meses al a?o. Y esto se consigue a base de pr¨¢ctica, de repetici¨®n. La repetici¨®n de las cosas es lo que las hace asumibles y superables. Un jugador o un equipo que vive situaciones l¨ªmite continuamente tiene una capacidad de respuesta mayor que otro de igual edad o categor¨ªa pero de menor experiencia, cuando se enfrentan en una final.Al fin y al cabo, la tensi¨®n se nos acumula ante lo desconocido. Los grandes tambi¨¦n padecen cuando no dominan la situaci¨®n. Ejercer el liderazgo no les supone ning¨²n problema. ?se es su estado natural. Ellos pierden los papeles cuando no son capaces de refrendar su condici¨®n de favoritos. Es entonces cuando se muestran vulnerables.
Pero tener miedo no es un pecado. Nadie est¨¢ libre de sentirlo ante una cita con su primera novia, o cuando se enfrenta en su deb¨² a 40.000 espectadores, o frente a un examen en quinta convocatoria. Eso es parte de la naturaleza humana. Aunque en el f¨²tbol, como en otras facetas de la vida, parece que el ¨¦xito est¨¦ siempre reservado a los m¨¢s fuertes.
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