El proletariado lleva al Bar?a a Par¨ªs
Un gol de Bakero sella la clasificaci¨®n azulgrana para los cuartos de final
Nunca un testamento tan miserable provoc¨® tanto alivio. Fue una noche l¨²gubre. La hinchada, a coro, se reanimaba ante la sombra del pat¨ªbulo y los pasos del sepulturero. La grada se resist¨ªa a velar un cad¨¢ver. El reloj tocaba los segundos y el verdugo no perd¨ªa la sonrisa ante el esfuerzo del reh¨¦n. Hab¨ªa miedo a morir en cualquier rinc¨®n de la cancha sin otro legado que no fuera el pan de cada d¨ªa. El talento yac¨ªa en el ata¨²d desde el comienzo del oficio. S¨®lo el sudor aguantaba a la v¨ªctima. Fue una hora y media de combate y agon¨ªa resuelta con un golpe de rabia a la salida de un c¨®rner. El capit¨¢n redimi¨® a sus soldados. Cruyff y N¨²?ez ver¨¢n Par¨ªs gracias a Bakero y a sus zapadores.El de ayer es el triunfo de los jornaleros azulgrana. Fue el proletariado el que puso a salvo la caja y el cartel de la aristocracia barcelonista. Vive hoy el colectivo del esfuerzo, y no del genio. Los cracks invernan. Stoichkov, Romario, Koeman... cualquiera de ellos est¨¢ precisamente para zanjar partidos como el de anoche. Ninguno, sin embargo, pudo aliviar los males de todos.
Val¨ªa el empate. Es cierto. Pero jam¨¢s un 0-0 fue tan largo y precario. El partido estuvo dividido desde la arrancada. Los suecos no participan nunca del jolgorio latino. Son tan aburridos como serios. Juegan siempre de espaldas al marcador. La afrenta del rival provoc¨® el recular barcelonista dada la trascendencia del resultado. Hab¨ªa que resistir.
Estuvo el Barca muy hacendoso. Plant¨® una l¨ªnea de tres atr¨¢s (Nadal, Koeman y Sergi) y dej¨® tirados a dos en cancha ajena (Stoichkov y Romario) para repoblar la divisoria. Guardiola comand¨® una medular copada por Amor, Bakero, Begiristain y Eusebio. Nadie sab¨ªa a ciencia, cierta cu¨¢l era su trabajo. Hab¨ªa disfunciones por la indefinici¨®n de las posiciones. El lema era administrar el empate. Hab¨ªa que evitar que el rival marcara.
El manual inclu¨ªa tres recomendaciones ineludibles: no perder el sitio en el campo (vital para no regalar espacios), no perder el bal¨®n en zonas calientes de la cancha (conven¨ªa que la l¨ªnea de rechace se alejara del ¨¢rea) y no perder el oremus. Mucha negaci¨®n en un equipo de naturaleza afirmativa. Era el partido del miedo. Hab¨ªa que jugar con mucha paciencia y no rifar el cuero.
El poder¨ªo f¨ªsico del Gotemburgo amenazaba con convertir cada robo de bal¨®n en una ocasi¨®n de gol. Tuvo que recurrir a menudo el colectivo de Cruyff a faltas t¨¢cticas para frenar la carrera sueca. Presionaban muy arriba los forasteros y su transici¨®n era vertiginosa. Busquets estuvo muy centrado en la faena.
El partido estuvo abierto largo tiempo. No supo abrir el campo el bando local ni su ataque tuvo fluidez, profundidad o verticalidad. El ¨²ltimo pase sigui¨® sin salir, los delanteros no se desmarcaron y los zagueros no encontraron el control defensivo necesario para que el equipo respirara. Guardiola le dio m¨¢s salida al bal¨®n, pero no tuvo prolongaci¨®n. No hubo comunicaci¨®n en el grupo. El equipo forz¨® su ofensiva con la chispa de los laboriosos. Fue un trabajo muy industrioso, pero tuvo presencia. El coraje de Bakero, la ida y vuelta de Amor, el toque corto de Eusebio, dieron fe del empe?o local por sacar el choque adelante.
No es extra?o, en consecuencia, que el gol lo firmara Bakero. Fue un cabezazo impecable como el de. Kaiserslautern. El capit¨¢n, el m¨¢s bajo del grupo, estir¨® su cuello por encima de las torres rivales y acab¨® con el serpentear de los suecos. No se rindi¨®, sin embargo, el Gotemburgo, y tampoco escap¨® el Bar?a al sufrimiento del ¨²ltimo minuto. Pero nadie sabe sufrir tanto como los currantes azulgrana, los mismos que le proporcionaron el Pichichi a Romario, los que pueden darle la Bota de Oro a Stoichkov, los que permitir¨¢n que Cruyff pasee por Par¨ªs en marzo, con tiempo suficiente para que el equipo recupere a sus estrella. Estando en la Copa de Europa, todo es llevadero.
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