El refer¨¦ndum suizo
Su diario public¨® el pasado d¨ªa 6 de diciembre un editorial bajo el t¨ªtulo La otra cara de Suiza. El art¨ªculo trataba de la reciente aprobaci¨®n por el cuerpo electoral suizo de una ley sobre medidas coercitivas en la legislaci¨®n sobre extranjer¨ªa. Ateni¨¦ndome al derecho de r¨¦plica, le ruego publicar las siguientes consideraciones al respecto.A m¨¢s tardar desde la adopci¨®n de la Constituci¨®n Federal de 1848, Suiza ha sido un Estado de derecho -uno de los primeros en Europa- y sigue si¨¦ndolo. Durante toda su historia reciente, Suiza ha mantenido siempre los altos valores que exigen los principios fundamentales de una sociedad de derecho y democr¨¢tica. Las leyes se adoptan por v¨ªa parlamentaria y quedan sometidas a una eventual aprobaci¨®n por el pueblo, s¨ª este ¨²ltimo o sus representantes as¨ª lo desean.
En el caso presente, el refer¨¦ndum fue solicitado por un comit¨¦ opuesto a la nueva legislaci¨®n. Por consiguiente, el pueblo suizo ha podido libremente elegir entre la adopci¨®n y el rechazo de las nuevas medidas. Por dudosas o criticables que ¨¦stas puedan parecer, es a mi juicio inaceptable hablar de una "violaci¨®n clara de los derechos fundamentales de un Estado de derecho" y menos a¨²n "de una monstruosidad antijur¨ªdica". Si usted se hubiera tomado la pena de examinar la ley con un poco m¨¢s de detenimiento, se hubiera dado cuenta de que algunas afirmaciones hechas en el editorial no son correctas. Su art¨ªculo menciona, por ejemplo, s¨®lo la pena de un a?o de c¨¢rcel, lo que puede ser mal interpretado por parte del lector. Dicha pena se aplica principalmente a los casos de traficantes de droga en situaci¨®n ilegal y es siempre promulgada por el procurador del cant¨®n y jam¨¢s por una autoridad policial. Por otra parte, la prisi¨®n preventiva aplicada por la polic¨ªa contra un indocumentado no puede exceder de los tres meses, y aun as¨ª quedar¨¢ siempre supeditada a los l¨ªmites que pueda oponer el poder judicial. Suiza no es y no ser¨¢ nunca un pa¨ªs sin jueces ni sin leyes, como usted parece insinuar.
Ahora bien, se puede o no estar a favor de una legislaci¨®n represiva en contra de la inmigraci¨®n ilegal. Las cr¨ªticas formuladas por su diario son de este punto de vista por supuesto leg¨ªtimas. Tales cr¨ªticas han sido -dicho sea de paso- discutidas abiertamente tambi¨¦n en Suiza durante la campana previa a la votaci¨®n del 4 de diciembre pasado. En un pa¨ªs donde en 1993 la poblaci¨®n extranjera excedi¨® 1,2 millones (o sea, el 18% de su poblaci¨®n) y donde los demandantes de asilo en 1992 alcanzaron 18.000 (en Espa?a -seis veces m¨¢s poblada que Suiza- han sido 5.674 en 1993) parece por lo menos comprensible que ante la avalancha de miles de refugiados, la mayor¨ªa sin documentaci¨®n, el Estado se vea en la necesidad de tomar medidas extraordinarias.-
Embajador de Suiza en Espa?a.
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