Sobriedad y madurez de Arruza

Ante unos ejemplares con una fiereza incierta y que nunca se entregaron, terminando parados en el ¨²ltimo tercio, Manolo Arruza ense?¨® sobriedad y madurez y Alejandro Silveti expuso mucho. La corrida qued¨® en mano a mano pues, unas horas antes del festejo, David Silveti, el segundo espada del cartel, sufri¨® una luxaci¨®n en el tobillo derecho y el m¨¦dico le prohibi¨® actuar.

Al que rompi¨® plaza Arruza lo lance¨® con decisi¨®n. Mostr¨® sus facultades con los palitroques. Aunque el adversario le regateaba las embestidas, a base de aguantarlo lo oblig¨® a acudir. Lo traste¨® con mando y enhebr¨® elegantes series de derechazos.

Someti¨® al ¨¢spero y revoltoso tercero y consigui¨® que el astado se entregara a los vuelos de su muleta. Lig¨® varias series con torer¨ªa y mandones muletazos pero perdi¨® los trofeos por pinchar.

Al quinto Arruza lo salud¨® con bellas ver¨®nicas con el comp¨¢s abierto. Levant¨® los brazos y se asom¨® al balc¨®n en tres soberbios pares de banderillas. Despu¨¦s mulete¨® con garbo y empaque a un morlaco con recorrido pero que siempre llev¨® la cabeza alta. Transmiti¨® su forma de torear, desde el p¨¦ndulo con que inici¨® la faena hasta las, series de templados naturales y derechazos.

A Alejandro Silveti le toc¨® el peor lote. Al segundo lo recibi¨® a pies juntos aprovechando los viajes del burel. Con ah¨ªnco inici¨® su labor por alto pero el calamocheo del bovino, que adem¨¢s lo buscaba por el izquierdo, no le permiti¨® quedarse quieto.

Con el incierto cuarto, Silveti hizo gala de valor en art¨ªstico quite por gaoneras. Con la pa?osa intent¨® todo pero el bicho no colabor¨®. Le desconcert¨® el acobardado sexto, al que equivoc¨® la lidia, y con la espada estuvo fatal.