'Ex comunismo' en Bulgaria
LOS EX comunistas, rebautizados como socialistas, han ganado por un margen abrumador en las elecciones legislativas de Bulgaria. Ello no significa, de ninguna manera, que el comunismo, ni puro ni duro, tenga la m¨¢s m¨ªnima posibilidad de volver a instalarse en el poder en el pa¨ªs eslavo.A primera vista, nos hallamos ante una marea pol¨ªtica: no s¨®lo hoy en Bulgaria, sino anteriormente en Polonia y Hungr¨ªa, coaliciones que domina o en las que figura prominentemente el comunismo reconvertido en alg¨²n tipo de socialismo democr¨¢tico se han alzado con el santo y la limosna electoral. ?Nostalgia del pasado con su proteccionismo adormecedor? ?Temor al futuro? ?Sufrimiento por los rigores de una conversi¨®n al capitalismo, que tambi¨¦n sabe ser puro y duro? Algo de todo ello figura, sin duda, en la panoplia de explicaciones al efecto. Pero hay bastante m¨¢s.
Ocurre que las evoluciones socioecon¨®micas no se improvisan y que las sociedades de Europa occidental, con su desarrollo ejemplar -en cuanto mod¨¦lico o modelizable- del capitalismo son un producto muy determinado, que no se repite como en una clonaci¨®n por un mero acto de voluntad pol¨ªtica. Y en Europa oriental, con la sola excepci¨®n de la Rep¨²blica Checa, que conoci¨® un desarrollo similar al cl¨¢sico en Occidente, el desarrollo capitalista, no s¨®lo por la interrupci¨®n de los 40 a?os de comunismo sovi¨¦tico, hab¨ªa retenido notables caracter¨ªsticas posfeudales -quiz¨¢ como en la propia Espa?a- hasta muy entrado el siglo XX.
El liberalismo capitalista, por tanto, es una planta de nada f¨¢cil aclimataci¨®n en esos nuevos climas, en los que, por otra parte, es verdad que la cesura comunista hab¨ªa hecho olvidar toda una ¨¦tica del trabajo por cuenta propia a las generaciones del ¨²ltimo medio siglo. En contraste con todo ello, el partido, hoy socialista, que ha ganado sus segundas elecciones legislativas el domingo pasado obteniendo la mayor¨ªa absoluta en una C¨¢mara de 240 esca?os representa a los ojos del electorado un cierto colch¨®n de seguridad ante la avalancha de inflaci¨®n, paro y competitividad propios de los nuevos tiempos, sin que por ello abandone el camino de la reforma y de la consolidaci¨®n de un Estado perfectamente democr¨¢tico. En Bulgaria, al igual, que en los Estados mencionados, anta?o comunistas, los partidos en el poder no se desv¨ªan un ¨¢pice de un comportamiento globalmerite liberal-capitalista y no dan derecho alguno a pensar que nos hallemos ante alg¨²n tipo de restauraci¨®n larvada del antiguo r¨¦gimen.
Lo que hay que plantearse entonces es la eficacia de las diferentes recetas pol¨ªticas. Inmersi¨®n repentina o deslizamiento progresivo hacia la plena competitividad de las fuerzas del mercado son los dos planteamientos que hasta ahora han rivalizado en estos pa¨ªses neo-democr¨¢ticos. Y el electorado b¨²lgaro, que hab¨ªa estado gobernado en los ¨²ltimos tiempos por un bloque conservador, ha girado, sin duda, a la izquierda, pero siempre dentro del arco de las libertades, para probar en esa ocasi¨®n una medicina que se presenta como diferente.
El partido socialista b¨²lgaro, aparte de todo ello, es una mezcla de lo antiguo y de lo nuevo, de la aceptaci¨®n plena de las reglas del juego democr¨¢tico y de veteranos appar¨¢tchiki con una mentalidad a¨²n b¨¢sicamente corporativista, que acepta lo inevitable, el liberal-capitalismo, pero que no reza, precisamente, novenas a la econom¨ªa de mercado. Ello no obsta, sin embargo, para que el funcionamiento de esos dos grandes bloques pol¨ªticos: el liberal-conservador, hoy derrotado en las urnas, y el socialismo democr¨¢tico, vencedor en las mismas, sean puntualmente juzgados por el electorado sobre la base de los resultados socioecon¨®micos de su gesti¨®n. Y que gane el mejor.
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