La cara B de Madrid no da tregua
El equipo de Valdano gole¨® sin concesiones al Valladolid
El Madrid estren¨® en Valladolid su cara B obligado por las circunstancias. Y la cara B fue sin¨®nimo de m¨¢s recorrido en detrimento del repertorio. Vio el respetable a un equipo m¨¢s lineal pero solvente, no muy prol¨ªfico pero exageradamente eficaz. A la media hora de partido el Valladolid firm¨® la rendici¨®n, preludio de lo que luego ser¨ªa una goleada sin contemplaciones. No hab¨ªa previsto un rival tan capacitado para no ofrecer un simple resquicio, un Madrid herm¨¦tico, sin fisuras, id¨®neo para escenarios dif¨ªciles como Valladolid: terreno duro y fr¨ªo polar.Los contratiempos obligaban a Valdano a reconsiderar la estructura. Las ausencias de Laudrup, Redondo, Michel y Quique ten¨ªan un significado preciso: el Madrid perd¨ªa buena parte de su patrimonio si se entiende que busca un f¨²tbol de toque y espect¨¢culo. Quienes llegaban en lugar de los ausentes ten¨ªan otras caracter¨ªsticas. La remodelaci¨®n alcanzaba adem¨¢s a dos de las tres l¨ªneas del equipo. Era un encaje digno de estudio, trabajadores por estrellas, uno de esos intercambios que excitan algunos debates. Puesta en colisi¨®n esta alineaci¨®n con los puntos en juego, result¨® un ¨¦xito con los n¨²meros en la mano.
El Madrid dibuj¨® un partido demoledor. Apenas el Valladolid pudo establecer una v¨ªa de di¨¢logo. Un par de minutos de tanteo y llegaba el primer golpe. Intent¨® restablecer la situaci¨®n y mantener la calma. Result¨® en vano. Pocos minutos despu¨¦s, Zamorano firmaba el primero de sus goles. Y enfrente, el Madrid no daba tregua: presi¨®n asfixiante sin el bal¨®n y determinaci¨®n cuando restablec¨ªa la posesi¨®n. No era un equipo contemplativo, de esos que se gustan a s¨ª mismos, no era el Madrid del toque que se elogiaba en las tribunas de prensa. Cada visita al ¨¢rea se solventaba con una oportunidad de gol. A la media hora, el marcador sumaba tres goles.
Frente a tanta tenacidad, el Valladolid se desplom¨®. El p¨²blico lo entendi¨® desde el primer momento cuando sumaba hasta 15 pases consecutivos para que sus jugadores lograran rebasar la l¨ªnea de medio campo, Y una vez conquistado un palmo de terreno arreciaba la presi¨®n. Ven¨ªa entonces lo peor: la p¨¦rdida del bal¨®n y una retirada desordenada tras la sombra de los delanteros madridistas. La cara B del Madrid result¨® ser un equipo de mucho recorrido, capaz de sumar cuatro delanteros u ocho defensas seg¨²n dictaba el incansable comportamiento de dos hombres como Amavisca y Luis Enrique capaces de jugar en un radio de acci¨®n de 80 metros. El Madrid se sirvi¨® del efecto multiplicador de ambos: Mart¨ªn V¨¢zquez y Milla reinaron en el centro del campo con relativa comodidad. Con semejantes compa?eros de viaje bastaba con someter cada jugada a una sencilla administraci¨®n.
El perfil de esta nueva alineaci¨®n del Madrid no dejaba lugar a dudas y consecuencia de ello fue el gui¨®n del partido. No fue un choque d¨²ctil sino monol¨ªtico, no fue bello pero tampoco austero: el Madrid robaba balones y sumaba goles. Uno tras otro hasta cinco. Sin descanso. Sin tregua. Este Madrid de ayer era otro. Estaba decidido a terminar su trabajo sin concesiones. Y as¨ª lo hizo, de principio a fin. ?sa fue la cara B del Madrid de Valdano.
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