El carisma de los venerables
Los cantantes veteranos y los compositores cl¨¢sicos vuelven a estar de moda
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La edad media de los inquilinos de las listas de ¨¦xito est¨¢ subiendo ¨²ltimamente y, junto a los j¨®venes del grunge y el techno, aparecen o reaparecen personajes como Frank Sinatra que cumple 79 a?os en este diciembre; Celia Cruz, que cuenta ya con 70 a?os, o Tom Jones, el cantante brit¨¢nico de 54 a?os, que resurge.
Ocurre que tener una edad venerable est¨¢ dejando de ser una barrera para entrar en el territorio de la moda; y, de hecho, los alevines del rock suspiran por aparecer al lado de estas viejas leyendas de la m¨²sica y del mundo del espect¨¢culo.
El rock es cosa de j¨®venes. Esa m¨¢xima no escrita data de los a?os sesenta, cuando se popularizaron consignas como "no te f¨ªes de nadie que tenga m¨¢s de 30 a?os" y "espero morir antes de hacerme viejo". La ¨²ltima frase procede de My generation, la canci¨®n himno de The Who; su autor, Pete Townshend, cumple 50 a?os la pr¨®xima primavera y sigue en activo. Lo mismo que grupos como los Rolling Stones o Aerosmith, que recientemente firmaron contratos que les obligar¨¢n a grabar discos m¨¢s all¨¢ de los 60 a?os.
Es el resultado inevitable del envejecimiento de la generaci¨®n del rock, que va prescindiendo de su edadismo. M¨¢s a¨²n, en los a?os noventa se aprecia un crec?ente respeto por los veteranos, que se materializa en innumerables discos de homenaje y en grabaciones intergeneracionales que relanzan a figuras de toda la vida.
A veces son productos tan artificiales como la serie Duets, donde el productor Phil Ramone encaja la voz de Frank Sinatra, con la de admiradores que nunca se han encontrado con el mito en el estudio y que han grabado cada uno desde un lugar distinto.
En el segundo disco de esta serie que ha salido este a?o se encuentran nombres tan dispares como Chrissie Hinde, de los Pretenders, y el baladista mexicano Luis Miguel. Un proceso denigrante, pero ?qui¨¦n se puede negar a unir su nombre al de Frankie?
En otros casos se intenta reinventar la imagen del artista. As¨ª, un nuevo Tom Jones surge en The lead and how to swing it, donde el tigre de Gales se pone al servicio de productores punteros como Youth, Flood, Teddy Riley o Trevor Horn.
Con sintetizadores y ritmos programados, estos alquimistas le retrotraen a sus tiempos juveniles, antes de que tomara el avi¨®n para Las Vegas. Ha resultado: Tom Jones est¨¢ en las listas y es requerido por la MTV europea para hacer de maestro de ceremonias en su entrega de premios. Ya nadie recuerda a aquel int¨¦rprete que desperdiciaba su exuberante talento con un repertorio convencional y que recib¨ªa a cambio abundantes prendas interiores femeninas; en 1994 es Tom Jones, icono viviente.
Otra leyenda en ascenso es Johnny Cash (62 a?os), que ha fichado por American Recordings, la compa?¨ªa del prodluctor Rick Rubin, y se ha paseado con su guitarra de palo por festivales y seminarios de rock alternativo dejando un rastro de respeto y recibiendo todo tipo de ofertas de famosos -admiradores, dispuestos a cederle canciones preparados a acudir al estudio a su llamada.
De momento, Cash va con pies de plomo: su primer disco con Rubin es una colecci¨®n de baladas atormentadas, grabadas en solitario, que enfatizan su voz sabia y su talento comonarador.
M¨¢s audaz es Sidi Mansour, la reaparici¨®n de Cheikha Rimitti, la abuela del rai argelino (70 a?os). Ella, que debut¨® en los a?os treinta; es acompa?ada ahora por Robert Fripp (King Crinison), Flea (Red, Hot Chili Peppers) y East Bay Ray (ex Dead Kennedys).
Igual edad tiene actualmente Celia Cruz, cuyo ¨²ltimo lanzamiento, Irrepetible, contiene una lectura sint¨¦tica, apta para discotecas, de Drume negrita, la inmortal nana de Bola de Nieve. La cubana Celia Cruz ha sido requerida en los ¨²ltimos tiempos por todo tipo de modernos: grab¨® temas sublimes con David Byrne, (Loco de amor) y los argentinos Fabulosos Cadillacs (Vasos vac¨ªos), aparte de colaborar con Azuquita, un rumbero mallorqu¨ªn que bien podr¨ªa ser su bisnieto.
En lo de resucitar una carrera, el libro de texto fue escrito por Mike Kappus. El representante de John Lee Hooker rectific¨® las costumbres del bluesman, habituado a tocar durante d¨¦cadas a salto de mata y siempre dispuesto a grabar si hab¨ªa dinero en met¨¢lico: Kappus seleccion¨® las apariciones en raz¨®n de su m¨¢xima visibilidad y organiz¨® discos atractivos, donde participan conocidos disc¨ªpulos del brujo del boogie, como Carlos Santana, Bonnie Raitt, Johnny Winter, Van Morrison o Ry Cooder. Hooker (77 a?os) asegura haber ganado m¨¢s dinero en los ¨²ltimos cinco a?os que en el resto de su vida profesional. No dej¨® por eso de lamentar ya no ser suficientemente joven para disfrutarlo.
Se requiere, eso s¨ª, cierta flexibilidad: los proyectos de relanzar a Chuck Berry se frustraron ante su negativa a disciplinarse. El padre negro del rock and roll estall¨® cuando alumnos como Eric Clapton y Keith Richards se empe?aron en ense?arle a tocar correctamente sus ¨¦xitos. Genio y miseria hasta la tumba.
El fin del rockismo
La fascinaci¨®n por las figuras hist¨®ricas es una consecuencia del momento actual del rock, abrumadoramente marcado por la herencia del pasado. Igualmente, se?ala el eclipse de uno de los mitos fundacionales del rock: su superioridad intr¨ªnseca respecto a otras m¨²sicas en raz¨®n de su ¨ªmpetu juvenil y su esp¨ªritu rebelde.Hoy, cualquier rockero sabe que el universo sonoro no termina en el planeta de las guitarras el¨¦ctricas y que las camisetas inmensas o los vaqueros recortados no son m¨¢s que otro uniforme del show business.
A esta visi¨®n m¨¢s humilde de su propio papel se suma una reticente admiraci¨®n por los dinosaurios, que han superado todas las variaciones del gusto popular y las mil trampas de la vida.
Tambi¨¦n puede ser que necesiten Padres. Padres bonachones y entusiastas como Tony Bennett, un segundo Sinatra que este a?o apareci¨® en Unplugged, el programa emblem¨¢tico de la MTV, en compa?¨ªa de Elvis Costello, K. D. Lang o Evan Dando. O padres vividores como Dean Martin, miembro del clan Sinatra de Las Vegas, que ha inspirado al cr¨ªtico del rock Nick Tosches para escribir una biograf¨ªa monumental, Dino (Martin es de origen ?tal?ano y su nombre es Dino Martino).
Existen incluso expertos en poner en ¨®rbita a estrellas declinantes del showbiz: los Pet Shop Boys hicieron maravillas por la autoestima y las ventas de Dusty Springfield y Liza Minnelli.
Don Was, uno de los primeros patrocinadores de Tony Bennett, se ha especializado en revitalir la carrera de leyendas sin discos de platino Bonnie Raitt, Iggy Pop o Bob Dylan.
Otro s¨ªntoma de la agon¨ªa del rockismo es la abundancia de discos de tributo a antiguos enemigos. Pueden ser compositores de est¨¢ndares, como Cole Porter (Red, hot and blue) o los hermanos Gershwin (The glory of Gershwin).
Tambi¨¦n, artistas cuya tem¨¢tica y actitud les alejaban de la frivolidad, caso de Leonard Cohen: hace 10 a?os, el canadiense era despreciado y ahora cuenta, con dos discos. colectivos en su honor con rutilantes repartos que van desde Bono a REM. Al menos, Cohen puede paladear la iron¨ªa de su nuevo status; siempre queda la inc¨®gnita de c¨®mo habr¨ªan reaccionado Edith Piaff, Charlie Mingus, Kurt Weill, Jose Afonso, Nino Rota o Karen Carpenter ante sus respectivos tributos.
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