El voluntariado y los incentivos

Soy voluntaria. Tengo un trabajo que me permite vivir dignamente y al que acudo cada d¨ªa (incluidos s¨¢bados) de 8.00 a 15.00. No tengo hijos y mi madre es la que se ocupa de la casa, porque puede, a pesar de su edad, y porque quiere. Tengo el privilegio de contar con algunas tardes libres que dedicar a los dem¨¢s. Mi amiga C. trabaja de lunes a viernes todo el d¨ªa. Tiene libre el s¨¢bado, pero hace peque?as chapuzas porque con el salario m¨ªnimo y un hijo adolescente que mantener, del que su padre se ha despreocupado por completo, necesita urgentemente ese dinerillo extra. Vive en un piso de alquiler de la periferia por el que paga 30.000 pesetas. Ha pedido varias veces vivienda de protecci¨®n oficial., pero debido a unas historias de puntos no le ha tocado.Mi amiga L. es viuda y la mayor de las tres. Vive muy modestamente de su pensi¨®n y tiene a su cargo a su anciana t¨ªa, inv¨¢lida en cama, de la que est¨¢ pendiente a todas horas. La casa donde viven es de alquiler antiguo y ella sufre pensando lo que ocurrir¨¢ cuando su t¨ªa fallezca y los due?os la echen.Tanto C. como L. son mejores personas que yo. Tienen m¨¢s paciencia y mejor car¨¢cter y a ambas les gustar¨ªa, si pudieran, ser voluntarias como yo. A¨²n no he podido convencerlas de que lo m¨ªo tiene mucho menos m¨¦rito que lo de ellas, porque son personas humildes y buenas que s¨®lo ven la bondad a su alrededor, aunque sus vidas van de no poder ni so?ar con unas vacaciones a no poder donar 1.000 pesetas en las cuestaciones de las ONG.

Ahora resulta que si yo pido vivienda o un pr¨¦stamo tendr¨¦ m¨¢s posibilidades que ellas (en este apartado). Me parece grotesco e injusto- Mari Carmen Cejudo.