Mirando a Osborne sin ira
Se tradujo en Espa?a el nombre de esa generaci¨®n que levanto John Osborne en 1956 (estreno de Mirando hacia atr¨¢s con ira) como "J¨®venes airados": m¨¢s bien cabreados, m¨¢s bien culpabilizadores de todo lo anterior. De los conservadores que hab¨ªan ganado la guerra -les echaron: quitaron a Churchill, payaso de imitaci¨®n militar- a cambio del imperio, que desaguaba por todos los mares; de los laboristas que no hab¨ªan sabido hacer la guerra civil dentro de la mundial y hab¨ªan perdido la ocasi¨®n de la revoluci¨®n que hab¨ªan empezado a percibir en la guerra de Espa?a, que hab¨ªa sido para ellos una especie de despertar del mundo, r¨¢pidamente asesinado (Wesker, tres a?os mayor que Osborne, escribi¨® sobre nuestra guerra perdida para ellos Sopa de pollo con cebada); Inglaterra era pobre por primera vez, sus estibadores y sus mineros hac¨ªan las huelgas m¨¢s largas de la vida, sir Strafford Cripps no sab¨ªa qu¨¦ hacer con todo aquello y Aneurin Bevan, que a?oraba la revoluci¨®n-social, perd¨ªa fuerza dentro del laborismo.Adi¨®s, socialismos: adi¨®s, esperanzas de la paz nueva. Cuando Osborne estrenaba su primera obra los ingleses perd¨ªan su expedici¨®n de rescate a Suez, atemorizados por los rusos y por los americanos, y los conservadores echaban sobre el pa¨ªs una pataza de clase media aburrida. La aventura se acababa, y Osborne escribi¨® The entertainer: ese actor de music-hall en decadencia, que a¨²n agitaba tina bandera brit¨¢nica mientras se le agrietaba el maquillaje en la piel sudorosa por el intenso esfuerzo realizado.
Osborne era el mayor de todos los j¨®venes, Shelag Delaney -Un sabor a miel-, la m¨¢s joven (1939) pero tambi¨¦n la ni?a prodigio de la generaci¨®n: en Medio estaban Arnold Wesker, y Harold Pinter; Devine, Duncan: directores, actores de la English Stage Company con la que creyeron que su ira iba a dar nuevo br¨ªo al teatro brit¨¢nico. Por un tiempo, nada m¨¢s que un tiempo. Luego el teatro se ir¨ªa hacia los musicales absolutamente inocentes, pero con cotizaci¨®n en bolsa, o volver¨ªa al viejo repertorio de los autores anteriores. Y ah¨ª se ha quedado. Osborne, a los 38 a?os de su primer estreno (las obras que hab¨ªa escrito antes nunca se representaron), como un cl¨¢sico para ense?ar, un fen¨®meno circunstancial de una ¨¦poca que evocar. Sus obras, las de su grupo -Pinter es el m¨¢s vivo: gracias al cine, y gracias a una t¨¦cnica y una sabidur¨ªa especial para el teatro- son de museo, son de tesis doctoral. Y de cr¨®nica necrol¨®gica.
Babelia
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