A?o uno de la era conservadora en Estados Unidos
Es la primera vez en 40 a?os que los republicanos son mayor¨ªa en ambas c¨¢maras
Un Congreso de mayor¨ªa republicana comienza hoy oficialmente sus sesiones con la intenci¨®n, no s¨®lo de compartir el poder con el presidente Bill Clinton, sino de imponer su sello conservador a toda la naci¨®n por vanas generaciones. El gran adalid de ese proyecto, Newt Gingrich, nuevo presidente de la C¨¢mara de Representantes, prev¨¦, a partir de hoy, 10 o 12 a?os mas de lucha con "las ¨¦lites, progresistas" antes de que el Gobierno sea definitivamente un instrumento capaz de impulsar "la moral tradicional"."Queda todav¨ªa una peque?a porci¨®n de liberales contraculturales que est¨¢n aterrorizados Ante esta gran oportunidad de renovar la civilizaci¨®n americana", ha dicho Gingrich en v¨ªsperas de su gran d¨ªa de gloria.
?sta es, por esa y otras razones, una fecha hist¨®rica en Estados Unidos: la primera vez en 40 a?os que los republicanos son mayor¨ªa en ambas c¨¢maras, la primera vez en medio siglo que un presidente dem¨®crata se ve obligado a cohabitar con un Parlamento de signo, opuesto, la primera incursi¨®n en el primer plano de la pol¨ªtica de un sector republicano apoyado en la ultraderecha cristiana, la prueba de fuego para el l¨ªder conservador con m¨¢s proyecci¨®n del momento.
Gingrich comenzar¨¢ la sesi¨®n de hoy como tiene previsto empezar cada jornada de actividad parlamentaria a partir de ahora, con la lectura de un pasaje del Contrato con Am¨¦rica, el programa que contiene los principios conservadores por los que se regir¨¢ el Partido Republicano en el Congreso.
El Contrato con Am¨¦rica supone, b¨¢sicamente, la reducci¨®n al m¨¢ximo del aparato del Estado, la supresi¨®n de la mayor¨ªa de los programas sociales, la rebaja de impuestos, la incorporaci¨®n de lo que los republicanos llaman "valores familiares" y el endurecimiento de los castigos contra los delincuentes.
Ese programa pretende contrarrestar la pol¨ªtica desarrollada durante los dos ¨²ltimos a?os por el presidente Bill Clinton, a quien la oposici¨®n ha colocado una etiqueta de izquierdista que result¨® convincente para el electorado durante los comicios del pasado 8 de noviembre, el d¨ªa en que Estados Unidos gir¨® tan bruscamente a la derecha.
Bill Clinton, con una popularidad inferior al 45%, seg¨²n las ?ltimas encuestas, tiene una dificil labor por delante para ganar, con un Congreso hostil, el prestigio que no consigui¨® con un Parlamento controlado por su propio partido. Aunque es cierto que en Estados Unidos la fidelidad a los colores pol¨ªticos no est¨¢ garantizada entre los diputados, ni un Congreso dem¨®crata le puso las cosas f¨¢ciles al presidente, Clinton tendr¨¢ esta vez enfrente un Parlamento mucho m¨¢s ideologizado y con m¨¢s ansias de poder.
El presidente tiene dos caminos a tomar: el de la colaboraci¨®n a toda costa, incluso a costa de renunciar a lo fundamental de su programa de reforma econ¨®mica y social, o el de aceptar el enfrentamiento con el Capitolio, a, riesgo de que su Gobierno sea casi totalmente improductivo durante los pr¨®ximos dos a?os.
Tanto Clinton como Gingrich y el nuevo jefe de la mayor¨ªa republicana en el Senado, Robert Dole, se han manifestado dispuestos a colaborar, pero no a compromisos de principios.
Todos ellos tendr¨¢n, sin embargo, que contar con las presiones dentro, de sus propios partidos, m¨¢s las limitaciones que el propio sistema pol¨ªtico norteamericano impone. Los republicanos tienen mayor¨ªa en el Congreso, pero no suficiente como para aprobar las leyes m¨¢s importantes sin el respaldo de los congresistas dem¨®cratas m¨¢s conservadores. Por otro lado, el presidente, que ya gan¨® en el pasado algunas votaciones parlamentarias con el respaldo de republicanos, tiene, adem¨¢s, derecho de veto sobre las leyes que salgan del Capitolio.
Las m¨¢s importantes batallas parlamentarias que se prev¨¦n en los pr¨®ximos meses son las siguientes:
- Reducci¨®n de impuestos a la clase media y a los beneficios de las empresas.
- Reducci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico.
- Oraci¨®n en las escuelas.
- Reforma de la ley de beneficiencia social.
- Ley de reforma sanitaria.
- Nueva ley de lucha contra el crimen.
Algunas de las propuestas de Gingrich desde el 8 de noviembre han empezado ya a resultar demasiado extremistas, incluso para parte del electorado que respald¨® a los republicanos. La idea de enviar a orfanatos a los ni?os de las mujeres sin recursos, a las que se privar¨¢ de ayuda del Estado, se est¨¢ convirtiendo en un s¨ªmbolo de la falta de sensibiidad social de los conservadores. Y la pol¨¦mica sobre la oraci¨®n en las escuelas amenaza con ser un asunto tan delicado para Gingrich como fue para Clinton el de los homosexuales en el Ej¨¦rcito. Bill Clinton puede aprovechar esos flancos, as¨ª como la callada lucha de poder entre Gingrich y Dole, para debilitar a sus rivales.
Tambi¨¦n la pol¨ªtica exterior norteamericana se puede ver afectada por la influencia del Congreso que hoy se inaugura. Fundamentalmente, en los siguientes aspectos:
-Ayuda exterior, que los republicanos quieren restringir.
-Relaciones con Rusia. La nueva mayor¨ªa pretende recuperar la firmeza de la guerra fr¨ªa y propone endurecer la pol¨ªtica hacia Mosc¨² y acelerar la entrada en la OTAN de los pa¨ªses del este de Europa.
- Bosnia. El nuevo Congreso insistir¨¢ en el levantamiento del embargo de armas a los musulmanes.
- Participaci¨®n de Estados Unidos en la ONU. Los republicanos advierten que no permitir¨¢n que cascos azules norteamericanos act¨²en bajo mando de un general extranjero.
Los pr¨®ximos dos a?os servir¨¢n para medir hasta qu¨¦ punto el giro a la derecha registrado hace dos meses es la revoluci¨®n conservadora de la que hablan algunos columnistas o tan s¨®lo una expresi¨®n de disconformidad similar a la que le dio la victoria a Clinton en 1992. ?ste no es un pa¨ªs dado a revoluciones, pero s¨ª a cambios en la orientaci¨®n de la opini¨®n p¨²blica. Con esas premisas, ni los republicanos tienen todo ganado ni Clinton todo perdido de cara a las elecciones presidenciales de 1996. Todo est¨¢ en juego a partir de hoy.
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