Genial, aunque tard¨ªo
Mstislav Rostrop¨®vich
Bach: Suites para violonchelo 2, 3 y 5. Mstislav Rostrop¨®vich, violonchelo. Palau de la M¨²sica, Sala A. Valencia, 4 enero de 1995.
Mstislav Rostrop¨®vich ofreci¨® anteanoche en el Palau de la M¨²sica de Valencia el que ser¨¢ su ¨²nico recital en solitario (a solo) para Espa?a durante esta temporada. Para la ocasi¨®n, que marcaba el comienzo del brillante ciclo de conciertos de invierno programado por el auditorio valenciano, Rostrop¨®vich toc¨® tres de las seis suites para violonchelo solo de Johann Sebastian Bach.Las suites bachianas, una de las cimas del repertorio violonchel¨ªstico, permanecieron olvidadas hasta que Pau Casals las revel¨¦ al mundo a comienzos del presente siglo. El m¨²sico de Vendrell demorar¨ªa en otros 35 a?os la plasmaci¨®n discogr¨¢fica de este monumento musical. Recientemente, Lluis Claret ha demostrado que la juventud no se halla re?ida con la interpretaci¨®n m¨¢s sazonada del tal summa de arte.
Ahora, Rostrop¨®vich, rebasados los cincuenta a?os de carrera, rompe la reserva que se hab¨ªa autoimpuesto frente a las suites, estudiadas y espor¨¢dicamente ejecutadas desde su juventud, y decide por fin llevarlas al disco. "Todav¨ªa no estoy preparado para esta m¨²sica", repet¨ªa hasta fechas recientes. Los privilegiados, muy pocos,. que hab¨ªan escuchado a Rostrop¨®vich tocar algunas de estas suites desment¨ªan semejante afirmaci¨®n.
La prueba est¨¢ hecha. El mi¨¦rcoles, en Valencia, Rostrop¨®vich demostr¨® que su mente musical se encuentra en absoluta y gloriosa plenitud para acometer la interpretaci¨®n m¨¢s cabal y revolucionaria de cuantas se hayan producido hasta la fecha de este inagotable corpus bachiano. S¨®lo que los a?os no enga?an y en un instrumentista de cuerda el paso del tiempo se advierte con la mayor crueldad. Hay ya aspectos falibles en la prodigiosa t¨¦cnica del maestro y el m¨¢s llamativo fue, anteayer, una afinaci¨®n acusadamente problem¨¢tica en las suites Segunda y Quinta. Mucho menos en la Tercera, que discurri¨® con un trazo terso y homog¨¦neo en los medios y en las intenciones expresivas.
Como un susurro
Como el sosiego de los estudios de grabaci¨®n sin duda atemperar¨¢ los sobresaltos de la ejecuci¨®n en directo, se puede obviar la, enojosa referencia a lapsus y destemplanzas. En los int¨¦rpretes grandes importa mucho menos la an¨¦cdota que el concepto. El de Rostrop¨®vich, como cab¨ªa esperar, es rabiosamente antihistoricista. Cuando de ¨ªntimo, tierno, apasionado (?humano!) se encierra en Bach cobra en estas versiones un sentido casi panfletario, al proclamar la permanencia de unas verdades eternas que subyacen, como dir¨ªa Casals, "m¨¢s all¨¢ de las notas escritas". M¨²sica que desde la atemporalidad habla directamente a cada hombre y a todo tiempo, como una plataforma "contemplaci4n de las ideas".
Contemplaci¨®n, s¨ª, pero no narcisismo. La infinita gama din¨¢mica del violonchelo de Rostrop¨®vich se repliega hasta el susurro y teje el delicado espacio de la propia m¨²sica sobre la segunda secci¨®n de los menuetti, bourr¨¦es y gavotte. El primer bloque de danzas (allemandes, courantes) y las gigues finales resumen m¨¢s ef¨ªmero de estas lecturas, sus altibajos t¨¦cnicos. En las sarabandes el legato milagroso de Rostrop¨®vich se abisma en los infinitos perfiles del esp¨ªritu, que diluyen la materia sonora en acentos y silencios dolorosos. En las praeludia, resulta mod¨¦lico su control de las progresiones. Un Bach definitvo, aunque algo tard¨ªo para la realidad del instrumentista.
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