Emergencia del agua

LOS ESPA?OLES comenzamos a acostumbrarnos a estrenar cada a?o con el anuncio de que Obras P¨²blicas decide ejecutar trabajos de emergencia para paliar las dificultades de abastecimiento de amplias zonas de la Pen¨ªnsula, desde Madrid hasta Tarifa. Emergencia que se manifiesta tambi¨¦n en que la Administraci¨®n adopta procedimientos de urgencia para adjudicar obras. Desde que se inici¨®, hace cinco a?os, actual ciclo seco, al que algunos califican del m¨¢s seco del siglo, se repite este procedimiento.Las campa?as de emergencia, reiteradas a lo largo de los a?os, ponen de manifiesto en ¨²ltima instancia una gesti¨®n inadecuada de un recurso b¨¢sico como el agua del que media Espa?a es deficitaria. Desde el Ministerio de Obras P¨²blicas, Transportes y Medio Ambiente (MOPTMA) se transmite el mensaje de que la ¨²nica soluci¨®n para atajar este problema es el Plan Hidrol¨®gico Nacional (PHN) y se delega en el Parlamento la responsabilidad de su paralizaci¨®n. El PHN puede, en efecto, ser el marco de referencia para los pr¨®ximos 20 a?os, pero mientras tanto los gestores del agua -el propio ministerio a trav¨¦s de las confederaciones hidrogr¨¢ficas, las autonom¨ªas y los ayuntamientos- deber¨ªan tomarse con m¨¢s seriedad, su administraci¨®n en ¨¦pocas de sequ¨ªa.

Cuando el pa¨ªs ten¨ªa un tercio menos de la poblaci¨®n actual y su distribuci¨®n estaba m¨¢s diseminada, los agricultores y consumidores asum¨ªan que en verano el agua sol¨ªa escasear. A estas alturas ha desaparecido esa conciencia, y el consumo se ha disparado sin que por ello haya cambiado el r¨¦gimen de lluvias.

Por muchos trasvases, embalses y pozos que se construyan, si no se.administra mejor el agua, la sequ¨ªa producir¨¢ una cat¨¢strofe tras otra. No se comprende, por ello, que las confederaciones sigan siendo incapaces de ejercer su papel de gestoras del agua y que, en uno de los peores a?os de este siglo para toda la zona de Levante, el Ayuntamiento de Valencia opte por reducir de 40 a 35 pesetas el precio del metro c¨²bico de agua, en un demag¨®gico reclamo en a?o electoral.

En ninguna ciudad Centroeuropa, donde llueve mucho m¨¢s que en Valencia, cobran por llevar el agua potable hasta los grifos de las casas por debajo de las 1100 pesetas el metro c¨²bico.

Los ayuntamientos adeudaban en el a?o 1993 m¨¢s de 20.000 millones de pesetas por el canon de vertidos, un concepto que algunos de ellos repercuten en el recibo de agua. Otros se resisten a hacerlo porque es antipopular; prefieren verter el alcantarillado sin depurar a los r¨ªos y ni siquiera aprovechan las aguas residuales para otros usos, como el riego de campos de golf, cuyo consumo, s¨®lo en la Costa del Sol, equivale al gasto dem¨¢s de 100.000 personas.

Un pa¨ªs de escasos y mal distribuidos recursos hidr¨¢ulicos no puede desatender por m¨¢s tiempo tres aspectos b¨¢sicos: el trasvase de las regiones ricas en agua a las deficitarias, el reciclaje de las aguas residuales para usos industriales y agr¨ªcolas y el establecimiento de unas tarifas mucho m¨¢s acordes con el coste real. ?l precio suele ser, finalmente, el argumento de mayor peso para convencer al consumidor de que no debe despilfarrar un bien escaso.