Los peligros de la sierra madrile?a
Soy vecino de El Escorial y, al igual que otros muchos, aprovecho los fines de semana para disfrutar del aire libre. De hecho, es tal el n¨²mero de personas que tienen la misma afici¨®n que, durante los fines de semana, algunas ca?adas y v¨ªas pecuarias est¨¢n m¨¢s transitadas que muchas calles de la capital.Con el buen tiempo, los caminos y senderos se llenan de gente paseando, montando a caballo en moto o en bicicleta. El problema es que entre ellos se esconde una fauna minoritaria como son los locos de las bicis, los bestias de las motos y desaprensivos en general.
Y ¨¦stos son los responsables de mi indignaci¨®n y de que un apacible d¨ªa de campo pueda tener un desagradable final. Y como botones de muestra, dos: el primero, el lamentable estado en el que se encuentra el embalse de Valmayor en las proximidades, de Galapagar; lleno de basura y cristales, con el peligro que esto supone, gracias a algunos individuos incivilizados que hacen in¨²til cualquier intento por mantener un poco limpia la zona (jornadas de limpieza de la sierra de Madrid, etc¨¦tera).
El segundo, la irresponsabilidad de algunas personas que, demostrando una total falta de respeto a los dem¨¢s, se hacen acompa?ar como arma de defensa personal de perros que por su mal adiestramiento suponen un aut¨¦ntico peligro para los dem¨¢s.
El pasado 31 de diciembre tuve la mala suerte de sufrirlo en propias carnes. Montando en bicicleta por una v¨ªa pecuaria pr¨®xima a Valdemorillo y cercana a Peralejo me cruc¨¦ con una pareja a caballo. Esta pareja se hac¨ªa acompa?ar de otro par de animales: un cocker y un doberman. Tambi¨¦n monto a caballo, y s¨¦ que una cosa que asusta mucho a estos animales es el rechinar de frenos. Por ello fren¨¦ cuando todav¨ªa me encontraba a bastante distancia, y pas¨¦ junto a ellos lo suficientemente despacio, como para ver que ¨¦l doberman era hembra.
Nada m¨¢s dejarlos atr¨¢s, y sin mediar ladrido alguno, lo siguiente que sent¨ª fue un bocado en la pierna izquierda que, por suerte, s¨®lo me produjo una hinchaz¨®n que me ha durado tres d¨ªas, adem¨¢s de dos claras incisiones que me han servido de prueba al contar la batalla a mis familiares y amigos.
Los due?os de tan rico animalito, por supuesto, no se ofrecieron a acercarme a ning¨²n centro de salud para que me revisaran la herida, en ning¨²n momento se preocuparon por el alcance de mi mordisco, y ni siquiera debieron pensar que el gracioso comportamiento de su doberman mereciera una disculpa.
El ¨²nico comentario que hicieron fue: "Si normalmente no hace nada".
Quiz¨¢ los culpables sean las marcas de ropa deportiva, por no plantearse la necesidad de fabricar y comercializar culottes antimordiscos.
La soluci¨®n t¨¦cnica es sencilla: muchas prendas incorporan tefl¨®n en su composici¨®n. La incorporaci¨®n de este material, pero a modo de sartenes, podr¨ªa ser el aislante necesario.-
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