Los estr¨®genos artificiales, sospechosos de causar la epidemia de tumores de mama
La primera de las c¨¦lulas cancerosas de la hermana Catherine apareci¨® hace m¨¢s de 25 a?os en alg¨²n lugar en el seno derecho de esta monja callada y con gafas de Port Huron (Michigan, EE UU). Alimentada por los estr¨®genos que produc¨ªa el organismo, la c¨¦lula se dividi¨® una vez, y luego otra y otra, hasta que, en poco tiempo, hubo tantas c¨¦lulas que ni siquiera la quimioterapia, la radioterapia y dos mastectom¨ªas detuvieron el mort¨ªfero avance de la enfermedad.Hoy, 24 a?os despu¨¦s de que el c¨¢ncer de mama acabara con la hermana Catherine Franc¨¦s Mallon, sus c¨¦lulas cancerosas siguen multiplic¨¢ndose en unos tubos de ensayo de un laboratorio de Boston (EE UU) gracias a ciertos pesticidas, pl¨¢sticos y otras sustancias qu¨ªmicas sint¨¦ticas comunes.
En laboratorios como ¨¦ste, las investigaciones est¨¢n avivando la controversia en EE UU sobre lo que hacer con el creciente n¨²mero de productos qu¨ªmicos artificiales que remedan los poderosos efectos de las hormonas de estr¨®geno naturales del cuerpo humano.
Hay mucho en juego. Reducir los productos qu¨ªmicos que imitan al estr¨®geno podr¨ªa ser una de las v¨ªas m¨¢s prometedoras para reducir los ¨ªndices de c¨¢ncer de mama y otros problemas de salud relacionados con las hormonas que est¨¢n inexplicablemente en aumento en la mayor¨ªa de los pa¨ªses industrializados. El riesgo de que una mujer contraiga c¨¢ncer de mama se ha disparado desde una de cada 20 en 1960 hasta una de cada ocho hoy.
Los investigadores ya saben que una elevada exposici¨®n a lo largo de la vida al estr¨®geno natural (las hormonas que controlan el desarrollo sexual femenino y el ciclo reproductor) es el factor com¨²n entre todos los riesgos demostrados de c¨¢ncer de mama salvo el historial familiar. Lo que nadie sabe es cu¨¢ntos compuestos artificiales similares al estr¨®geno existen, y si son los causantes de parte del 70% de casos de c¨¢ncer de mama que no pueden atribuirse a ning¨²n riesgo demostrado.
Factores ambientales
"En la mayor¨ªa de los casos no podemos decir a las mujeres por qu¨¦ tienen c¨¢ncer de mama. Sin embargo, sabemos que los factores medioambientales podr¨ªan influir, y ahora la sociedad va a tener que intentar averiguar qu¨¦ protecci¨®n deber¨ªa haber", dice la toxic¨®loga Devra Davis, consejera superior del secretario adjunto de salud de Estados Unidos.
No obstante, suprimir los productos qu¨ªmicos similares al estr¨®geno podr¨ªa tener un coste asombroso. Pocos productos qu¨ªmicos han sido examinados para comprobar su car¨¢cter estrog¨¦nico, pero la lista de remedos recientemente identificados ya incluye componentes que son sustancias qu¨ªmicas esenciales de la vida moderna, encontradas en productos tan diversos como ciertos p¨®lenes de rosa, detergentes, insecticidas para hortalizas y biberones.
Algunos cient¨ªficos, que citan la investigaci¨®n que relaciona los productos qu¨ªmicos estrog¨¦nicos con los caimanes con penes reducidos y otros efectos de inversi¨®n de sexo en la naturaleza, dicen que el caso es lo bastante importante como para que el Gobierno federal empiece a examinar la estrogenicidad de productos qu¨ªmicos y a restringir los que parecen representar mayor riesgo. Pero la industria qu¨ªmica se opone y est¨¢ apoyando un esfuerzo de investigaci¨®n multimillonario para defender su caso.
"Es posible que estemos hablando de
[p¨¦rdidas de] miles de puestos de trabajo y miles de millones para deshacerse de esos productos, todo por algo que no tenemos razones concluyentes para creer que sea realmente una anienaza", dice Stephen Safe, un profesor de toxicolog¨ªa en la Universidad A & M de Tejas que est¨¢ investigando sobre la cuesti¨®n financiado parcialmente por la Asociaci¨®n de Fabricantes de Productos Qu¨ªmicos.
La controversia ha llegado a su punto ¨¢lgido este a?o, en el que la Agencia de Protecci¨®n Medioambiental (EPA, siglas en ingl¨¦s) y la Academia Nacional de Ciencias se preparan para lanzar importantes iniciativas para estudiar una cuesti¨®n que hace dos a?os era pr¨¢cticamente desconocida.
Quiz¨¢ en ning¨²n otro sitio est¨¦ avanzando tanto la ciencia como en el estrecho laboratorio del barrio chino de Boston en el que trabajan Ana Soto y Carlos Sonnenschein. Estos dos bi¨®logos celulares de la Escuela Universitaria de Medicina Tufts han desarrollado la lista m¨¢s larga y conocida de estr¨®genos sint¨¦ticos con la ayuda de las c¨¦lulas cancer¨ªgenas de la hermana Catherine y la Prueba-E de detecci¨®n que inventaron hace ocho a?os.
?sta consiste en la adici¨®n de peque?as dosis del producto qu¨ªmico sospechoso a una soluci¨®n que contiene unas 20.000 c¨¦lulas cancer¨ªgenas, una espera de cinco d¨ªas y un recuento posterior. Si el n¨²mero de c¨¦lulas ha aumentado significativamente, Soto y Sonnenschein saben que han descubierto otro componente parecido al estr¨®geno. Hasta ahora han examinado 145 productos qu¨ªmicos e identificado 65 que son estrog¨¦nicos. Muchos siguen estando ampliamente disponibles. Otros, como el DDT, el toxaf¨¦no, la kepona y los bifenilos policlorados ya han sido prohibidos por razones que no tienen nada que ver con la estrogenicidad, pero todav¨ªa est¨¢n en el agua, el suelo y tejidos grasos de personas y animales.
Lo que ha inquietado a muchos investigadores sobre la lista de la Prueba-E es que la estrogenicidad resulte ser tan impredecible. Los compuestos de efectos similares al estr¨®geno identificados hasta ahora son tan variados que nadie sabe cu¨¢ntos productos qu¨ªmicos usados en el comercio pueden ser similares al estr¨®geno.
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