Balladur se presenta como candidato presidencial en Francia por encima de los intereses partidarios
?douard Balladur dio ayer el paso decisivo hacia el palacio del El¨ªseo y se proclam¨® candidato a la presidencia de Francia. Todo el mundo sab¨ªa ya que Balladur, al que las encuestas dan como seguro ganador, se presentar¨ªa a las elecciones. La duda era c¨®mo. Y lo hizo a la manera del general Charles de Gaulle, en una alocuci¨®n televisada y radiada a mediod¨ªa desde su despacho de primer ministro, con voz grave pero en su misma mesa de trabajo, como si fuera un tr¨¢mite m¨¢s entre sus m¨²ltiples ocupaciones de estadista. En la tradici¨®n gaullista, dijo no ser "el candidato de un partido" y aspirar a ser el presidente de "todos los franceses". Apenas enunci¨® un programa: "Hay que reformar sin rupturas ni fracturas", afirm¨®.
El probable programa de ?douard Balladur ha sido apuntado en recientes art¨ªculos y discursos: una visi¨®n de Europa tibia y cercana a los posiciones brit¨¢nicas, un reformismo apoyado en el uso intensivo del refer¨¦ndum, un programa de creaci¨®n de empleo con una reforma profunda de la educaci¨®n y la, formaci¨®n profesional y de una reducci¨®n de las cargas sociales sobre los salarios y una reforma de la justicia en la que se incluir¨¢, seg¨²n sus pr¨®ximos, una amnist¨ªa para los pol¨ªticos implicados en casos de corrupci¨®n.Durante sus 21 meses como primer ministro, Balladur ha conseguido mantener una cota de popularidad alta y estable. Los franceses han apreciado su firmeza en la tormenta monetaria del verano de 1993, su habilidad en las negociaciones del GATT (diciembre de 1993) y su decisi¨®n en el secuestro de un avi¨®n franc¨¦s en Argel (diciembre de 1994). No le han culpado por sus retrocesos en las fallidas reformas de la educaci¨®n y el mercado laboral juvenil, sino que los han interpretado como una actitud dialogante.
Tampoco le han relacionado personalmente con los constantes casos de corrupci¨®n que han agitado su mandato. El creciente alejamiento de la vida p¨²blica de Fran?ois Mitterrand, por su enfermedad, ha contribuido a situarle en primer plano y a conferirle un porte de presidente de facto. Lleg¨® al palacete Matignon, residencia del primer ministro, con la promesa p¨²blica de mantenerse al margen de ambiciones presidenciales y de trabajar en favor de su jefe, el l¨ªder gaullista Jacques Chirac. La ruptura de la promesa y la traici¨®n de que le acusan los chiraquianos (que ayer publicaron un anuncio a toda p¨¢gina en el diario Lib¨¦ration para exigirle por en¨¦sima vez que respetara sus compromisos) tampoco ha sido juzgada negativamente por la opini¨®n p¨²blica.
El primer nombramiento fue el de la respetad¨ªsima centrista Simonne Veil, superviviente de los campos nazis y autora de la ley del aborto en 1975. Su apertura hacia el ala m¨¢s progresista de la coalici¨®n Uni¨®n para la Democracia Francesa se compens¨® con la colocaci¨®n en Interior del dirigente gaullista m¨¢s duro, Charles Pasqua. Fue precisamente el respaldo de Pasqua a Balladur, anunciado la semana pasada, la se?al definitiva de que incluso la derecha intransigente abandonaba al eterno perdedor Chirac para alinearse tras el primer ministro. Hasta el ultra Jean-Marie Le Pen dice preferir a Balladur antes que a Chirac, lo que condena al alcalde de Par¨ªs a una err¨¢tica campa?a de tono pseudoprogresista. Con todo, Jacques Chirac sigue siendo el principal rival: el gran duelo no s¨®lo se limita a la derecha, sino a dos militantes de la Reagrupaci¨®n para la Rep¨²blica (RPR), uno de los partidos que componen la gran mayor¨ªa conservadora en el Parlamento.
Los otros candidatos de la derecha (Le Pen, Philippe de Villiers, Charles Millon y quiz¨¢ Raymond Barre) quedan a distancia. El camino de Balladur no es, sin embargo, tan rosa como lo pintan los sondeos o su guardia pretoriana, la cual pregona que el primer ministro puede sentar el precedente hist¨®rico de obtener la mayor¨ªa -absoluta ya en la primera vuelta. Dos de cada tres parlamentarios gaullistas apoyan a¨²n a Chirac, Fiero hay siete ministros gaullistas por Balladur, cuatro por Chirac y un indeciso.
Un 'obispo' que trata de usted a su mujer y a sus hijos
Sus compa?eros de colegio le llamaban El obispo por su porte mayest¨¢tico, su actitud distante y, probablemente, su mojigater¨ªa. Edouard Balladur, nacido el 2 de mayo de 1929 en la ciudad turca de Esmirna, v¨¢stago de una dinast¨ªa de grandes mayordomos reconvertidos al oficio de banqueros multimillonarios en el siglo pasado, mantiene las formas de su infancia: jam¨¢s falta a la misa dominical; trata de usted a su esposa Marie-Jos¨¨phe y a sus cuatro hijos; habla con una exquisita precisi¨®n, y se levanta de madrugada para leer poes¨ªa o filosof¨ªa, preferentemente Pascal y Descartes.Pero basta percibir su iron¨ªa, tan refinada como cruel, para constatar que no es tan ins¨ªpido como parece. Quienes disfrutan del raro privilegio de acompa?arle le tienen por un hombre divertido, sarc¨¢stico, inteligente y muy ambicioso. Licenciado en la elitista Escuela Nacional de Administraci¨®n con excelentes notas, se curti¨® como alto servidor del Estado a la sombra del ex presidente Georges Pompidou. Fue, junto a su "amigo de 30 a?os" Jacques Chirac, el cerebro gris de los acuerdos de Grenelle, que pusieron fin a la revuelta de Mayo del 68. Y cuando Pompidou alcanz¨® la presidencia, en 1969, se cuid¨® de situar al eficiente Balladur en el cargo de secretario general del El¨ªseo. Val¨¨ry Giscard d'Estaing, primero, y Fran?ois Mitterrand, despu¨¦s, le condenaron al exilio en la empresa privada.
S¨®lo pudo reaparecer en 1986, en la primera cohabitaci¨®n, como ministro de Finanzas a las ¨®rdenes de Chirac. En 1993, ¨¦ste crey¨® que Balladur ser¨ªa ideal para calentar la silla de Matignon mientras ¨¦l se preparaba para llegar al El¨ªseo. Como alto funcionario, Balladur es muy dif¨ªcil de batir. Como pol¨ªtico prefiere la indefinici¨®n. ?sto arroja dudas sobre su capacidad como candidato: nunca ha ganado unas elecciones, es incapaz de calentar un auditorio y le repugna estrechar manos desconocidas. S¨®lo puede ganar desde arriba, donde ahora est¨¢.
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