La fuerza de Pujol
JOS? MAR?A Aznar considera que todo lo que no sea adelantar las elecciones significa prolongar la agon¨ªa y la inestabilidad; Jordi Pujol, en cambio, sigue pensando que la convocatoria de elecciones generales no sirve a la estabilidad y a la serenidad que demanda la econom¨ªa espa?ola para aprovechar el viento a favor de la recuperaci¨®n. De la entrevista que reuni¨® ayer a los dos dirigentes no parece deducirse mucho m¨¢s que el contraste entre ambas opiniones y la escenificaci¨®n de que, entre ambas, la de Pujol es la que hoy por hoy resulta decisiva. La matem¨¢tica parlamentaria ha puesto en manos del presidente de la Generalitat, que tambi¨¦n recibi¨® ayer a los representantes de sindica tos patronal, ese papel decisivo en la pol¨ªtica espa?ola. Pujol se conduce como un copresidente.
Est¨¢ en la esencia del parlamentarismo que los partidos necesarios para completar mayor¨ªas se cobren sus apoyos en forma de influencia m¨¢s que. proporcional. Ah¨ª est¨¢ el caso de Hans Dietrich Genscher, pieza clave del Gobierno de Alemania durante 18 a?os decisivos, primero con los socialdem¨®cratas y luego con los democristianos, merced a la necesidad que ambos ten¨ªan del respaldo parlamentario de su peque?o Partido Liberal.
Ciertamente, el declive del PSOE como partido dominante y la enorme erosi¨®n, que han venido sufriendo el Gobierno, su presidente y el socialismo en su conjunto realzan el papel del dirigente catal¨¢n, y le convierten en m¨¢s indispensable si cabe. Por m¨¢s que afirmara que sus entrevistas de ayer hab¨ªan sido sobredimensionadas a causa de la "hiperexcitaci¨®n" existente, es lo cierto que de ¨¦l depende ahora el calendario pol¨ªtico. ?sta es una situaci¨®n in¨¦dita que levanta numerosas ampollas, y no ¨²nicamente entre los sectores pol¨ªticos m¨¢s apresurados en la b¨²squeda de un relevo en el Gobierno.
Es extra?a, aunque leg¨ªtima, la f¨®rmula elegida por Pujol para prestar su apoyo a la gobernaci¨®n. Pudo estar presente en el Gobierno, hacer un pacto de legislatura, auspiciar y votar la moci¨®n de confianza, pero ha preferido en cada ocasi¨®n tasar el ox¨ªgeno administrado al paciente e ir modelando el tipo de pacto en funci¨®n de las necesidades: el presupuesto en la ¨²ltima ocasi¨®n y ahora un in¨¦dito pacto de sesi¨®n parlamentaria mediante la aprobaci¨®n de un programa de gobierno para lo que queda de a?o entre el PSOE y CiU. Al respecto habr¨ªa que decir que cuanto m¨¢s expl¨ªcito y p¨²blico sea su apoyo al Gobierno tanto mejor para la estabilidad que predica.
Puede ser tambi¨¦n dif¨ªcil de digerir para algunos, en un pa¨ªs atormentado por los conflictos nacionalistas, que la primera ocasi¨®n en que surge una fuerza bisagra sea precisamente una coalici¨®n nacionalista. Es dif¨ªcil evitar una cierta explotaci¨®n demag¨®gica de esa singularidad por parte de sectores que siempre desconfiaron de la l¨®gica del Estado auton¨®mico. Su desconfianza no se apoya, sin embargo, en evidencias constatables. El nacionalismo catal¨¢n no ha planteado reivindicaciones que habr¨ªa dejado de presentar a un Gobierno m¨¢s fuerte que el actual, y ha asumido compartir la impopularidad de ciertas medidas necesarias desde el punto de vista de la modernizaci¨®n de la econom¨ªa espa?ola.
La realidad es, en cualquier caso, que Pujol est¨¢ actuando como una especie de presidente bis y que esta actuaci¨®n le reporta r¨¦ditos pol¨ªticos en Catalu?a, donde mantiene en situaci¨®n de permanente fuera de juego a su oposici¨®n natural, los socialistas del PSC, que desconocen todav¨ªa a qui¨¦n presentar¨¢n como candidato a la presidencia de la Generalitat. Estos r¨¦ditos se ven acompa?ados de un reforzamiento de su prestigio puertas adentro, que compensa con creces los ataques a que se ve sometido puertas afuera por su apoyo a Gonz¨¢lez. Y hasta es posible que saque alg¨²n beneficio de esas cr¨ªticas, que probar¨ªan la incomprensi¨®n exterior hacia la buena voluntad catalana: argumento excelente para llamar a votar nacionalista.
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