Cuesti¨®n de legitimidad
EL DUELO entre el presidente del Gobierno y su probable sucesor escenificado ayer en el Parlamento gir¨® en torno a la legitimidad del primero para seguir gobernando pese a la p¨¦rdida de credibilidad que le reproch¨® el aspirante. Los argumentos fueron los que ambos contrincantes vienen desplegando desde hace por lo menos un a?o: Gonz¨¢lez invoc¨® al respecto las reglas del juego democr¨¢tico y la conveniencia de no interferir la recuperaci¨®n econ¨®mica con unas elecciones anticipadas. Aznar contrapuso al criterio de mayor¨ªa parlamentaria suficiente el de p¨¦rdida de credibilidad ante la opini¨®n p¨²blica, y atribuy¨® a ese factor el clima de incertidumbre que puede afectar a la recuperaci¨®n econ¨®mica. Del debate no s¨®lo no sali¨® s¨ªntoma alguno de acercamiento, sino ni siquiera de reconocimiento mutuo entre ambos. La posibilidad de un relajamiento de las tensiones derivadas de esa falta de reconocimiento parece remota.El presidente dedic¨® m¨¢s tiempo a glosar las buenas perspectivas de la econom¨ªa espa?ola que a cualquier otro asunto. Ello puede considerarse un rasgo de voluntarismo a la vista de la dimensi¨®n judicial de la actualidad espa?ola m¨¢s reciente. La confusi¨®n entre responsabilidades penales y pol¨ªticas, presente en la vida pol¨ªtica desde el caso Juan Guerra, sigue oscureciendo la discusi¨®n sobre los esc¨¢ndalos que enumer¨® Aznar. Gonz¨¢lez tiene raz¨®n al recordar que los hechos en que se basan esos esc¨¢ndalos han ocurrido en el pasado, a veces lejano, y en su mayor¨ªa con anterioridad a las elecciones en que se fundamenta la legitimidad del actual Gobierno. Pero el aplazamiento de cualquier asunci¨®n pol¨ªtica de responsabilidades a la sustanciaci¨®n de las penales sirve de coartada para que nadie responda de errores que hoy son evidentes.
Con todo, y en relaci¨®n al tema concreto de los GAL, tal vez pueda considerarse un esbozo de autocr¨ªtica la solemne proclamaci¨®n por Gonz¨¢lez de su convicci¨®n de que la utilizaci¨®n de m¨¦todos ilegales en la lucha antiterrorista sirve objetivamente a los designios de los terroristas, en la medida en que los legitima ante sectores de la opini¨®n y dificulta la cooperaci¨®n internacional contra ellos. Dicho por quien afirm¨® que el Estado se defiende tambi¨¦n en los desag¨¹es, esta proclamaci¨®n puede tomarse por el reconocimiento de un error pol¨ªtico, aunque s¨®lo impl¨ªcito, ya que en ning¨²n momento admiti¨® cualquier participaci¨®n de los Gobiernos por ¨¦l presididos en la guerra sucia. En su r¨¦plica, Aznar dijo que lo que hace inveros¨ªmil la posici¨®n gubernamental sobre los GAL es su obstruccionismo respecto a la investigaci¨®n, incluso al precio de provocar un conflicto institucional con los jueces. Esa sospecha existe, pero Aznar no fue capaz de responder al emplazamiento de demostrarlo.
Gonz¨¢lez ten¨ªa dos motivos para intentar llevar la discusi¨®n al terreno econ¨®mico: que las cosas van bastante mejor en ese aspecto, y que ello deja en mal lugar los agoreros pron¨®sticos adelantados por Aznar hace un ano. Aznar sigue cuestionando la solidez de la recuperaci¨®n, pero ahora centra su argumentaci¨®n en el riesgo que para ella supone la inestabilidad derivada de la existencia de esc¨¢ndalos pol¨ªticos con dimensi¨®n penal. ?se fue el punto fuerte de su razonamiento, el d¨¦bil, su incapacidad para responder al argumento de que la desconfianza de los mercados tambi¨¦n se produce ante la debilidad de la alternativa por ¨¦l encarnada.
Que estemos ante ¨¦l agotamiento del ciclo socialista es una constataci¨®n, ampliamente compartida, pero de ello no se deduce necesariamente que haya que acortar la legislatura. Sin embargo, tiene raz¨®n Aznar al considerar que la existencia de mayor¨ªa suficiente no siempre equivale a estabilidad. La sucesi¨®n de esc¨¢ndalos que enumer¨® es bien real: ni el caso Rubio, ni la utilizaci¨®n de fondos reservados para el enriquecimiento personal, ni la huida de Rold¨¢n, ni los indicios que relacionan a ex altos cargos de Interior con la trama de los GAL han sido inventados por la oposici¨®n. La debilidad del Gobierno deriva de que su continuidad depende, en gran medida, de decisiones judiciales (y ¨¦stas, en parte, de revelaciones period¨ªsticas). Ello s¨ª podr¨ªa aconsejar en un momento dado el acortamiento de la legislatura. Pero es una cuesti¨®n discutible, no una evidencia. Hay otros factores a considerar, y no ayuda a despejar las inc¨®gnitas la reticencia de la ¨²nica alternativa factible, representada por el partido de Aznar, a ense?ar sus cartas. La propuesta de compromiso pol¨ªtico presentada ayer por el l¨ªder del PP, consistente b¨¢sicamente en que Gonz¨¢lez acepte la salida que ha venido defendiendo Aznar para la crisis, es un ejemplo de falta de realismo. O de impaciencia mal administrada.
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