La Berlinale revive el primer cine alem¨¢n
La secci¨®n oficial comenz¨® anoche con 'La promesa', de Margarethe von Trotta
Como era presumible, la 45? edici¨®n de la Berlinale comenz¨® anoche en la pantalla del Zoo, Palast con una doble pirueta patri¨®tica. Por un lado, la proyecci¨®n de los primeros minutos de cine rodados en Alemania, que, seg¨²n los organizadores, fueron proyectados p¨²blicamente en Berl¨ªn el 1 de noviembre de 1895, es decir: casi dos meses antes de la primera sesi¨®n realizada por los hermanos Lumi¨¦re en Par¨ªs. Por otro, la pel¨ªcula inaugural fue tambi¨¦n alemana: La promesa, dirigida por Margarethe von Trotta, astutamente presentada fuera de concurso, pues de haber concursado no hubiera ganado otra cosa que silencio final.
La pol¨¦mica est¨¢ servida. En 1994 se reproch¨®, y la respuesta fue un¨¢nime en todo el mundo, que algunos publicitarios de la industria de Hollywood, amparados en supuestos estudios de historiadores del American Film Institute, se pasaran de listos y celebraran por su cuenta el centenario del cine, atribuyendo la paternidad de ¨¦ste al inventor norteamericano Thomas Alva Edison.Ahora, ya en 1995, la aparici¨®n de nuevos padres del cine sigue su curso y el turno le toca l¨®gicamente a Alemania, que ayer inici¨®, por boca del alcalde de Berl¨ªn, Eberhard Diepgen, la glorificaci¨®n de dos fot¨®grafos alemanes: los hermanos Skladanovski, presentando ocho minipel¨ªculas, supuestamente proyectadas p¨²blicamente en esta ciudad con anterioridad a la c¨¦lebre sesi¨®n del Grand Caf¨¦ de Par¨ªs, considerada hasta ahora la proyecci¨®n fundacional.
Desde Francia ya han llegado aqu¨ª ecos de algunas r¨¦plicas, entre sesudas y viscerales, hablando de impostura. En una, de ellas se dice que estos nuevos padres alemanes del cine no son tan nuevos, pues se cuenta que en realidad fueron inventados por Joseph Goebbels, el brazo intelectual y art¨ªstico de Hitler, que ya en los a?os treinta se sac¨® de la manga su nombre en uno de los muchos actos de prestidigitaci¨®n hist¨®rica del r¨¦gimen nazi.
Ciertamente, estas peliculillas alemanas exist¨ªan en aquella fecha, como exist¨ªan otras similares en Estados Unidos, Rusia, el Reino Unido y otros pa¨ªses. Sin embargo, la cuesti¨®n no es la de su existencia, sino, la de si fueron proyectadas p¨²blica y colectivamente, lo que no parece tan claro. Pero lo que s¨ª parece irremediable es que ¨¦l rosario de paternidades del cine no ha hecho m¨¢s que comenzar y que al parto neoyorquino y berlin¨¦s, seguir¨¢n pronto el vien¨¦s, el moscovita y el londinense. Y todo para que, a finales de diciembre de este a?o, los parisienses tengan, como se merecen, la ¨²ltima palabra y se lleven el gato al agua. Exceso intelectual
La segunda parte del d¨ªa inaugural de esta Berlinale, por desgracia, no dur¨® los siete minutos de esta -verdadera o ama?ada- partida de nacimiento del cine, sino los 110 -de los que este comentarista, junto con muchos otros, aguant¨® s¨®lo 80- de exhibici¨®n fuera de concurso de La promesa, ¨²ltima obra de la concienzuda y tristona Margarethe, von Trotta, en cuyo rodaje debi¨® colocarse las lentillas de reflexionar y le sali¨® celuloide con mucho plomo y muy poca luz.
La promesa, cargada con intenciones de objetividad, es sobre el papel una ardiente historia de amor que luego, sobre la pantalla, resulta ser un fr¨ªo y meticuloso c¨¢lculo de cine en, exceso intelectual. Trotta durmi¨® incluso a su clientela alemana que, no obstante, aplaudi¨® cuando la pel¨ªcula termin¨®, no se sabe bien si por entusiasmo ante lo que hab¨ªa visto o por agradecimiento a no tener que seguir viendo m¨¢s.
La historia cuenta los encuentros de dos enamorados berlineses que vive cada uno al otro lado del muro, desde que Kruschev lo levant¨® hasta que Gorbachov mand¨® derruirlo. En medio de este bocadillo ruso, Trotta no escatima gui?os intelectuales llenos de complicidades e innumerables referencias hist¨®ricas a los avatares y recovecos del desgarro alem¨¢n en la guerra fr¨ªa, con la agravante del latiguillo de "ya os lo advert¨ª yo entonces" que suele aparecer con frecuencia, y como sustitutivo del mea culpa, en las miradas al pasado de muchos veteranos de la militancia izquierdista cuando hablan del derrumbe del comunismo. En este sentido, las alusiones a la Primavera de Praga de 1968 y a la figura de la c¨¦lebre l¨ªder del movimiento comunista alem¨¢n Rosa Luxemburgo -sobre la que Trotta hizo su pel¨ªcula m¨¢s conocida- suenan en el pa?o caliente de La promesa -a palabras huecas y a desafortunado comienzo de lo que se presume como un final infeliz.
La Berlinale de este a?o se presenta con resultados globales dudosos, lo que es un aliciente en este tipo de acontecimientos, pues puede surgir la sorpresa. Durante los ¨²ltimos a?os este festival ha explotado con astucia estas, fechas de antesala de los Oscar y de ello ha venido alimentando su audiencia. Pero el desastre de la producci¨®n estadounidense en 1994, que obliga estos d¨ªas a la Academia de Hollywood a buscar con lupa pel¨ªculas a las que premiar, repercute negativamente en la selecci¨®n de la Berlinale, que presenta siete pel¨ªculas. norteamericanas y s¨®lo una de ellas -Quiz show, dirigida por Robert Redford- suena como competidora de Forrest Gump y Pulp Fiction en el pr¨®ximo reparto de estatuillas de plomo con oro chapado que tendr¨¢ lugar en Los ?ngeles.
La sombra de Hollywood
El director de la Berlinale, Moritz de Hadeln, es un malabarista de las palabras y los conceptos. Al habitual reproche de cada a?o de que ha puesto este festival al servicio de los intereses de Hollywood, contesta esta vez con un rizo casi circense, un m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa.Reconoce que, en efecto, elegir siete pel¨ªculas norteamericanas en una selecci¨®n mundial de poco m¨¢s de 20, es regalar una buena tajada publicitaria al cine del otro lado del Atl¨¢ntico. Pero se cura en salud a?adiendo que Hollywood ya no es lo que era y que el viejo dilema cine europeo-cine americano, aunque est¨¦ todav¨ªa a la orden del d¨ªa, se ha renovado y cambia de signo.
Dice Hadeln: "Hollywood ha dejado hace tiempo de ser americano, para convertirse en un centro mundial de fabricaci¨®n de productos audiovisuales. Trabajan all¨ª casi tantos europeos como americanos. El talento ha dejado de tener pasaportes y fronteras. Hollywood somos todos y si all¨ª las cosas van mal, la crisis nos afecta a todos".
Curioso trueque de conceptos, mediante el cual Hadeln mete en el mismo saco, y mide con el mismo rasero, el talento art¨ªstico y el negocio puro y duro, e insin¨²a que ni uno ni otro tiene fronteras, lo que es una sutil forma de desmarcarse a la alemana de la pol¨ªtica comunitaria, ya dise?ada, ante las pr¨®ximas discusiones sobre el comercio de productos audiovisuales a escala mundial.
En efecto, lo que dice Hadeln equivale a decir, por ejemplo, que la pel¨ªcula Instinto b¨¢sico es europea porque la ha dirigido un holand¨¦s, olvidando que del rendimiento econ¨®mico del talento de este europeo, Europa se lleva unas migajas y el resto se queda en ese id¨ªlico Hollywood.
Junto a los siete filmes americanos, se presentan trece europeos, y seis chinos, adem¨¢s de alg¨²n ruso y latinoamericano.
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