Artistas y canap¨¦s
Era la noche del jueves y en el Reina Sof¨ªa se celebraba un parip¨¦; la recepci¨®n a los participantes en Arco. Actuaba de anfitriona la ministra de Cultura, Carmen Alborch; muy solicitada y dispuesta incluso a posar para la instamatic junto a alguno de los asistentes decidido a llevarse un recuerdo individualizado del evento.El personal se concentraba en ver y ser visto, en el juego de las miradas; sorteando cr¨ªticos, artistas multicolores, galeristas, coleccionistas y mirones. Camareras uniformadas para atender a poetas de sal¨®n literario decimon¨®nico hac¨ªan enormes esfuerzos, pese a lo hisp¨¢nico de su talla, para elevar las bandejas de apetitosos canap¨¦s lejos de la furia devoradora de buena parte de los presentes. Constataci¨®n de que la lampancia sigue siendo una de las se?as de identidad de todo artista que se precie.
El contraste con la recepci¨®n que la noche anterior ofreci¨® la embajada norteamericana a un grupo de exquisitos coleccionistas no s¨®lo era evidente por la calidad del condumio -abrumadoramente favorable para el catering del Ministerio de Cultura-, sino por la predisposici¨®n de los comensales. Los acumuladores de arte del otro lado del Atl¨¢ntico ya ven¨ªan comidos.
Ni el estado de la naci¨®n, ni la eclosi¨®n de los jueces en el ranking de popularidad ten¨ªan cabida entre la algarab¨ªa. Hay quien dice que los artistas se instalan en estudios de grandes dimensiones, no porque necesiten mucho espacio para su obra, sino porque su ego no cabe en una habitaci¨®n de tama?o normal. Les exige mucho volumen para poder rebotar contra las paredes sin armar estropicio. Tal vez por eso la noche del jueves en el Reina Sof¨ªa todo el mundo hablaba de s¨ª mismo. Lo que, por una vez, no est¨¢ tan mal.
Pero nunca llueve a gusto de todos. El cr¨ªtico alem¨¢n Kaspar Koenig, encargado de preparar la pr¨®xima edici¨®n de Arco dedicada a su pa¨ªs, se quejaba -eso si, sin demasiada convicci¨®n- de que el nivel de la feria de este a?o era demasiado bueno. "No hay cosas horrorosas, falta ruptura". "La vida no es as¨ª", a?ad¨ªa, "tiene que haber m¨¢s fealdad, m¨¢s contrastes". Y la editora californiana Valerie Wade, sorprendida porque los artistas espa?oles a¨²n se dedican a pintar lienzos con pinceles, lo atribu¨ªa, adem¨¢s de a la tradici¨®n, a un especial "sentido del humor". A saber cu¨¢l era su lectura del inveterado humor negro que se nos atribuye.
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